Días de difuntos, día de llevar flores a los cementerios. Nostalgia de los que se fueron. Recuerdos en tumbas, lápidas y cruces. Y arden lámparas alumbrando el misterio y la soledad de la muerte.
Como aportación a tanta incertidumbre, dejo un ramo de haikus en la que un día será mi propia tumba.
Es el destino
La ruleta se para
Signo cumplido.
Lluvia de luto
Camino del cementerio
Paraguas negros
Quedan recuerdos
De los que nos quisieron
Y que se fueron
Pasa la vida
El tiempo es la ceniza
Hoy sin mañana.
Con letras negras
Mi nombre en la tumba
De cal y olvido.
Vida y tiempo
Misterioso destino
Zapatos rotos.
Día de difuntos
Floridos cementerios
Rezos a muertos.
Rezo a Dios
La muerte en sueños
Pido al cielo
…y, sin mirar atrás, sigo mi camino.
domingo, 31 de octubre de 2010
sábado, 30 de octubre de 2010
DON BENITO. Calles, Plazas y Parques
jueves, 28 de octubre de 2010
DON BENITO. Visita de los Reyes
Los Reyes de España visitaron Don Benito a finales de los años de 1970.
En la foto se puede ver a Don Juan Carlos y a Dª Sofía durante su recorrido por la Plaza de España, donde fueron recibidos por Autoridades Provinciales, Alcalde de Don Benito, Corporación Municipal, representantes de la Administración, numerosos colectivos y la afluencia del pueblo en pleno.
miércoles, 27 de octubre de 2010
UN POEMA PARA UN CUMPLEAÑOS
Ningún regalo comparable ni más valioso que el que me ha hecho mi gran amiga Amelia Díaz. Poeta de sentimientos, grande entre las grandes. Que como buen cazador, ha acertado en el blanco con cada uno de sus versos. Soy y vivo como dice su poema, y veo LO QUE OTROS NO VEN, y sufro lo que otros no sufren.
Ofrezco el poema de Amelia, y vosotros podréis juzga todos los motivos que tengo para estar emocionado y agradecido a un tiempo. Y doy gracias a su autora por tan hermoso obsequio en mi 70 cumpleaños.
“LO QUE OTROS NO VEN
Siempre a otro nivel
recorre las calles y observa
lo que los otros no ven.
El paso del tiempo, inexorable,
en la ciudad y en la piel.
Calles ¿accesibles?,
no se sabe para quien.
Con su descapotable y su cámara
preparada y siempre fiel
a la caza de la imagen
de un hoy contra un ayer.
Que los coches aparcan besados,
que la acera…¿eso que es?
que la rampa está obstaculizada…
…es lo que otros no ven.
Media vuelta o dos giros
o se vuelve del revés.
Yo he visto esa mirada
de niño aún sin crecer
y me quedé enganchada
a su manera de ver
las calles y las ciudades,
el presente y el ayer.
Que una guerra injusta
- las guerras lo suelen ser -
le quiso arrancar media vida
pero no pudo con él.
Con su fuerza, su valentía
y ese alma para ser
fotógrafo de lo que mira
y lo que otros no ven.”
azulmareterno.blogspot.com
… y no importa lo que pase, quiero seguir patrullando las calles.
Ofrezco el poema de Amelia, y vosotros podréis juzga todos los motivos que tengo para estar emocionado y agradecido a un tiempo. Y doy gracias a su autora por tan hermoso obsequio en mi 70 cumpleaños.
“LO QUE OTROS NO VEN
Siempre a otro nivel
recorre las calles y observa
lo que los otros no ven.
El paso del tiempo, inexorable,
en la ciudad y en la piel.
Calles ¿accesibles?,
no se sabe para quien.
Con su descapotable y su cámara
preparada y siempre fiel
a la caza de la imagen
de un hoy contra un ayer.
Que los coches aparcan besados,
que la acera…¿eso que es?
que la rampa está obstaculizada…
…es lo que otros no ven.
