miércoles, 30 de septiembre de 2009

LOS DUENDES DE LA MADRUGADA



Tras una noche de duermevela, de sueños, de pesadillas, de agitación y dolores, llega la madrugada. Esa hora misteriosa en la se hace resumen de lo soñado, y proyectos para el nuevo día. ¡Pero que larga es la madrugada para quién sufre! !Cuánto tarda en llegar el día! El alba parece que se alejara a medida que aumentan los deseos y se agigantan los temores. Nos invaden todos los miedos a la noche eterna. Tratas de ver o, siquiera, adivinar en la oscuridad, notas como las lágrimas te resbalan por la cara, y como mojan la almohada, y en ese llanto manso e incontenible te preguntas: ¿ me tocará un cachito de felicidad en el reparto de la jornada? La luz tarda, y nos preguntamos con angustia, ¿cuándo llegará la mañana? La mente engaña y necesita la claridad para que se disipen las dudas y desaparezcan los monstruos. En la quietud y el silencio la conciencia se agita y tú te confiesas a ti mismo y te perdonas, con la promesa de la enmienda. El alba es como el puerto seguro para el barco, la tabla para el náufrago, el calmante para el enfermo, con su llegada habremos triunfado sobre el sufrimiento y lo incierto. Y apenas adivinamos el fin de la noche, y empiezan a desaparecer las tinieblas, huyendo los duendes del pensamiento y de lo desconocido, nos entra la modorra de lo no dormido, el alma liberada se toma un descanso, y hasta tenemos un sueño largo, muy largo, con la duración de segundos en el tiempo y días en el pensamiento. En el dormitorio empiezan a vislumbrarse los objetos, adquirir forma las cosas, a verse los muebles, y adivinas tu cuerpo sobre la cama, y arriba, en el cabecero, tal vez, un crucifijo, símbolo de tu fe, y recordatorio de sufrimiento y muerte. Y amanecerá como si nunca antes hubiera amanecido, hermoso, luminoso y colorido. Se nos ofrecerá alegre para que sigamos viviendo lo no vivido y sufrir lo no sufrido, porque vida y sufrimiento es la misma moneda, en la misma cara.
¿Y si no me levanto? No pasa nada, se habrá cumplido tu destino.

martes, 29 de septiembre de 2009

EMIGRACIÓN



En aquellos años me impliqué a fondo en el tema de la emigración. Participé desde muchos campos. La verdad era algo que, directamente o indirectamente, a todos nos afectaba. Unos emigrando, otros trabajando para la emigración y otros beneficiándose o perjudicándose de la misma, el perjuicio fue, que duda cabe, humano, principalmente, por la separación de las familias. Empecé luchando en contra del analfabetismo, para que la familia que quedaba aquí pudiera comunicarse por cartas con sus parientes trabajadores en el extranjero. Fue una lucha contra reloj. Organicé clases en las que enseñaba lo necesario para leer y escribir cartas, siendo, casi siempre, el libro de texto la carta recibida del hijo, el novio, el hermano o el marido. Pongo, a modo de ejemplo, el caso de una mujer, que de ser analfabeta total, en poco más de un mes pasó a leer o escribir las cartas a su marido, trabajador en Alemania. La necesidad y la voluntad obraban el milagro. Otra de las actividades que desarrollé fue la gestión de todo tipo de documentos relacionados con la emigración. Muchos trabajadores iban a la aventura, como turistas invitados por, reales o inventados, parientes o amigos. Conseguir un pasaporte no era tarea fácil, pues había que demostrar muchas cosas: que no tenía antecedentes panales, que a juicio de la Guardia Civil o la Policía, eras buena persona, que tenías una cartilla en el banco con dinero suficiente para viajes y estancia en el país elegido, y otro montón de papeles, algunos nada importantes, pero motivo para que no te dieran el pasaporte. Tuve que hacer algunas trampas para obtener papeles, maquillar algún certificado de empresa, abrir cartillas con dinero suficiente para pasar el trámite, era un dinero mío, que destinaba para esas cuestiones. También, en casos extremos, presté dinero para viajes. Jamás tuve problema, nunca tuve que reclamar nada, todo el dinero me era devuelto. Por mis servicios nunca cobré nada, pero cuando venían de vacaciones me traían algún regalo, algún libro de esos que estaban prohibidos en España. Todo lo hice por mi gente, por mis parientes, por mis amigos, por mis vecinos, en resumen, por mi tierra.
En el año 1965, viajé en tren de Madrid a Hendaya, y de Hendaya a Ginebra, y pude comprobar por mi mismo en que condiciones viajaban nuestros trabajadores al extranjero. Amontonados, masificados, de pie o tirados por los pasillos. El tren Francés no era mucho mejor que el Español, además del escaso especio, la noche fue muy fría, y muchos de aquellos viajeros combatían el frío, el miedo y las penas, con coñac. Siempre recuerdo, todavía con pena, un emigrante sentado en un banco de la estación de Ginebra, con la cabeza entre las manos llorando como un niño. Me contó que lo habían rechazado en el reconocimiento médico, que les hacían allí mismo, en la estación, porque se le había ido la mano con el coñac. Imaginé muchas cosas, y quise ser solidario con él, le ayudé lo que puede, pero tuve que seguir mi camino y dejarlo sólo con su drama.
Frente a lo negativo de la emigración estaba lo mucho positivo, la cantidad de personas que con el dinero ganado en el extranjero pudieron instalarse en sus pueblos o ciudades, montando negocios, comprando tierras y viviendas, o sencillamente, aplicando aquí los conocimientos adquiridos fuera. Y aprendieron que el trabajo tiene derechos, que había que implicarse en la lucha social y en la libertad sindical, y con los que retornaban empezaron a llegar ideas nuevas, que a pesar de la mucha vigilancia del sistema, calara, poco a poco, en muchas capas de nuestra sociedad.

