En la puerta principal de un hospital de la
Seguridad Social
Obviamos el coche que acabará yéndose, pero
queda el bordillo y la papelera, ¿me
quieren decir por dónde pasará el señor de la silla de ruedas? Y no hablemos de otros bordillos
para acceder al Centro Sanitario, ni de la escasez de aseos para discapacitados, ni algunas otras
cosas. Acabaremos creyendo que aquí
todos los enfermos entran en camilla y salen dando saltos.
Diego...¡Qué razón tienes!. Saludos.
ResponderEliminarAlguien me dijo una vez que todos, en algún momento de nuestras vidas, podemos ser impedidos sin necesidad de ser discapacitados. Lo comprobé al ser padre por primera vez, con el carrito del bebé... Qué razón tenía...
ResponderEliminarUn saludo muy cordial, D. Diego.
Hola Disancor. La verdad que es una pena. No se ponen en la piel de los demás. No hay otro lugar para poner esa papelera. Ya les vale.
ResponderEliminarAbrazos furetesssssssssssss
Tengo tantos problemas en la calle que algunas veces me siento culpable por ir en silla de ruedas.
ResponderEliminarAnónimo, un saludo.
La verdad que todos necesitamos de los demás, y por solidaridad estamos obligados a prestar ayuda a quien lo necesite. Es como hacerlo por nosotros mismos.
ResponderEliminarEl villano en su rincón, un abrazo.
Lo cierto que no siempre la administración predica con el ejemplo en eso de la eliminación de barreras haciéndole la vida más cómoda y segura a las personas con dificultad para andar, sin embargo, exige a los administrado.
ResponderEliminarIsa, un abrazo.