...y puestos a soñar, me gustaría, de cuando en cuando, abandonar mi cuerpo estropeado y entrar en uno virtual, pero, ojo, con el potencial de mi mente. Con él viviría todo aquello que de otra forma sería imposible. Podría andar, correr, saltar, bailar, y con ello, embarcarme en apasionantes aventuras, poner en macha proyectos abandonados o jamás empezados, en una palabra tener planes, tener metas, tener vida...Y todo eso con las mismas dificultades de la vida real, los mismos, temores, dudas, incertidumbres, los mismos sentimientos de rabia, de impotencia, los mismos de dolor, pena y tristeza, los mismos de alegría, de placer, los mismos de amor...Sin ventajas, como la vida misma. Todo igual, la única ventaja es que del cuerpo virtual, casi como de un sueño, puedes salir cuando quieras, volviendo a tú realidad.
La vida esta en la mente, pero necesitamos el cuerpo para vivirla-
Necesito un cuerpo, y ya puestos a pedir, que sea joven y este bien hecho.
Si la vida es tiempo, y el tiempo es insaciable en su voracidad, si lo mismo devora penas como alegrías, enfermedad como salud, fealdad como hermosura, miseria como riqueza, si hagamos lo que hagamos vamos a ser engullidos, borrados para siempre de la realidad, de la vida, como si nunca hubiésemos vivido, como si fuésemos producto del sueño de un ser que este por encima de nosotros, ¿por qué preocuparnos con problemas que no tienen solución?¿porqué no sacamos un mejor provecho al tiempo que nos ha tocado en el reparto, y al no saber de cuanto disponemos, pongamos de nuestra parte, en la medida de nuestras posibilidades, los medios necesarios para ser felices, y esa felicidad les llegue, en la misma cantidad, a todos cuantos nos rodean? Por indicios, creemos adivinar cuando vamos a empezar y dejar de ser felices, pero de verdad, de verdad, nunca lo sabremos, Nos faltará vida y nos sobrará dinero. Sin embargo, no debemos ser negativos, ni fatalistas, no debemos de anticipar desgracias lejanas, acontecimientos que, tal vez, sólo estén en nuestra imaginación, que nunca se produzcan, y si se producen, sea de forma distintas, en forma e intensidad a como los imaginamos. Suframos las penas cuando nos lleguen, y así, el dolor será más cortos y el tiempo de felicidad más largo.
Las personas que tenemos problemas de incapacidad debemos de llevar una vida muy organizada, tenemos, en cada momento, que saber cual, y por donde, será el siguiente paso. La organización hace nuestra vida más cómoda, agradable y segura, y contribuye a que nuestro equilibrio emocional sea más que aceptable, procurando tener la habilidad necesaria para no caer en la monotonía, algo diferente se podrá hacer, algo se podrá cambiar cada día, alguna novedad será posible introducir en las tareas, y sobre todo, hacer las cosas con mucho entusiasmo, como si fuera lo mejor y más importante de nuestra vida, y procurar no darse por vencido, intentarlo una y otra vez hasta conseguir nuestro objetivo, ¿y el tiempo?- no cuenta, para una cosa se necesita el tiempo que se necesita, y nosotros tenemos todo el del mundo. Entrenar nuestra mente, no dejar que campe a su capricho, someterla a nuestros deseos, que sea esclava de nuestra voluntad, y cambiar los pensamientos, los desagradables por los agradables, fuera todo aquello que pueda turbar nuestro ánimo, fuera todo aquello que pueda hacernos dudar. Nuestra incapacidad o minusvalía existe, es real, esta presente todos los momentos del día, ¿todos? En nuestra mente, no, entonces hagamos que se aleje esa imagen de incapacidad, no le concedamos más valor del que tiene, y ya que estamos condenados a vivir respirando de una determinada manera, al menos, permítasenos soñar con un milagro, en el que ni ciencia ni religión creen. Acostémonos con una ilusión y levantémonos con un proyecto. Sé lo que es vivir atado a una silla de ruedas, depender de una silla de ruedas, mirar a la gente desde una silla de ruedas, caerme y pedir ayuda, subir y bajar con ayuda, y, algo que me llega al alma, cuando un niño pequeño, desde su silleta o cochecito, al cruzarse conmigo, me mira fijo, atento, serio, girando o levantando la cabecita, como si quisiera conservar mi imagen y otro día recordar lo injusta que es la vida, y yo, en tanto, me pregunto: ¿qué pensará el niño? Y a pesar de mis problemas, y a pesar de mis pesares, la vida sigue, nada se detiene, nada se altera. Mi rabia, mi impotencia, mi desesperación la convierto en energía para mover las ruedas de mi silla, y así desahogo, y por malo que sea un día desearía detenerlo, poder conservarlo, porque estoy seguro que el siguiente será peor, mi enfermedad va progresando hacía la incapacidad total, pero, ¿porqué me voy a preocupar? Hoy, todavía, puedo sentir rabia, mañana, mañana, Dios dirá.
Mi amigo Pedro tiene Esclerosis Múltiples, esta en silla de ruedas desde hace 35 años, también su hermana, también su hermano. Pedro es feliz el día que nos encontramos por la calle y me remolca algún trecho con su silla de motor, yo soy feliz tomando un café con él. Juan, Enfermedad de Humgtinton, en silla empujada por su esposa o un joven inmigrante. Clara, joven, hermosa, agradable y coqueta, con una sonrisa permanente en sus labios, que se acentúa con la música de un piropo, en silla de motor. Remigio, Lesión Medular, paralizado de cintura para bajo, en silla manual. Y así podría seguir, porque somos legión los que patrullamos las calles en silla de ruedas. Aunque esta el drama individual, en conjunto se nos ve hasta felices, sin entrar, claro esta, en detalles, y es que después de carecer de lo más importante, somos felices con poco.
La fabricación de sillas de ruedas es un negocio en auge, se va perdiendo esa vergüenza ridícula que se sentía por ir en silla de ruedas, ya se acepta casi con naturalidad, al fin y al cabo, es una prótesis como otra cualquiera: si unas gafas te facilitan la visión, una silla te facilita la movilidad. Hasta hace poco la vista de una silla daba grima, repelús, y tenías que agotar todas las opciones, por malo que estuvieras, antes de sentarte en una. Hoy se fabrican excelentes sillas, muchos modelos, formas, diseños, algunas muy ligeras y resistentes, y en cuento con motor, hay para todos los gustos. Yo, sin embargo, discrepo totalmente en los precios, y en esos modelos a motor, grandes como tanque y pesadas como otro tanque. Tal vez haya alguna razón para fabricar esos mamotestros, yo, desde luego, no me subiría en una, pero, bueno, yo estoy chiflado.
Jooo...en este estoy demasiado emocionada como para escribir algo coherente.
ResponderEliminarSólo puedo pensar: NO ES JUSTO, NO ES JUSTO, NO ES JUSTO...
Y darte un abrazo gordoooooooooooooooooo.
(Y no es lástima, es dolor compartido)