lunes, 28 de septiembre de 2009

OPORTUNIDADES PERDIDAS

Quisiera hacer hoy hacer todas las cosas a las que dije, no. Empezar a andar por los caminos que nunca me atreví. El titubeo y la duda es negarle oportunidades a la vida. Y se presentará o no se presentará otra ocasión, pero no será lo mismo. Cada instante tiene su marco en el tiempo, el no o el si de hoy, no es como el de mañana. Cuando algo se repite, es de forma diferente ¿Si yo hubiera dicho sí entonces..? Nunca sabremos que hubiera pasado. Y así mueren proyectos sin haber nacido, amores silenciosos, terminados en el olvido. Echas la vista atrás y desearías desandar lo andado, volver a vivir lo vivido, no puede ser, el tren de las oportunidades pasa una sola vez por el mismo sitio. Ahora nos queda hacer recuento de los triunfos y de los fracasos, de estos más que de aquellos. Ya de nada vale arrepentirse de nuestra escasa decisión, ni llorar por el tiempo perdido. Es el azar, es el destino escrito con letras ilegibles para los seres humanos. Sin embargo, en nosotros esta decidir, pero no acertar o equivocarnos.

sábado, 26 de septiembre de 2009

ESCRIBIR O PERMANECER MUDO

He de confesar que de informática entiendo un poco, pero de Internet no sé casi nada, pues solamente lo he utilizado para el correo y la búsqueda de información. Es ahora cuando, ampliando el campo, he empezado un blog, sin conocimientos y con la única pretensión de tener un soporte para lo que escribo. Ni siquiera escribo con la aspiración de que me lean; escribo porque apenas me puedo comunicar hablando, y todas las personas necesitamos desahogar contando nuestras penas o alegrías, y escribo porque tampoco puedo seguir digitalizando lo que me queda de los 40.000 ó 50..000 negativos fotográficos, parte del archivo que conservo de mi vida profesional, y que los tenía incluidos en un ilusionado plan de archivo y conservación. No quisiera abandonar mi proyecto, y aunque mis manos cada día tiemblan más, no pierdo la esperanza de encontrar una forma de seguir escaneando negativos. Y hasta entonces continuaré escribiendo, diciendo tonterías, en definitiva, desahogando. Necesito actividad, no concibo la vida sin hacer nada, y después de todo, exprimir la sesera, como actividad, no esta mal, y con la ventaja de que la pantalla del ordenador es muy paciente, ni protesta ni se queja.
Soy consciente de la multitud de posibilidades que tiene el fabuloso mundo de Internet. Y por más que lo intento, mi entendimiento no llega a comprender, siquiera una mínima parte, de su grandeza, y es que mi mentalidad es vieja, sin embargo, aún intentando correr con los tiempos, las nuevas tecnologías me han ganado la carrera, dejándome rezagado y lejos de la meta.
Llevo sobre 20 años trabajando con el ordenador, y confieso con vergüenza que un niño sabe más que yo de informática. Sólo sé para ir apañándome.

TABERNAS


Si había sitios acogedores aquellos años de miseria, eran las tabernas de barrios, sobre todo, de barrios obreros, porque en ellas se daba todo lo que era el pueblo. La esencia, el tipismo, las costumbres, en una palabra, el alma del lugar estaba en las tabernas, en ellas se podía degustar la cocina más variada, más sorprendente, exquisita o rara, que pudieras imaginar, allí estaba todo lo típico, todo lo que había pasado de generación en generación sin sufrir cambios apreciables. Aperitivos, tapas, raciones, y todo producto de la zona, y con lo se ganaban la vida mucha gente. Ranas, peces, pajarillos, caracoles, pestorejo, berenjenas…, y todo ello cocinado en el establecimiento y en muchos casos, al instante. Para conocer un lugar era obligatorio pasar por las tabernas. Las tabernas eran diferentes de un lugar a otro, pero ya convertidas en bares perdieron las diferencias, perdieron todo interés, ahora se come y se bebe lo mismo en cualquier parte. Aquellas tabernas, con los carteles de “ESPECIALIDAD DE LA CASA” ,”SE PPROHIBE EL CANTE, AUN HACIÉNDOLO BIEN”, “HAY TABACO”, y tantos otros letreros, y un cameros con un delantal blanco atado a la cintura, y una tiza en la oreja, con la que hacía rayas sobre el mostrador, y los clientes de siempre, de toda la vida, bebiendo vasos de vino en el mostrador, solos o en grupos, o diseminados por el local, sentados a las mesas, jugando a las cartas, otros delante de una botella de vino y un vaso, bebiendo acompañado o solo consigo mismo, y el humo del tabaco y el tono de las conversaciones llenándolo todo. Clientes nuevos que entran, clientes viejos que se apartan para dejar sitio en el mostrador, se sienten un poco dueños, y cuidan a los nuevos parroquianos con la misma cortesía que, de verdad, si fuesen los propietarios. Y en un rincón, un parroquiano contempla la botella vacía y el vaso medio lleno, le gustaría tomar otra botella, pero esta en paro, mañana irá a espárragos… Se levanta, se toma de un trago el vino que le quedaba, y sin soltar el vaso, toma la botella y se dirige al mostrador, donde deja vaso y botella, y con voz ronca y baja le susurra al camarero: “ Apúntalo, Julián”
Me gustaban las tabernas, me gustan las tabernas de mis recuerdos, creo que sin ellas nuestras vidas hubieran sido mucho más tristes, porque en aquellos tiempos difíciles daban un servicio público al alma, eran el sitio ideal para soñar, y el mejor escaparate para mostrar la esencia de nuestra ciudad. Historias, vino y tapas del pueblo. Vino de la tierra, tapas e historia nuestra. Recuerdos que el tiempo ha barrido hacia la historia. Ya no existen aquellas tabernas, están en la historia y el recuerdo.