Media vuelta o dos giros
o se vuelve del revés.
Yo he visto esa mirada
de niño aún sin crecer
y me quedé enganchada
a su manera de ver
las calles y las ciudades,
el presente y el ayer.
Que una guerra injusta
- las guerras lo suelen ser -
le quiso arrancar media vida
pero no pudo con él.
Con su fuerza, su valentía
y ese alma para ser
fotógrafo de lo que mira
y lo que otros no ven.”
azulmareterno.blogspot.com
… y no importa lo que pase, quiero seguir patrullando las calles.
lunes, 25 de octubre de 2010
CUMPLEAÑOS
Me he levantado siendo un poco más viejo. Aunque a esto no le echo cuenta porque viene ocurriendo desde que nací.
Hoy tengo el corazón de fiesta, pues, yo solito, he cumplido años. No quiero que se note, ni que los demás lo sepan. Es mejor que todos crean que para mí no pasa el tiempo, y así hasta yo puedo creérmelo. No me gustan las celebraciones, y mucho menos, las que están relacionadas con la muerte de algo tan importante como son los años. Nunca me enteraré que celebra la gente, si el haber vivido o haber envejecido doce meses más. En ambos casos, es una pérdida irrecuperable. Pero, tampoco, debe de sentirse penas, por lo menos, hasta que uno esté cerca de la meta. No sé si sería bueno darle la vuelta al marcador, y empezar de nuevo por dieciocho años. Pienso, sin embargo, que tiene que ser aburrido vivir tanto tiempo. Aunque, tampoco eso que dicen los jóvenes, lo de morirse pronto y dejar un bonito cadáver.
Ha llovido mucho desde que habito este mundo. Han pasado muchas cosas, buenas y malas. Nací un mes de octubre de hace cincuenta y veinte años. Dicho así mi vejez puede pasar desapercibida, al menos, para los que no quieran o no sepan sumar. Para mí sería fácil despistarse, pues ya casi no conozco el mundo donde respiro ¡Ha cambiado todo tanto! ¡Es tan distinto al que yo conocí siendo niño! Aquel recién salido de los tiros de una guerra. De la represión y el hambre. Del estraperlo y las cartillas de racionamiento. De curas y Escuelas Nacionales. Y así hasta la emigración. Y más cerca, fin de la Dictadura y principio de la Transición. ¡Cuántas cosas han pasado! Cuántas he vivido!
Quiero brindar con todos, compañeros en este planeta, amigos de la aventura de la vida. Por lo vivido, por las alegrías y las penas, por haber llegado tan lejos en el tiempo. No importa que mi pasaje este casi agotado, con pocos visados pendientes y casi todos los años cumplidos. Levanto mí copa virtual y grito: ¡Brindo por todos los que aún vivimos!
Hoy tengo el corazón de fiesta, pues, yo solito, he cumplido años. No quiero que se note, ni que los demás lo sepan. Es mejor que todos crean que para mí no pasa el tiempo, y así hasta yo puedo creérmelo. No me gustan las celebraciones, y mucho menos, las que están relacionadas con la muerte de algo tan importante como son los años. Nunca me enteraré que celebra la gente, si el haber vivido o haber envejecido doce meses más. En ambos casos, es una pérdida irrecuperable. Pero, tampoco, debe de sentirse penas, por lo menos, hasta que uno esté cerca de la meta. No sé si sería bueno darle la vuelta al marcador, y empezar de nuevo por dieciocho años. Pienso, sin embargo, que tiene que ser aburrido vivir tanto tiempo. Aunque, tampoco eso que dicen los jóvenes, lo de morirse pronto y dejar un bonito cadáver.
