Lo mejor es salir del
año sin despedirse siquiera. No se puede decir que haya sido bueno para los
españoles. Unos perdieron trabajos, otros viviendas, otros negocios, todos
derechos y todos recortes. Subieron impuestos, con lo que vivir, con salud o
enfermo, es mucho más caro. Y hasta para los murtos ha subido el precio.
No podemos decir del
año que acaba que estamos encantados de haberlo conocido. Si no hubiera sido
por eso de estar vivos, bien podía haber pasado de largo. Sin embargo, como somos muy educados, aunque estemos muy
cabreados, lo despedimos hasta con fiestas. Y que Dios nos coja
confesados. Porque no se puede ser muy
optimista con un futuro que acaba en 13 y, además, con la que esta cayendo.
No quisiera ser
pesimista ni aguafiestas en unas fechas
tan ruidosas y coloridas, pero visto el panorama, no es para estar
contentos. Agotadas todas las
esperanzas, nos quedan los milagros. Quien sabe. Tal vez, si nos pusiésemos a
rezar desde el primer día del nuevo año.
No sé si las
campanadas sonaran tristes por el año que acaba o por el año que empieza. Pero no importa, queda la ilusión en cada una
de las uvas y la esperanza en cada una de las doradas burbujas de champán…Y que
no decaiga la fiesta de la última noche mágica del año.
Esperemos el milagro.
Y en esa confianza, os deseo de corazón, con toda la amistad y con todos los
sentidos, una ¡FELIZ NOCHEVIEJA Y FELIZ
Y PRÓSPERO 2013!