viernes, 25 de septiembre de 2009

MI AMIGO CLAUDIO


Mi amigo Claudio quiso inspirar odio y temor antes que cualquier otro sentimiento, yo siempre pensé que eran el escudo tras el que ocultaba su dolor por el cuerpo que la naturaleza le había dado. Un cuerpo deforme, como si no se hubiera acabado de hacer o se hubiera desarrollado de cualquier manera, las piernas delgadas como alambres y torcidas como ganchos, los brazos en parecido estado y las manos terminadas en dedos muy retorcidos, el tronco y la cabeza, normales. Se desplazada en silla de ruedas manual, primero, casi siempre empujado por niños o jóvenes desocupados, luego en silla de motor. Cuando yo empecé a relacionarme con él, ya vivía sólo, los padres habían muerto, y con su familia apena se trataba. Mi relación fue más bien de coincidir en labores informativas, pues él era corresponsal de una Cadena Nacional de Radio, y además colaboraba habitualmente en algunos periódicos. Era luchador e inteligente, mordaz y despreciativo, orgulloso e intransigente, paseaba con dignidad y orgullo su cuerpo deforme, plantaba cara a la vida y a la gente con la misma temeridad de un suicida, no le importa nada, creo porque nada tenía que perder. Era provocador, era despiadado consigo mismo y con todo el que tenía la desgracia de toparse con él. ¿Tenía amigos? Si, todos aquellos que le temían, y eran muchos. No pedía, exigía. Si barruntabas que te iba a pedir un favor, mejor era esconderse que negárselo. Tan mal trataba a las personas, alguna, en el colmo del enfado, le tiró al suelo con silla y todo.
Este era el Claudio que todos conocían, pero debajo de esa coraza de dureza y desconsideración, estaba el drama terrible de un ser humano, un ser humano que dependía enteramente de los demás, que muchas noches dormía en la silla porque no se podía acostar, que si alguna buena persona lo acostaba, al día siguiente, no se podía levantar, de esperar muchas noches en la puerta de su casa a que pasara alguna persona, para que le abriera, siquiera, la puerta, no faltaron noches pasadas en la calle. Por temporadas, encontraba alguna mujer que quisiera o pudiera convivir con él, o hombres mayores que lo acostarán y lo levantarán, en casos extremos, la Parroquia enviaba alguna persona. Pero fueron muchos años de soledad, y en tanto tiempo, le ocurrió de todo, estoy seguro que vertió lágrimas que nunca llegamos a conocer, ni, que dado su carácter y deseos de libertad, jamás pudimos imaginar. Yo creo que, también él tenía su corazón. Estoy seguro.
Conmigo fue siempre lo contrario que era con la gente, considerado y respetuoso, y de la misma manera le traté yo, y jamás cuestioné su forma de pensar, ni juzgué comportamientos.
Un día me lo encontré por la calle y lo saludé con alegría preguntándole: -“Claudio, ¿cómo te encuentras? – Y él me contestó con toda naturalidad, sin miedo, sin que le temblara la voz: -“Bien. Tengo un cáncer”-
Al poco tiempo murió. Su muerte pasó desapercibida. Estoy seguro que si vio su entierro desde el más allá, dijo con burla: -“Así tenía que ser, no podía ser de otra manera”-

jueves, 24 de septiembre de 2009

LOS CURANDEROS

Los curanderos son esas personas, la mayoría, que presumen de tutearse con Dios, dicen estar en el negocio del milagro, y que gracias a eso, no hay enfermedades que se les resistan. Lo curan todo, menos la enfermedad real. Curan las enfermedades inexistentes, esas que sólo están en la cabeza. Imaginarias, de la mente o del alma, pero con las del cuerpos, con esas, no pueden, aunque se atreven prometiendo salud a las personas con daños incurables, que en su desesperación recurren a ellos. Y les escuchan, y les obedecen y les pagan, con esa esperanza tan humana de “a ver si quizás”. La razón no obedece cuando se trata de salud y unos instantes más de vida. Cuando esta todo perdido, cuando la medicina convencional se declara vencida, cuando ya no vale la pena luchar, porque se han agotado todos los recurso y todos los remedios, la gente acuden al curandero. Van suplicantes, con humildad, porque creen que esa es la aptitud que hay que tener para curarse. Atienden los rezos, pagan los menjunjes, y para el curandero, ni un mal pensamiento, porque eso puede perjudicarles. Es tal el poder de sugestión, de miedo o de esperanza, que el enfermo no se atreve a poner en dudas sus dotes de sanador.
Y el caso es que la gente, en el fondo, vislumbran que les están engañando, pero prefieren no darse cuenta, poner en duda su intuición, ignorar lo que ven, para así no matar la esperanza, y si para evitar que esa llama se extinga. Y como último recurso, hay que acudir al engaño, pues, tal vez, son necesarios los curanderos.
Triste la enfermedad, triste cuando todo es oscuridad, triste la muerte, triste…

miércoles, 23 de septiembre de 2009

MAÑANA SERÁ OTRO DÍA


Mañana será otro día, mañana seremos un poco más viejos, habrán cambiado muchas cosas, no necesariamente para peor, tal vez hayan sido cambios mínimos, apenas perceptibles, que no modifiquen en nada nuestras vidas, también cambios bruscos que den al traste con nuestra comodidad, que trastoquen nuestra º--¡º_ tranquilidad. Pero digo yo, ¿porqué hemos de empezar a sufrir la desgracia que todavía no ha ocurrido, o que no ocurre jamás, o que ocurren de forma distinta, no siendo tan mala ni tan grave? Suframos el momento, y sujetemos bien las riendas de la imaginación para que no se desboque. Somos esclavos de la imaginación que exagera todos nuestros pensamientos negativos, la mayoría, en temores, dudas y miedos. Somos muy negativos, somos muy pesimistas,, estamos cargados de miedos descomunales, quizás sea cierto que la imaginación es el cielo y el infierno que nos premia o nos castiga, pero que por nuestra forma de pensar, recibimos más castigo que premio. Mañana será otro día,, y lo que este de pasar pasará,¿para que martirizarse? Siempre nos estamos preparando para lo peor, las penas llegarán,¿pero no es preferible que el tiempo que malgastamos en ser desgraciados lo gastemos para ser felices? Mañana seremos más sabios, mañana la vida nos dará nuevas oportunidades.
En buena lógica, sin embargo, deberíamos decir los viejos: mañana seré más viejo, mis achaques habrán aumentado, tendré menos parientes y amigos, porque se van muriendo, pero, ¿qué puedo hacer? Nada, nada más que esperar viendo pasar el poco tiempo que queda para el final, pero dichoso de seguir respirando, bebiendo sorbos de vida, paladeando despacio los posos de esencia, sin pensar nunca que se puede acabar.