Ha llovido mucho desde que habito este mundo. Han pasado muchas cosas, buenas y malas. Nací un mes de octubre de hace cincuenta y veinte años. Dicho así mi vejez puede pasar desapercibida, al menos, para los que no quieran o no sepan sumar. Para mí sería fácil despistarse, pues ya casi no conozco el mundo donde respiro ¡Ha cambiado todo tanto! ¡Es tan distinto al que yo conocí siendo niño! Aquel recién salido de los tiros de una guerra. De la represión y el hambre. Del estraperlo y las cartillas de racionamiento. De curas y Escuelas Nacionales. Y así hasta la emigración. Y más cerca, fin de la Dictadura y principio de la Transición. ¡Cuántas cosas han pasado! Cuántas he vivido!
Quiero brindar con todos, compañeros en este planeta, amigos de la aventura de la vida. Por lo vivido, por las alegrías y las penas, por haber llegado tan lejos en el tiempo. No importa que mi pasaje este casi agotado, con pocos visados pendientes y casi todos los años cumplidos. Levanto mí copa virtual y grito: ¡Brindo por todos los que aún vivimos!
sábado, 23 de octubre de 2010
DON BENITO. Calles, Plazas y Parques
jueves, 21 de octubre de 2010
INCAPACIDAD DE VIEJO
Cuando llegamos a viejo somos mucho más sabios, pero, ¿para que queremos esa sabiduría si las tareas cotidianas, más elementales y sencillas, no podemos hacerlas? Hasta para cambiar una bombilla tenemos que avisar a un electricista. El mayor problema no es la soledad, es la incapacidad para ir resolviendo los pequeños problemas que surgen en una casa cada día, y que sólo se pueden resolver con dinero y paciencia. La verdad, que no siempre se tienen las dos cosas. Hay en el hogar multitud de cosas que no puede hacer una persona mayor por mucho empeño que ponga, esas cosas tan simples para un joven. Como ponerle una zapatilla a un grifo que gotea, arreglar un enchufe, cambiar una bombilla, poner una cuerda a un toldo, subir o bajar una persiana, sintonizar el televisor, colgar un cuadro, coger o poner un libro en las estanterías…Para estas cosas tienes que avisar a profesionales, con tarifas exageradas en proporción al trabajo realizado. Dicen por desplazamiento y tiempo invertido, y así lo entendemos. Además, hemos de estar agradecidos si atienden con prontitud nuestras necesidades.
En casa se esta muy bien, a pesar de la soledad, pero surgen muchas cosas a las que los viejos no podemos hacer frente. Y por una de esas razones, acabas planteándote entregarle tú libertad a una residencia. Sin embargo. ¿dónde están las residencias? Las privadas cuestan muy caras, y las Comunidades,!tienen tan pocas! Los viejos, además de poca vida, tenemos un panorama más bien negro. Creo que la administración debería de volcarse más en la construcción de residencias. En tanto, los servicios sociales de los ayuntamientos tendrían que estudiar la posibilidad de crear un servicio permanente para que le hagan pequeñas chapuzas a los ancianos que lo necesiten. Tal ya exista en algunos ayuntamientos. Yo no los conozco. Si sé de los de limpieza y comidas a domicilio. También es importante la ayuda de algunas ONGs y voluntarios. Pero yo me refiero a esas cositas que no son para un profesional, pero que algunas personas no las pueden hacer por razón de edad o incapacidad.
Y todavía hay quien dice que la vejez esta en la cabeza. Yo pienso que esta en todo el esqueleto, y un poco menos en la cabeza.
