jueves, 30 de julio de 2009

PRISAS.

Hoy en día vivimos en los tiempos de las prisas, todo el mundo tiene prisa por llegar a alguna parte, y la misma prisa por marcharse. La gente viajan mucho y mientras más lejos mejor, lástima que muchas personas lo hacen como paquetes, solamente ven autovías, aeropuertos, hoteles o complejos turísticos, playas, y los detalles los ven en televisión. Los trayectos no se disfrutan, como si no existieran o no hubiera nada de interés, el que puede duerme, el que no, lee o piensa en las masarañas, y el conductor, a mirar el asfalto de la carretera y a hacer kilómetros, que es lo suyo, ninguno prestará atención, no hay nada interesante, lo único que importa es llegar pronto al destino. Las autovías y autopistas te sugestionan con la velocidad, son frías, desconsideradas, no eres nada más que un coche con prisa, en cambio las viejas carreteras son mas románticas, más acogedoras, más entrañables, en una palabra, más humana, y hasta el paisaje parece más bonito, y para ellas siguen existiendo el pueblo, con la taberna que visitamos cuando pasamos por aquí, en la que un abuelo, una señoras o chaval, nos sirven manjares distintos a lo que estamos acostumbrados, hasta nos sobra un rato, para mantener una charla, y decimos adíos con la promesa de volver otro día. Estos pueblos volvieron a perderse en lo más recóndito del paisaje, viviendo ignorados y olvidados, porque el progreso que circula por la autovía tiene prisa.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo.

    Las autopistas, para los viajes de negocios y prisas.
    Las carreteras, para disfrutarlas.

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