martes, 22 de septiembre de 2009

EL ENTIERRO DE MI MADRE


Era Viernes Santo, el día que las campanas enmudecen y los fúsiles apuntan al corazón de la tierra, el día que la Cristiandad rememora la muerte de Jesucristo, y ese día, como si del mismo Cristo se tratará, se enterró mi madre. A las cinco de la tarde, la hora sagrada de los toreros, la hora fatídica de la muerte. Y en procesión, igual que el Santo Entierro, acompañaron su féretro alabarderos, nazarenos y penitentes hasta el cementerio. No tocaron las campanas, pero tuvo el mejor acompañamiento. Yo me escapé de la casa de unos amigos para ver su entierro, para decirle adiós a la caja con sus restos. A mis nueve años no podía entender la tragedia, pero algo me decía que aquella despedida era definitiva y mi madre irrepetible, insustituible, irreemplazable. Permanecí escondido detrás de una esquina hasta que la comitiva se perdió a lo lejos camino del cementerio. Permanecí todavía largo rato en aquel lugar, con la vista fija en el punto por donde había desaparecido, quizás con la remota esperanza de verla aparecer como la recordaba, con el brío y la hermosura de treinta y tres años. Como un autómata, aturdido por la pena, la calle borrosa por el llanto, fui a por mis hermanos, los dos más pequeños que yo, pero igual de desvalidos. Los abracé, tal vez, el pequeño me preguntó por mamá y mi hermana me mostró un trozo de dulce, diciéndome: ”Toma dáselo a mamá” Cuando llegamos a casa solamente quedaban algunos parientes, todos llegados de fuera para el entierro. Hubieron de seguir con sus vidas, volviendo a sus pueblos, y allá quedaron tres niños y un viudo en un pueblo pequeño.
Pasó S emana Santa, volvieron a tocar las campanas, la boca de los fusiles a mirar al alba. Los niños crecieron sin olvidar su historia, historias de pobres, grandes historias.

lunes, 21 de septiembre de 2009

CORCHO




Como se ve: Corcho para tapones, botijo con agua de la fuente, y la vejez peleando con los años. Estampa para la que ya no hay anciana ni escenario.

domingo, 20 de septiembre de 2009

IGUALDAD



Igualdad entre hombre y mujer, si, claro, debe de ser así. Los mismos derechos y los mismos deberes, teniendo en cuenta las características de cada sexo. Las leyes deben de ser iguales, en el aspecto material todos tienen parecidas necesidades. Lo que no es normal que se pretenda igualar en comportamientos y aptitudes los dos géneros, y el neutro, y da la impresión que hacía eso se camina. La hembra camina hacía el terreno del varón y el varón retrocede al terreno de la hembra, con lo que se tiene la impresión que la mujer es cada vez más hombre, y el hombre cada vez más mujer. ¿Es bueno o malo? Pues yo que sé. Imagino que todo dependerá de los intereses que tenga cada sexo, y de quién piense que nos vamos acercando a la perfección.
Yo, sin embargo, permitan me, estoy triste y decepcionado viendo el rumbo de la vida, porque a mi me gustan las mujeres que huelan a hembras, sugerentes y misteriosas, con embrujo, con todas esas cualidades que hacen que vuele la imaginación. Belleza natural, conjunto natural, sólo con ligeras pinceladas a la obra de arte que es el cuerpo femenino. Estoy anclado en el pasado, y mi forma de expresarme se puede confundir con la de un machista, pero nada más lejos, solamente soy un respetuoso admirador de la belleza. Eso no se lleva, entonces, gente como yo, vivimos muy confundidos. El requiebro y el piropo son cosas de otros tiempos.
¿Y a las mujeres como les gustan los hombres? ¿Chulos, calaveras y tarambanas, o tal vez, dóciles, obedientes y perfumados amos de casa?
¿Dónde esta la raíz de tantas separaciones? ¿Intereses, egoísmo, soberbia o competencia? Aunque casi siempre se le echa la culpa a que “se acabó el amor” Poco aguante tiene, hoy día, el amor. Grandilocuentes y apasionadas declaraciones del calentón del momento, humo sin valor, firma sin papel. Y a todo esto ¿ no sería posible que algún día estemos unidos por las leyes y respetuosos con los sentimientos? No es así, una cosa nos une y otra nos separa, y no admitimos que siempre será de esa manera. Es nuestra diferencia.

sábado, 19 de septiembre de 2009

ME HE CAÍDO

Mala suerte. Esta mañana me he caído de la silla y he pegado un porrazo de muerte. Al subir un bordillo he tomado impulso para subir las ruedas delanteras, y, a pesar de inclinarme para delante, la silla ha dado la vuelta, caído encima de mí, y yo de espalda, dándome en la cabeza, haciéndome una brecha, por la que empezó a salir bastante sangre. Inmediatamente estuve rodeado de gente, y con el nerviosismo que provoca la vista de la sangre, unos levantaron la silla, otros me subieron en ella, otros trataban de detener y limpiar la sangre, con lo que podían, otros llamaban a la policía, otros, la ambulancia... Fue una operación de socorro encadenada, limpia y rápida, la policía y la ambulancia, tardaron unos minutos, y unos minutos después me estaban curando en un Centro de Salud. Unos puntos, y como nuevo. Las caídas son inevitables, cada día que salgo a la calle cuento con ese riesgo, y en tanto no me rompa un brazo, la cosa no tiene mayor importancia. Miedo, cada día tengo un poco más, voy menos seguro, titubeo más para subir o bajar un bordillo, quisiera ser tan loco o inconsciente como he sido de aquí para atrás, tal vez, la edad me haya puesto más cuerdo.
Gracias, un millón de gracias a todas las personas que me ayudaron, policía, personal ambulancia y del Centro de Salud.