martes, 19 de octubre de 2010
DON BENITO. Visitantes
sábado, 16 de octubre de 2010
EL VIAJANTE
Fuimos compañeros de pensión, y después de un tiempo tratándonos, fuimos muy buenos amigos. Los dos éramos personas solitarias y errantes sin ataduras en ningún puerto. Desaparecía de la pensión con la misma facilidad que llegaba. Siempre cargado de maletones negros. De tantas veces que los conté, todavía recuerdo que eran cuatro, dos que arrastraba él y dos que portaba una señora mayor, de edad indeterminada, flaca y vestida de negro, una maleta en el cuadril y otra haciendo equilibrios sobre la cabeza. No recuerdo como se llamaba aquella mujer morena y pequeñita, pero si recuerdo que se ganaba la vida llevando y trayendo maletas de los viajantes a la estación de ferrocarril. Mi amigo era uno de aquellos viajantes que recorrían el país con la mercancía y la casa a cuestas, visitando a comerciantes, que de tanto hablar con ellos, más que clientes, eran, ya, como familia. Era representante de pinturas y esmaltes, catalán de nacimiento y residente en un barrio madrileño, donde, según me contaba, residía más bien poco. No le gustaba mucho hablar de su vida, sin embargo, llegó un momento que para mí, casi, no tuvo secretos.
Un día me lo encontré llorando con un teléfono en la mano. Les resbalaban las lágrimas por los surcos de su cara, esas arrugas de los sesenta años. Pensé que habría recibido una mala noticia. A mis preguntas, me contó, con mucha vergüenza, que no podía oír al cliente por el teléfono, porque él era sordo. Hasta ese momento no me dí cuenta que mi amigo tenía un problema muy grave. Yo sabía de su sordera, pero nunca creí que pudiera afectar tanto a su trabajo y a su vida. Era una de esas cosas que nos pasan desapercibidas, sin embargo para quien la sufre es toda una tragedia. Y aunque yo no era culpable de su problema, y de poco podía servirle mi ayuda, sentí remordimientos por no haberle prestado más atención. ¡Terrible para quien tenía que vivir del público!
Durante algún tiempo nos seguimos hospedando en el mismo sitio. Él de cuando en cuando aparecía con sus maletas, su sonrisa, su cara de buena persona, su soledad y su drama.
Un cliente contó que se lo habían encontrado, un día de invierno, muy enfermo sentado en el banco de una estación, y rodeado de sus cuatro maletas. Nunca más volví a saber nada de él
Jamás quiso contarme si tenía familia.
viernes, 15 de octubre de 2010
DON BENITO. Antes y después
PLAZA DE ESPAÑA- Fue reformada a mediados de los años 60. Desde entonces no ha sufrido más cambios que la abundancia de árboles. En la foto en blanco y negro se puede ver, a la izquierda, el edificio del Banco de España, hoy Palacio Municipal.
La foto de arriba es de los años 70, y la de abajo, de 2009.
La foto de arriba es de los años 70, y la de abajo, de 2009.
miércoles, 13 de octubre de 2010
LA COMPRA EN EL HIPER
Ayer tarde estuve en un centro comercial, hipermercado o una de esas grandes superficies donde se vende todo, menos medicinas, ataúdes y coronas de muertos. Pero todo llegará, estoy seguro. A la vista de la afluencia de público, y con la alegría que llenaban los carritos, pensé un momento en la crisis. Fue nada, un momento, un descuido. Mirando las compras, no había motivos para preocuparse. Sin embargo, el semblante de la gente, estaba como nublado. Con muchas arrugas y muy serios. Pensé que, tal vez, la alegría se quedaba fuera esperando en la entrada. Lo importante era el sobre de la nómina, los restos de las ayudas o la hucha del niño. Al fin y al cabo es bonito ver a la familia unida empujando el carrito con la compra y algún niño medio dormido dentro, que puede ser que en un descuido la cajera le busque el código de barra para cobrarlo. Porque lo controlan todo en las cerca de las treinta cajas que estuve observando, y viendo como los dedos de las cajeras echaban chispas apretando botones de las máquinas registradoras. Arriba, en el techo, en las paredes y por todas partes ojos de cristal pendientes del más mínimo detalle. Guardias uniformados, hombres trajeados, chicas con patines y carteles de muchos colores colgando o descansando en las estanterías.
