
Fue una boda de película, como diría mi amigo Alejandro. Pantalla de televisión mostraban fotos de los novios en otros tiempos. Y se les recibió con música y fuegos artificiales en la explanada de un impresionante, bien restaurado e iluminado Castillo, donde tuvo lugar el banquete. Banquete de reyes. Degustación de excelentes vinos, jamón, embutidos, quesos y toda clase de exquisiteces. Para finalizar, ya de madrugada, con champán y tarta nupcial.
Fui testigo de excepción en la boda de la hija de un pariente muy cercano. Se celebró lejos de nuestra localidad, por lo que fuimos hospedados en un hotel de muchas estrellas. Fui, con toda mi familia, un invitado especial. Sin embargo, un narrado más bien flojo para tan gran acontecimiento.