viernes, 18 de septiembre de 2009

VOLUNTARIO EN EL EJÉRCITO


Cuando ingresé en el Ejército tenía 16 años, casi un niño. Procedía de un pueblo de unos 1.500 habitantes, y a muchos kilómetros, en tren, de Sevilla. Mi incorporación la hice en el Regimiento de Infantería, Soria,9, cuyo cuartel se encontraba en la Plaza del Duque, donde esta hoy El Corte Inglés. Me fui al Ejército huyendo del hambre y las penurias que se arrastraban por entonces, además podía labrarme el porvenir que en el pueblo era más bien negro. Pasé el reconocimiento en el Hospital de la Macarena, con apto para todo servicio. Y con una maleta de madera, atada con una cuerda, y en su interior, una toalla y un peine con pocos dientes, y en el bolsillo, un billete de 5 pesetas, me hice soldado. Empecé mi nueva vida con un uniforme un poquito grande, y unas botas 3 ó 4 números más de lo que me correspondía, con el gorro hubo suerte, me estaba bien, y de esta guisa me lance a comerme el mundo. El paseo de la tarde lo aprovechaba para ambientarme, explorar la ciudad, y ver cosas que fueran de utilidad a mis planes. Con las 5 pesetas compré dos paquetes de tabaco, Ideales, que vendía por el cuartel, en cigarros sueltos. Cuando los vendía, compraba más. Me asocié con un veterano que tenía el negocio del tabaco, y cuando se licencio me traspasó la industria tabaquera.!Santos Dios, cuanto trapicheo! Me iba tan bien que hasta me pude pagar una Academia, a la que asistía en las dos horas que tenía de paseo. Apenas sabía leer y escribir, solamente lo necesario para defenderme.
Cuando repaso mis recuerdos, tengo la sensación que esas cosas no me pasaron a mí, que mi vida ha sido más sencilla, más simple, más cómoda. Y es que el tiempo difumina asperezas, y borra las cicatrices de las heridas que te ha ido haciendo la vida. A estas alturas, se cuentan las cosas sin apasionamiento, sin el ardor de la proximidad. Esta todo fuera de la órbita, y en nada te puede afectar. Unos hechos se recuerdan mejor que otros, quizás te impresionaron más y de distinta manera. Otros el mecanismo de autoprotección se encargó de borrar.
¿Tiene algún valor lo que cuento? Ninguno. ¿A quién puede interesarle? A nadie. ¿Porque lo cuento? No sé, pero, en el fondo no son nada más que pensamientos en voz alta. Algo que no querías contar y se te escapó, y una vez ahí lo deje porque es historia, mi historia, mi insignificante historia.

jueves, 17 de septiembre de 2009

OBSTÁCULOS EN PASO DE PEATONES

A quién corresponda, rogaría, si no supone mucho esfuerzo, que quiten esas cosas del paso de peatones. No se preocupen, un olvido lo tiene cualquiera. Los que vivimos sobre ruedas quedaremos muy agradecidos ¿Qué no saben donde se encuentra? A poco que miren, verán muchas cosas, es común a muchas poblaciones.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

DEJAR DE FUMAR



A mí nunca me ha parecido difícil dejar de fumar. Tal vez si no se le diera tanta importancia al tabaco, no habría llegado a ser un problema, y parece que hasta grave. Es motivo de preocupación para mucha personas, es poner a prueba la voluntad, a mantener un pulso constante con un vicio tonto. Se le dedican espacios y páginas en los medios informativos, manuales y métodos, se hacen programas y charlas, los sicólogo y profesionales le dedican bastante tiempo, parece todo el mundo asustado, incluido el gobierno. Se ha convertido en un conflicto muy importante, motivo de broncas, discriminaciones y separaciones. Ridículo llegar a esa situación, cómica esa dependencia.
Yo soy una persona del montón, con una voluntad a granel, nada especial, fui fumador desde los 10 años hasta los 27 ó 28. Me fumé todas las porquerías que había en los estancos: ideales, peninsulares, celtas, en fin, lo peor y más barato. Encendía un cigarro con otro, tragaba el humo y fumaba de noche y de día. Hasta llegué, en alguna ocasión, a poner en peligro mi vida por un paquete de tabaco. Me pasaba la vida cabreado por no tener dinero para comprar tabaco. Pero un día se me encendió la lucecita, y me dije: ¡A partir de este momento dejo de fumar! Han pasado décadas, y jamás he sentido la necesidad de fumar. Me he relacionado con la gente, he estado y estoy entre fumadores, no me molesta el humo ni el olor, para mi no supone ni problema ni molestia. Lo acepto con naturalidad.
¿Qué como dejé de fumar? Simple: cambiando el pensamiento, haciendo que el lugar que ocupaba el tabaco en la mente lo ocupara otra cosa, sin darse explicaciones, sin cuestionarse nada, sencillamente cambiar de pensamiento, y no darse razones, porque eso es una trampa.
El mono era tan grande que estuve más de una semana que no comía, no dormía, no veía, no oía, y andaba por la calle como un zombi. Estos efecto pasaron y yo seguí entre humos y fumadores sin complicaciones.
Creo que hemos de desmitificar el tabaco, haciendo que no sea tan importante, reduciéndolo a lo que es, nada. Una costumbre que se puede eliminar o cambiar por otra. Y quién sea feliz fumando, que fume, y no lo convirtamos en un apestado enemigo de la salud y de las buenas maneras, y si defiende la libertad no lo acusen de hacer apología del tabaco.
Para terminar diré que si yo pude, cualquiera podrá.

martes, 15 de septiembre de 2009

PASO DE PEATONES CON COCHE


Desde la silla de ruedas.

Bien aparcado, si que esta, pero no en el sitio adecuado, ¿no podrían ponerlo más arriba, más abajo, o dejarlo en casa?

lunes, 14 de septiembre de 2009

MISA FUNERAL.

Reconozcamos que el interior de una iglesia sobrecoge y produce un temor supersticioso que llega al alma, y si se esta celebrando una misa-funeral, entonces, ya no te atreves ni a respirar. Y es que todo esta para provocar un inexplicable estado de sugestión. Durante los 45 minutos que ha durado la misa he estado buscando una buena explicación, pero hay estados de ánimo que nunca se pueden explicar, al menos, no del todo, aunque la razón y la lógica te digan una cosa tu piensas otra. Desde luego, no es un lugar, ni un momento para sentirse alegre, cuando todo es tan triste, tristes las imágenes de las pinturas y tallas, triste la luz, los colores, los bancos, la gente, el silencio, el cuchicheo de misterio, el cura y sus palabras, recordándote en cada una de ella la muerte, el final, la amenaza del infierno o improbable gloria, promesa hecha a la esperanza, incertidumbre o miedo. Por un instante sientes miedo, una ráfaga de fe te pasa por la mente, que si no te llega al corazón, pronto se disipa, pero dudas entre seguir pensando o dejarte llevar como siempre, cercano a las cosas, lejano a los detalles de la ceremonia. ¿Y el difunto? El detalle más triste, el muerto en su ataud, soportando coronas de flores de tristes colores, a los pies del sacerdote, ¿quién es el protagonista el difunto o el oficiante? Este decidirá en cualquier momento, que la cuenta atrás del olvido ha comenzado, enviándolo a su última y definitiva morada, luego de pasar el trámite de amigos, parientes y vecinos, testimoniando su pesar a los familiares y allegados, y el luto negro, de las negras ropas, se hace patente con la triste pena.
¿Son así de tristes las iglesias, o me he dejado impresionar por le presencia de la muerte?

domingo, 13 de septiembre de 2009

LIMPIABOTAS.