Es riada de compradores en movimiento. En frenética actividad, con los ojos desencajados mirando a todos los lados. Cogiendo y soltando artículos, tomándoles el peso y la textura y mirando el precio del siempre pago al contado, o más bien pensando si le quedaría bastante dinero para comprar el pan al día siguiente en la tienda del barrio. Aunque no importa, se compra fiado. Como se compraba en esas otras que hoy tienen el cartel de se alquila, se vende o se traspasa.
Es el precio que hay que pagarle al progreso. El dinero de los trabajadores, parados y demás consumidores acaba engordando beneficios de bancos extranjeros.
Es riada de compradores en movimiento. En frenética actividad, con los ojos desencajados mirando a todos los lados. Cogiendo y soltando artículos, tomándoles el peso y la textura y mirando el precio del siempre pago al contado, o más bien pensando si le quedaría bastante dinero para comprar el pan al día siguiente en la tienda del barrio. Aunque no importa, se compra fiado. Como se compraba en esas otras que hoy tienen el cartel de se alquila, se vende o se traspasa.
Es el precio que hay que pagarle al progreso. El dinero de los trabajadores, parados y demás consumidores acaba engordando beneficios de bancos extranjeros.
martes, 12 de octubre de 2010
DON BENITO. Día de la Velá
En romera procesión el pueblo de Don Benito acompaña a su Patrona la Virgen de las Cruces a su Ermita. Allá, a los pies de la sierra de Ortigas. Esta imagen fotográfica, de hace más de 20 años, ya se venía repitiendo años atrás años, y se seguirá repitiendo en muchos años venideros. Es la fe de todo un pueblo.
sábado, 9 de octubre de 2010
REGALAR FOTOS ANTIGUAS
No lo puedo negar, me llevé un disgusto cuando vi las dos fotos que regalé desinteresadamente, copiadas por impresora en un folio de papel de ínfima calidad. Las imágenes que yo había tratado con tanto esmero y trabajo, a penas eran visibles. Eran una mancha en el blanco del papel, y pagadas, entre otras fotocopias, en las tablas del stand. A pesar de lo que representan para la historia de la ciudad, daba la impresión que se deseaba que pasaran desapercibidas, como un pegote más. Saque la impresión que quisieron llenar espacio, y lo hicieron con un documento gráfico valioso que mostraba los cambios habido en una parte de la ciudad. Lo que muestran es irrepetible, porque no se pude reconstruir lo que fue, y ya no existe.
Tengo un problema. Cuando alguna persona, organismo o asociación, me pide fotos antiguas para exposiciones, publicaciones o de, digamos, interés públicos, las preparo, las grabo en un CD y lo regalo. Nunca he querido cobrar nada, absolutamente nada. Pues, esta generosidad hay personas que no la entienden. Deseo que la gente se beneficie de esas fotos, que, al fin y al cabo, son parte de sus recuerdos. Yo, a cambio, sólo pido que a mi obra se le de un buen tratamiento, y se respete el nombre del autor. Estoy obligado a asumir mi responsabilidad ante lo bueno y lo malo. Y digo, tengo un problema. Quiero seguir haciendo las cosas como las he venido haciendo hasta ahora, pero la enfermedad me va limitando mucho. Soy incapaz de negar nada de lo que poseo. En conciencia, no debo cobrar nada, pero tampoco debo de regalar nada, ¿qué hago? ¿Negar lo que yo considero que es un servicio? Al final, como siempre, dejaré que el tiempo y la enfermedad decidan.
He de decir, es de justicia, que la inmensa mayoría de las personas, organismos, asociaciones…, tratan con exquisito esmero mi obra. Pero, por desgracia, también hay quién sólo ve en ella algo para llenar un hueco. Y la verdad que eso acaba con la moral del más templado.
