Entre los temas
polémicos, esta la prostitución. Es un oficio muy viejo, pero que antes se practicaba
de forma más oculta. Aunque abundaban las casas de putas en todas las
poblaciones de alguna importancia, y en las de menos no faltaban las que iban por libre. Hoy, sin embargo, esta
actividad se ha extendido y su número ha aumentado hasta cifras alarmantes. Con
todos los problemas que eso trae consigo. Y a pesar de los problemas,
deberíamos de estar acostumbrados porque de sexo y prostitución se habla en todas
partes, y se anuncia por cualquier medio: en los luminosos de los puticlubs, en
las revistas y en los periódicos, en Internet, en televisión con niños y sin
niños. Y sobre todo, en el escaparate de la vía pública se ofrecen cuerpos para
el placer. Y que debido a la mucha competencia, por eso de la crisis, discutiendo
un poco se pueden conseguir gangas en los precios, aunque no se llegue a eso de
dos por uno.
Es un tema que
preocupa a las autoridades, a la gente de buenas costumbres, a los vecinos que sufren
el problema…Las autoridades toman medidas y amenazan con otras más duras.
Establecen multas y prohibiciones, y las cambian de sitio, sin saber donde
meterlas. Lo único que se consigue es trasladar el problema en un intento de
taparlo. Como si no existiera. Porque preocupa más la imagen de las calles que
la dureza del trabajo de estas mujeres. En el comercio de la vida cada uno
vende o alquila lo que tiene, y ya es denigrante y doloroso para muchas de
estas mujeres, vivir poniendo precio a su dignidad como personas. Todo es
cuestión de dinero, la que cobra es una fulana y la que no cobra hasta puede
ser una respetable y virtuosa señora.
Urge solucionar el
problema de la prostitución, pero quitémonos de la cabeza la idea que pueda ser
eliminado, ni que tampoco desaparezcan los clientes, que son muchos y de todas
las condiciones y capas sociales: viejos y jóvenes, pobres y ricos, respetables
y miserables, creyentes y ateos, casados y solteros…En fin, que las putas viven
de dar placer, conversación y compañía, y el hombre necesita todo eso, aunque
tenga que pagarlo.
Si a la actividad de
esas mujeres se le pudiese quitar la mala prensa y los tabúes, meter en la
cárcel a todo el que huela a proxeneta y
eliminar la exhibición y espectáculo, creemos que estaría resuelta la
mayor parte del problema. Es una actividad que al mover mucho dinero, surgen
legiones de aprovechados y sinvergüenzas dispuestos a controlar el negocio,
aunque para ello tengan que poner jodímetros a las trabajadoras del sexo.
Como en otras muchas
cosas que afectan a la moral y respetabilidad de la gente, en este tema hay
mucha hipocresía, y con la palabra se condena lo mismo que se desea. Queremos
cambiar el mundo; conseguirlo, es otra cosa.