¿Con qué soñará el limpiabotas? ¿Será sueño negro como el betún o blanco como la mañana? Seguro que no sueña con grandes propiedades ni importantes hazañas. Pero, soñar, sueña. Y que más da que sea sueño de rico o de pobre, si los sueños no son nada más que, eso, sueños.

sábado, 12 de septiembre de 2009

COSAS DE LOCOS.

Cerca de dos años estuve ingresado en Hospitales Militares, fue tiempo perdido, malgastado en raros diagnósticos y más raros tratamientos, no me quejo, qué remedio, sin embargo, por la cantidad de experimentos que hicieron conmigo, probé desde nuevos medicamentos hasta infinidad de artilugios eléctricos, pasando por radioterapia y electoshort, dando palos de ciego, con la esperanza de a veer si quizás. En aquellos tiempos la medicina estaba todavía bastante atrasada, y del sistema nervioso no se sabía casi nada, y las trataban los siquiatras, que tenían fama de estar más locos que los pacientes. Yo siempre estuve en la llamada “sala de los locos”, por el hecho de estar ingresado allí, pues, eso, estabas loco, y como a tales nos trataban. Tu opinión no contaba porque estabas loco, y si a eso añadimos la disciplina y código militar, pues el enfermo era menos que nada. Obedecer y callar. Todavía no se había inventado el Defensor del Soldado. No niego que hubiera muchos locos, pero había muchos más cuerdos, sin embargo a cualquiera de nosotros nos podían encerrar en una celda, atarnos a la cama de pie y manos, alimentarte con sondas, etc. Podría contar muchas cosas, y referir infinidad de anécdotas, pero, por que son cosas de locos, prefiero no ahondar en el tema. Para mi fue una mala experiencia, de esas que no se olvidan nunca, que marcan para toda la vida. Los enfermos éramos como cobayas humanas, un tratamiento se ponía tanto para curar como para experimentar, fue el caso de la Insulina Roxane, que nos la inyectaban en ayuna a enfermos con muy distintas enfermedades nerviosas, o el electroshot, o hasta, se oía por allí. Pentotás, decían para hacer psicoanálisis. Surrealista. Pese a lo dicho, los médicos militares tenían fama de ser los mejores del país, y tal vez lo fuesen, y sus modos de ejercer la medicina fueran los correctos para aquellos enfermos y para aquellos tiempos.

viernes, 11 de septiembre de 2009

HASTA QUE LA MUERTE OS SEPARE.

“Hasta que la muerte os separe” La frase es bonita, queda bien, pero ya en estos tiempos desentona, esta anticuada, caduca. ¿ O es que alguien puede creer en ella? En los tiempos en que algunas parejas se separan antes de pagar todos los gastos de la boda. Hay parejas que después de años de relaciones, jurándose cada día amor eterno, se casan para separarse inmediatamente, alegando que no se conocían bien, incompatibilidad de carácter, o que se ha terminado el amor, o han encontrado otra pareja que le da más placer, más caprichos, tiene más dinero o mejor trabajo, y al diablo con la Sociedad de Bienes Gananciales o lo que sea ¿ Y el amor que opina? No opina nada, apenas le queda clientela, sólo algunos iluso y cuatro románticos, los demás le dan el uso que más les conviene, el interés, las conveniencia y la pasión, desmedida, incontrolada, le han ganado la partida. Como palabra, amor es una palabra muy bonita, pero a la vista de nuestra conducta, dudo que todavía exista como sentimiento, o al menos, en estado puro, siendo la mezcla de otros muchos sentimientos, hablando siempre, claro, del amor entre parejas. La fórmula para la unión debería de ser “ hasta que la pasión se acabe”. Sólo en el amor no se asienta una relación duradera.
Es verdad que la gente no se aguantan, que son muy egoístas, el yo esta por delante de todo, primero yo y después tu y todo lo demás. Se sacrifica familia, hijos, bienes, trabajos, sólo yo tengo derecho a ser feliz, y lo intentaré a costas de quién sea y de lo que sea. Deberíamos de ser más responsables y valorar con más cuidado las consecuencias de una separación, sobre todo, si hay hijos pequeños, en cuyo caso, les deben el sacrificio de no separarse hasta que sean mayores, al menos, que haya poderosas razones, incluidos malos tratos.
Amor, amor. “Darlo todo y no esperar nada” Tener amor, vivir por amor, hacer el amor, soñar con el amor...Soy un romántico y creo en el amor.

jueves, 10 de septiembre de 2009

a RETALES DE UNA VIDA.

Un día buscando en internet me encontré con RETALES DE UNA VIDA, de Dolores Rodríguez, y he de decir que quedé impresionado desde las primeras líneas. Me cautivaron su estillo sencillo, su claridad, su escritura bien cuidada y, sobre todo, su historia. Una historia de lucha y superación, de no darse por vencida, pese a la multitud de dificultades a las que ha tenido que enfrentarse en su nueva vida. Una adaptación difícil y dolorosa, sin detenerse, un pasito cada día. Ha tenido el coraje de escribir un libro, con un no sé qué, fuente de energía para los que andamos escasos de ánimos, es el manual al valor, valor que yo jamás osaría darle a Dolores porque el suyo es mayor que el mío.¿Y qué más puedo decir? Pues que estoy encantado con lo que escribe, como lo estaréis vosotros con sus reflexiones, sus comentarios, las páginas de su libro o UN RINCÓN PARA LOS PENSAMIENTOS, poesía desde lo más hondo del alma, desde lo más bello de los sentimientos. Vale la pena acercarse a su blog y reflexionar un instante sobre las pequeñas cosas que hacen la vida tan bonita. Es un blog con gran variedad en los temas, y tratados con tacto y claridad, notándose los buenos deseos y el afán de superación que hace que vuelvas a leer lo ya leído. Y cuando estés en RETALES DE UNA VIDA, piensa que lo que para ti son cuatro palabras, para Dolores es el símbolo de la lucha por la supervivencia, y que en alguna parte podría llevar como lema: NO ME RENDIRÉ, AUNQUE LA VIDA ME VENZA.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

LA CABRA.