Tengo un problema. Cuando alguna persona, organismo o asociación, me pide fotos antiguas para exposiciones, publicaciones o de, digamos, interés públicos, las preparo, las grabo en un CD y lo regalo. Nunca he querido cobrar nada, absolutamente nada. Pues, esta generosidad hay personas que no la entienden. Deseo que la gente se beneficie de esas fotos, que, al fin y al cabo, son parte de sus recuerdos. Yo, a cambio, sólo pido que a mi obra se le de un buen tratamiento, y se respete el nombre del autor. Estoy obligado a asumir mi responsabilidad ante lo bueno y lo malo. Y digo, tengo un problema. Quiero seguir haciendo las cosas como las he venido haciendo hasta ahora, pero la enfermedad me va limitando mucho. Soy incapaz de negar nada de lo que poseo. En conciencia, no debo cobrar nada, pero tampoco debo de regalar nada, ¿qué hago? ¿Negar lo que yo considero que es un servicio? Al final, como siempre, dejaré que el tiempo y la enfermedad decidan.
He de decir, es de justicia, que la inmensa mayoría de las personas, organismos, asociaciones…, tratan con exquisito esmero mi obra. Pero, por desgracia, también hay quién sólo ve en ella algo para llenar un hueco. Y la verdad que eso acaba con la moral del más templado.
viernes, 8 de octubre de 2010
DON BENITO. Fútbol
miércoles, 6 de octubre de 2010
LA ENFERMEDAD COMO ALIADA
“ Cuando una enfermedad no tiene cura hay que convertirla en aliada, y organizarse la vida contando con ella, todo menos resignarse y abandonar la lucha. Con una enfermedad también se puede ser feliz, sólo que hay que aprender a serlo. Y te lo digo yo, que sé mucho de eso” Disancor.-
Esto lo escribí en un Libro de Vistas de la Red. Nunca leo lo que escribo, y esto lo leí porque no me acordaba que fuese mío. Y sin conocer la autoría, me gustó lo que había escrito. Pensé en la cantidad de enfermedades que no tienen cura, en nuestro empeño por vencer un imposible. Amargándonos la vida en esa lucha inútil, malgastando las energías que nos pueden ser útiles cambiando de táctica. Hay que aceptar la realidad, eso no supone darse por vencido. Eso es aliarse con la enfermedad, aceptando las limitaciones que nos impone. Y vivir con naturalidad la vida que nos ha tocado. Si bien, la salud no esta en nuestras manos, si lo esta en ser feliz a pesar de la enfermedad. Y dure lo que dure. Ni siquiera para los sanos la felicidad es eterna.
Para aprender a ser feliz, ha de dejarse de llorar sobre las desgracias propias, que por grandes que sean no son únicas. Plantarle cara a las limitaciones, ignorarlas hasta donde se pueda, y que dejen de ser importantes. Los obstáculos que parecen insalvables, también se pueden vencer de alguna manera.
Y digo: “yo sé mucho de eso” Claro que lo sé, desde hace muchos años. Después de dos años en hospitales, pedí el alta voluntaria, y con una enfermedad incurable me lance a la vida. A pelear y competir por el trocito de felicidad que me correspondía. Muchas dificultades, pero estoy contento por todo lo que he vivido. Orgulloso por la familia que he creado, por su respeto y por el de mis amigos y vecinos. Y no me quejo, no, porque mí vida, hoy, se consuma encima de una silla de ruedas. Para mí no era una sorpresa, ya conocía parte de mi destino.
Esto lo escribí en un Libro de Vistas de la Red. Nunca leo lo que escribo, y esto lo leí porque no me acordaba que fuese mío. Y sin conocer la autoría, me gustó lo que había escrito. Pensé en la cantidad de enfermedades que no tienen cura, en nuestro empeño por vencer un imposible. Amargándonos la vida en esa lucha inútil, malgastando las energías que nos pueden ser útiles cambiando de táctica. Hay que aceptar la realidad, eso no supone darse por vencido. Eso es aliarse con la enfermedad, aceptando las limitaciones que nos impone. Y vivir con naturalidad la vida que nos ha tocado. Si bien, la salud no esta en nuestras manos, si lo esta en ser feliz a pesar de la enfermedad. Y dure lo que dure. Ni siquiera para los sanos la felicidad es eterna.
