domingo, 10 de enero de 2016

LA PUBLICIDAD


La publicidad es la ciencia que mueve nuestras vidas. No damos un paso que no sea dirigido por mensajes escritos, visuales o sonoros. Creando ilusión, fabricando deseos, imponiendo nuevas costumbres, nuevas modas, otras necesidades y otra forma de ver y vivir la vida. Nos repiten como podemos ser más guapos, más felices y mejores personas. Que nos conviene, que nos perjudica y que no se lleva.  Ahora no hay nada que se venda sólo, no es válido eso de “el buen paño solo en el arca se vende” Se lo comerían las polillas.  A las cosas se las presentan con una bonita envoltura, se les ponen palabras de colores y música de ruidos, aunque el envase sólo contenga humo. Y listo para estar en un mercado de deseos e ilusiones.

Y no sólo es la publicidad de las cosas, es la publicidad de las personas. Hemos llegado a un punto, que se hace necesario caminar con un asesor de imagen. Un especialista que nos  vaya diciendo como hemos de comportarnos. Como vestir, como caminar, como hablar, como sonreír y cual es el mejor color de los ojos. Al fin y al cabo, se trata de vender una buena imagen. Y como toda venta, esta también esta sujeta a unas reglas publicitarias. Que dirán que somos mucho mejores de lo que en realidad somos y mucho más inteligente de lo que aparentamos.

Se ofrecen servicios futuros. Lo que debes hacer mañana y obviando lo que ya has hecho. Si ya te has casado, ¿para que quieres un anuncio que diga que se celebran bodas?  Es mejor uno que diga que se gestionan divorcios. Es lo correcto y con más futuro. Esto es vender lo que no se ha vendido todavía.

Una valla publicitaria se puede montar en cualquier sitio. Hay mucho sitio ocupado, sin embargo, todavía queda mucho libre. Aunque, bien pensado, libre no quedan ni los árboles. Para donde quiera que miremos vemos carteles de milagros con precios. De artículos para ricos, de objetos para pobres. Hasta el salón de casa llegan los anuncios ofreciendo mejores cosas, más bonitas y más baratas. La pantalla del televisor no para de escupir tentaciones, frustraciones y envidias. Debería de haber anuncios para ricos y anuncios para pobres. Aunque eso sería convertir televisión en un gueto discriminatorio. Y el talento de esos genios de la creación publicitaría vería reducida su plantilla de admiradores. Que, por raro que parezca, hay muchos televidentes que disfrutan con los anuncios más que con las películas. Y eso que el tiempo que dura una cosa y otra, viene a ser poco más o menos.

La gente ya no piensa lo que compra; para ahorrarse el titubeo, compran lo que ven, y deja que otros decidan lo que les conviene.


4 comentarios:

  1. Eres un fenómeno de la naturaleza. Tus puntos de vista son a cual más acertados. Tema que tocas, tema que lo bordas. Comienzas el año con mucho tino y claridad de ideas. Te deseo lo mejor.
    Un abrazo.
    Juan Conejo

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  2. Hola Disancor. Lo has bordado. De maravilla, te ha quedado un texto que es totalmente cierto como funciona la publicidad. Y como somos convencidos y vamos como ovejas en un rebaño a comprar lo que nos dicen. Sin pensar si realmente lo necesitamos. Yo por lo pronto no soy consumidora de anuncios. Compro con cabeza lo que necesito. Seguro que soy una de algunas españolas que no salga de comprar en las rebajas. Reciclo la ropa.
    Saludos y abrazos fuertesssssssss

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  3. Bueno, será que me tienes mucho aprecio y por eso crees que soy más inteligente de lo que soy en realidad. Y quizás lo que escribo me sale bien porque, la verdad, reflexiono muy a fondo, pero no corrijo jamás. Me cuesta mucho escribir y no puedo repetir nada.
    Juan Conejo López, un abrazo.

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  4. No podemos decir que seamos libres y vivamos nuestra vida, porque lo cierto que estamos condicionados por la publicidad, las modas y los intereses de otros. Ni siquiera pensando somos libres y mucho menos hablar, si lo que decimos no se ajusta a lo que llaman "políticamente correcto"
    Isa, un abrazo.

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