El mono, la cabra, la trompeta y el gitano. Escena de otro tiempo, de pandereta y supervivencia, de poco mejor que nada. Recorrer caminos arrastrando la vida, compartir ilusiones con quién nada tiene. Espectáculo de niños, para hombres pobres.
Y vuelve la escena con otros actores, porque siempre habrá hambre, manden los ricos o los pobres.

martes, 8 de septiembre de 2009

LOS ZAPATOS.

En los tiempos que los chavales jugaban al fútbol en las calles, recuerdo un grupo de niños con 8 ó 10 años que iban todas las tardes a jugar un partido en un solar. El que jugaba de portero, antes de empezar el juego, se sentaba en una piedra y se quitaba los zapatos y los calcetines, y con mucho cuidado los colocaba encima de una de las piedras que servían de portería. En el fragor del juego no se dio cuenta que le robaban los zapatos. Cuando miró a la piedra y no los vio, se paró en seco, miró con desesperación, corrió de un lado a otro entre los niños, que preguntaban que le pasaba, él corría y corría, miraba y miraba por todo el solar, no decía nada, en tanto su miedo iba en aumento. Algún niño gritó, que los zapatos, y todos empezaron a correr y a buscar. Pero llegó un momento que ya no había donde buscar, y el niño de los zapatos, abatido y triste, se sentó en la piedra, se tapó la cara con las manos, y se puso a llorar, en tanto, los niños se iban sentando en el suelo a su alrededor. Todos en silencio, no sabían que decir. Así permanecieron hasta que empezó a oscurecer, momento en que empezaron a levantarse, y solos o en grupo, comenzaron a marcharse, quedando solamente dos, el niño de los zapatos y otro más pequeño. Estuvieron un rato así, uno llorando, otro en silencio. De pronto, el pequeño se levantó de un salto y salió corriendo, volvió al cabo de unos minutos con dos zapatos, uno en cada mano, se los tendió a su amigo, que levantó la cabeza, retiró las manos de la cara, miró los zapatos, miró a su amigo a la cara suplicante, se levantó y pasándole el brazo por el hombro, empezaron a andar…
Al día siguiente me dijeron que no eran hermanos, que eran amigos, que los zapatos no le valieron porque eran pequeños.

lunes, 7 de septiembre de 2009

RODEO DE GANADO.



Perdón por faltar a la cita durante el fin de semana. Viajo siempre que puedo, aunque nada cambie para mí. Continuemos.



Desde que tengo dificultades hasta para pasar las páginas de un libro, y en mi vida no pasa nada, escribo sobre vivencias remotas. Ya hace tiempo que deje de vivir para producir interesantes historias, por lo tanto, hay que conformarse con las que trae el recuerdo del naufragio del tiempo. Y aunque ya esta todo contado y escrito, me gusta repetir mis historias, las que yo he vivido y he conocido y que volaron para no retornar nunca más.
Hoy me ha venido a la memoria los Rodeos de Ganados. Aquellos rodeos de el tira y afloja, engaños y tratos con apretones de manos. Caballos, mulas, burros y un gitano con sombrero negro y vara larga, mirándole los dientes a un animal para averigua su edad. Al lado gitanos y tratantes, algunos con bastón y chambra negra, tratan de comprar una yunta de mulas a un matrimonio de ancianos, siendo la mujer la que discute, hace gestos y grita. A corta distancia la pareja de la guardia civil observa, su uniforme verde, sus correajes, sus pistolas y sus tricornios negros charol, destacan entre bestias y hombres de chambras y de sombreros negros, imponen respecto y seriedad a las transacciones. Algunos tratos se hacen o se cierra en la cantina donde corre el vino peleón, otros, teniendo como testigos a los propios animales que iban a cambiar de dueño. Y en otra parte del rodeo, tenía instalado el negocio el esquilador, que pelaba las bestias, estas esperaban pacientes su turno, ajenas al negocio, el cambio y al trapicheo.
Quién no vio aquellos rodeos no puede imaginar lo que eran. Todo se desarrollaba en un ambiente muy especial. Se creaba la atmósfera del negocio, la picaresca y el engaño. Muchos gitanos vivían, del trato de la compraventa de animales. Es inconcebible un rodeo sin gitanos, sin tratantes, sin civiles, ni burros. Si faltaba alguno de estos ingredientes, podía ser cualquier cosa menos un rodeo. O quizás se puedan sustituir los burros por coches, tal vez algún día...

viernes, 4 de septiembre de 2009

ESCRIBO DESDE EL ANONIMATO.

Además hace años que dejé de ser conflictivo, tampoco lo he sido mucho, mi comportamiento siempre ha sido, más bien, pacifico y tolerante. En la vida real nunca hablo de mi mismo, no soy vanidoso y me gusta pasar desapercibido, jamás hubiera contado con la voz lo que cuento aquí, y no son nada más que pequeñeces sobre mi vida. Quizás sea el anonimato lo que hace que uno escriba y escriba, cuente y cuente, como si estuviera bajo los efectos del suero de la verdad. Escribir sobre sentimientos es ir desnudándose hasta mostrar lo más íntimo del ser humano. De nada vale que ocultes tu cara y tu nombre si das a conocer tus pensamientos, pues, aquello es materia y esto, esencia. Y hay que reconocer que, aún sin querer, terminamos siempre expresando sentimientos. ¿Es que pensamos más que vivimos? En un instante se piensan muchas cosas, de forma caótica, a ráfagas, los pensamiento van y vienen, huyendo para no dejarse atrapar. Es el material de los poetas, los tejedores de sentimientos.
Confieso que he leído muy poca poesía. Quizás me falte sensibilidad para entenderla, o, tal vez, me asusten las reglas.
Seguiré escribiendo mientras pueda, sin estilo y sin reglas. Me conformaría con que tantas palabras juntas tuvieran algún sentido, y ordenadas, contarán historias. ¿Para qué, para quién? Para que locos como yo permanezcan en la lucha, continuando en la vida, para quién desee soñar con una realidad mejor, y para que vean la rosa y no las espinas.
Tendré que hacer algo, para dejar de predicar en el desierto. Por ahora, soñar con multitud de lectores, y dar las gracias a la persona que me sigue, a pesar de todos los avatares. Dolores, gracias.

jueves, 3 de septiembre de 2009

BORDILLO.