Para aprender a ser feliz, ha de dejarse de llorar sobre las desgracias propias, que por grandes que sean no son únicas. Plantarle cara a las limitaciones, ignorarlas hasta donde se pueda, y que dejen de ser importantes. Los obstáculos que parecen insalvables, también se pueden vencer de alguna manera.
Y digo: “yo sé mucho de eso” Claro que lo sé, desde hace muchos años. Después de dos años en hospitales, pedí el alta voluntaria, y con una enfermedad incurable me lance a la vida. A pelear y competir por el trocito de felicidad que me correspondía. Muchas dificultades, pero estoy contento por todo lo que he vivido. Orgulloso por la familia que he creado, por su respeto y por el de mis amigos y vecinos. Y no me quejo, no, porque mí vida, hoy, se consuma encima de una silla de ruedas. Para mí no era una sorpresa, ya conocía parte de mi destino.
martes, 5 de octubre de 2010
DON BENITO. Calles, Plazas y Parques
sábado, 2 de octubre de 2010
HUELGA GENERAL
He vivido otra Huelga General, una de esas, que según los sindicalistas, hace historia. Pienso que todas son históricas, porque todas tienen fechas. En esta, dada mi situación, no he participado de forma activa, ni a favor ni en contra. Mi papel ha sido el de modesto observador, y no voy a contar cosa que no haya visto. Ni siquiera opino ni analizo, eso se lo dejo a los entendidos y a los que, en alguna medida, tienen grandes intereses en ella.
Muy de mañana salí a pasear por las calles más céntricas y comerciales. En casi la totalidad de las puertas y escaparates de los negocios había pegatinas que decían, más o menos: CERRADO POR HUELGA, y la fecha. Esto me hizo pensar que el apoyo del comercio era total, y, tal vez, eso hubiera escrito un informador de haber pasado por allí a las 8 de la mañana. Pero si hubiera pasado a las 10, hubiera tenido que cambiar la información, pues a esa hora estaban todos los negocios abiertos, las pegatinas arrancadas y ensuciando el suelo. Y a las once hubiera tenido que hacer otro cambio a la vista de piquetes informativos invitando a los comerciantes a echar el cierre de las tiendas. Operación que observan numerosos efectivos de la policía desde la acera de enfrente.
Todo el tiempo que los piquetes habían estado cerca, los comerciantes lo pasaron cerrando y abriendo puertas y persianas. Cualquiera hubiera pensado que lo hacían por entretenimiento y no por miedo, cosa impensable en una huelga democrática, y que es voluntario secundarla o no secundarla. ¿Qué razones podría haber para sentirse amenazado?
Hubo una manifestación con muchas pancartas, banderas Extremeñas y alguna Republicana. La participación de salida no llegó a multitudinaria, en una población de cerca de 40.000 habitantes. Las cifras para estas cosas no se sujetan a reglas y si a voluntades e intereses. Cualquier cifra que se de, para unos será buena y para otros mala. En estas cuestiones ni siquiera hay términos medios.
Y ya han pasado unos días desde la huelga. Se habrán hecho recuentos y valoraciones, y la gente de la calle nos preguntamos: ¿Habrá servido para algo?
viernes, 1 de octubre de 2010
La calle Groizard es una de las más céntricas, precisamente porque desemboca en la Plaza de España, corazón del pueblo. En la foto de arriba, a la izquierda Banesto, y a la derecha el Ayuntamiento. En la de abajo, sigue Banesto, -hoy edificio derribado-, y donde estaba el Ayuntamiento se ha levantado la Casa de la Cultura. Obra del famoso arquitecto Rafael Moneo.
La foto en blanco y negro es de los años 70, y la de color de 2008.
La foto en blanco y negro es de los años 70, y la de color de 2008.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)