Reflexionando sobre
el panorama que presenta nuestro país,
es para asustarse. Eso sin entrar en profundidades, ni en los motivos que han
llevado a esta ruina económica y de paro. Para eso están los políticos y la
legión de entendidos que los asesoran a ellos y nos desinforman a nosotros.
No quiero entrar en
análisis y mucho menos en críticas. Y quiero referirme al momento actuar, a
como están las cosas hoy. A los muchos más de cinco millones de parados, al
veintitantos por ciento de personas que se alimenta en comedores sociales, a
ese otro veinte y algo por ciento que se acercan al umbral de la pobreza, a la
gente que vive en la calle, a los que los bancos han echado de sus viviendas,
a jubilados que con pensiones de miseria mantienen a numerosos miembros de su
familia. A estafados por los bancos y estafados por la empresarios con las
bendiciones de los que recortan derechos sociales para beneficiar a la gran banca.
Esos templos del dinero, gestionados por dioses y magos de las finanzas,
parece, que sólo preocupados por que quede dinero para sus indemnizaciones
millonarias. Empresas que dan en quiebra, con propietarios que se hicieron
asquerosamente millonarios. Evasión de capitales- Ahora más que nunca el dinero
huye del país buscando donde esconderse. Aquí sólo van a quedar políticos, pobres y parados. Y…, ricos, muchos ricos.
Pero…, con el dinero en paraísos
fiscales.
Aunque sin criticar
ni querer hacer predicciones, éste es el pesimismo que nos provocan las
noticias con nos bombardean los medios informativos. Yo me limito a hacer un
desordenado resumen del ambiente de miedo que se respira en la calle. La gente
duda de si las medidas que se aprueban cada viernes resolverán nuestros
problemas o se toman para tener contentos a los miembros más poderosos de la
Comunidad Europea.
Y porque quiero mucho
a mí país, ahora más nunca, desearía estar equivocado
Soy muy viejo, y
recuerdos tiempos de penurias y falta de derechos. Cuando la gente más que
vivir, sobrevivía de cualquier manera. Trabajadores sin derechos, enfermos que
morían en casa, en las mismas que daban a luz las mujeres. Analfabetismo y
hambre, caridad y beneficencia.
Quedan muy lejos
aquellos tiempos. Y sin embargo, cualquier retroceso en derechos y bienestar
social, es una tragedia. Y asusta que se puedan seguir dando pasos hacía atrás.
Hay motivos para temerlo, a la vista de las últimas reformas y recortes. Un
paso para atrás es todo un fracaso. Y la verdad que cada día los trabajadores y
las personas tienen menos derechos.
En mis tiempos, con
ser la situación muy mala, no era tan dramática, porque en tantos años de
hambre habíamos aprendido a sobrevivir. Pero, ¿y ahora? Metidos en un
consumismo atroz, terriblemente caro para vivir con poco recursos. Malvivir con
poco dinero e imposible vivir sin ninguno.
Ante la impotencia de
aportar soluciones, he empezado a rehuir estos temas. Pero están ahí, tan cerca
de nosotros, que no podemos ignorarlos, y entonces nos sublevamos sacando el
rebelde justiciero que todos llevamos dentro. Aún yendo por libre en la vida, y
sin ser comparsa ni fanático de ninguna idea, ni de ningún credo, me sublevo
con furia ante situaciones sociales y humanas que me parecen injustas.
Le doy a publicar sin
leer lo que he escrito, y así tendré la seguridad que se publicará lo que
siento, sin adornos ni retoques.