Desde la silla de ruedas.



Es más fácil y económico pintar un paso de peatones, por cualquier parte, que eliminar el bordillo de una acera. Para el que diseña y para el que pinta, no tiene importancia. ¡Quedando bonito..!

miércoles, 2 de septiembre de 2009

MERCADO.


Saco del desván de los recuerdos la Plaza de Abastos con su trajín mañanero, sus olores a verduras frescas, a pan caliente, a churros, y a café y aguardiente; a carne y pescado llegado de lejanos puertos. Y de la explosión de colores surgen las voces roncas y desacordes de vendedores y el murmullo de la gente. Amas de casa, con prisa casi siempre, pesando en la tarea diaria, o que dejaron los niños en la cama. Preguntan y regatean, y meten en la cesta, en este puesto una pescada envuelta en papel de periódico, en otro unos gramos de jamón pesado encima de un gran papel de estraza, aquí carne de falda para el cocido, más allá unos plátanos para un enfermo, y cebollas, lechugas, y tomates para el gazpacho. Otra llevará en la cesta, de palma, de mimbre o de caña, ranas, peces o, tal vez, pajarillos, comprado todo a mujeres que pasean la plaza con canastos o cestos, haciendo la mitad del trabajo de sus maridos. Las verduleras con pañuelos negros en la cabeza, un peso de platillos y pesas de hierro y plomo, permanecen horas sentadas en sillas bajitas de enea. Una señora rifa cazuelas de barros, un vendedor de iguales pasea los puestos, el conserje vestido de forma distinta con gorra y carpeta se mueve entre la gente cobrando impuestos municipales, y en las puertas vendedoras, si es su tiempo, ofrecen cardillos, espárragos, o recuerdo un niño pequeño que voceaba:!Hay té del campo! ¡Tengo té del campo para la barriga! Y en su inocencia, se lo ofrecía, con preferencia, a las mujeres embarazadas. Había quien vendía escobas de tamujo, tierra de brazo para las macetas, o el pellejero, que compraba pieles de animales muertos. Imposible describir todas las actividades. Al fondo de la plaza tenía su cafetín señor Emilio, un lugar muy concurrido por trabajadores, vendedores y compradores, parados o desocupados, que tomaban café de puchero y licores de garrafón.
¡Cómo no recordar todo aquello! ¡Cómo no sentir nostalgia! Desgraciado se era entonces como se es ahora, pero para ser feliz ahora se necesita mucho, ¡entonces se era feliz con tan poco! Porque eran problemas de subsistencia lo que nos agobiaban,
ahora son de apariencia, vivimos más preocupados por la apariencia que por lo subsistencia. Se vivía casi sin deuda, apenas se conocía la palabra hipoteca, los banco nada te daban porque nada tenías. Hasta que empezó la emigración y los bancos vieron negocio y buscaban el dinero de los trabajadores en cualquier rincón del mundo.
Esa Plaza de Abastos, mercado del pueblo, y despensa del pueblo, donde se vendía calidad, pero también se vendían y compraban miserias, una construcción de estilo árabe, la tendré siempre entre mis recuerdos más entrañables, el recuerdo de los sentimientos.

martes, 1 de septiembre de 2009

FOTOS CON SECRETOS.

Para mi no era nada fácil hacer una fotografía, era la lucha de la voluntad contra la enfermedad, el saber como se hace y no poder, valerse de infinidad de trucos y filigranas para hacer lo mismo que otros hacían con un enfocar la cámara y disparar. A la gente no debe importarles como y con que trabajo se hacen las cosas, sino el resultado, siempre un buen resultado, y mi preocupación principal era que pasara desapercibido mi temblor, no fallar, no defraudar, y ser el mejor a costa de lo que fuera, y lo que fuera, suponía un esfuerzo sobrehumano, algo que no se puede imaginar, que nunca se supo y que, ya, nunca se sabrá. Sólo, a modo de ejemplo, diré que en una ocasión hice una foto en el aire, mientras caía al suelo, de mis inseguros pies. Cada una de mis fotos, buenas o malas, es la historia de un esfuerzo de superación, de lucha, impotencia, rabia, y hasta lágrimas, y todo ello en el mayor de los secretos. Hoy, valoro en mucho mi archivo fotográfico. Cada uno de los negativos tiene su propia historia, desde que fuera película virgen hasta convertirse en imagen sobre papel, para ser alabada o criticada. Y sólo yo participo de esas historias. Mis recuerdos, mi lucha en negativos. Mi trabajo continua, en mi afán de conservar mis recuerdos, escaneo, digitalizo y guardo en soporte informáticos los negativos, haciéndolos partícipes de las nuevas tecnologías, con la esperanza que me sobrevivan, aunque nunca dejarán al descubierto todos sus secretos.
He hablado de la toma de fotos en aquellos tiempos,¿pero, y el laboratorio? ¡Cuántas horas de laboratorio! Tratando de controlar el temblor, para enfocar la ampliadora, para manipular líquidos, para revelar, en fin, para todo lo que era el proceso para la obtención de copias fotográficas. No, para mí tampoco era fácil la cocina de la imagen. Al ser la parte menos conocida, no es valorada, aunque he de reconocer que los fallos se corrigen mejor, todo consiste en repetir y repetir hasta obtener el resultado deseado. Sin embargo, no siempre se puede arreglar una mala toma, a pesar de la cantidad de técnicas existentes.
El ordenador me permite seguir enganchado al mundo de las fotos, pero con las naturales limitaciones, mis limitaciones, las de siempre, ajenas totalmente a la informática. Tiemblo yo, y no la pantalla, ni la torre, ni el teclado, ni el ratón, ni el programa informático se va a poner nervioso. Creo que hoy no hubiera sido fotógrafo, con las cámaras digitales es fácil hacer fotos, además, técnicamente, perfectas. Es imposible hacer malas fotos, es que el ser humano ha puesto todo su saber en la fabricación de la cámara que lo hace todo. El fallo tan humano, ha pasado a mejor vida.