sábado, 16 de octubre de 2010
EL VIAJANTE
Fuimos compañeros de pensión, y después de un tiempo tratándonos, fuimos muy buenos amigos. Los dos éramos personas solitarias y errantes sin ataduras en ningún puerto. Desaparecía de la pensión con la misma facilidad que llegaba. Siempre cargado de maletones negros. De tantas veces que los conté, todavía recuerdo que eran cuatro, dos que arrastraba él y dos que portaba una señora mayor, de edad indeterminada, flaca y vestida de negro, una maleta en el cuadril y otra haciendo equilibrios sobre la cabeza. No recuerdo como se llamaba aquella mujer morena y pequeñita, pero si recuerdo que se ganaba la vida llevando y trayendo maletas de los viajantes a la estación de ferrocarril. Mi amigo era uno de aquellos viajantes que recorrían el país con la mercancía y la casa a cuestas, visitando a comerciantes, que de tanto hablar con ellos, más que clientes, eran, ya, como familia. Era representante de pinturas y esmaltes, catalán de nacimiento y residente en un barrio madrileño, donde, según me contaba, residía más bien poco. No le gustaba mucho hablar de su vida, sin embargo, llegó un momento que para mí, casi, no tuvo secretos.
Un día me lo encontré llorando con un teléfono en la mano. Les resbalaban las lágrimas por los surcos de su cara, esas arrugas de los sesenta años. Pensé que habría recibido una mala noticia. A mis preguntas, me contó, con mucha vergüenza, que no podía oír al cliente por el teléfono, porque él era sordo. Hasta ese momento no me dí cuenta que mi amigo tenía un problema muy grave. Yo sabía de su sordera, pero nunca creí que pudiera afectar tanto a su trabajo y a su vida. Era una de esas cosas que nos pasan desapercibidas, sin embargo para quien la sufre es toda una tragedia. Y aunque yo no era culpable de su problema, y de poco podía servirle mi ayuda, sentí remordimientos por no haberle prestado más atención. ¡Terrible para quien tenía que vivir del público!
Durante algún tiempo nos seguimos hospedando en el mismo sitio. Él de cuando en cuando aparecía con sus maletas, su sonrisa, su cara de buena persona, su soledad y su drama.
Un cliente contó que se lo habían encontrado, un día de invierno, muy enfermo sentado en el banco de una estación, y rodeado de sus cuatro maletas. Nunca más volví a saber nada de él
Jamás quiso contarme si tenía familia.
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Tiste el destino de muchas personas y encomiable la lucha que arrastran durante toda su vida para poder sobrevivir al mundo y a sus problemas físicos o psíquicos. Son dignos de admiración, especialmente por la soledad que tiene que superar día a día.
ResponderEliminarUna historia preciosa y bien contada.
Un abrazo.
Triste final!
ResponderEliminarPero hay que quedarse con que supo superar su minusvalia, hasta que la tecnologia entro en conflicto con él.
Un drama tan real que se palpa la angustia del protagonista.
Abrazos!
Triste y emotiva historia, de alguien para quien su vida era su trabajo, sus clientes. A pesar de su sordera, se negó a perder el contacto con el mundo, lo que habla de su valentía. Muy bien narrada, haciéndonos partícipes del drama de esa persona.
ResponderEliminarUn abrazo, y que tengas una feliz semana
Triste historia. Y quien sabe una no puede decir a cien-cierta si no terminará en una estación cualquiera.
ResponderEliminarMejor ir con la sonrisa por el mundo.
Saludos
Querido Disancor.
ResponderEliminarMás otro "cacho de vida", de una otra vida que no es la tuya, pero me emocioné de verdad.
Escribes muy bien Disancor y con mucha emoción.
Hoy te mando un correo.
Un beso.
Janita
Emotivo relato. Como la Vida misma con nuestro equipaje personal a cuestas. Un saludo.
ResponderEliminarCuántas vidas hay así, errantes por el mundo y malviviendo.
ResponderEliminarUna minusvalía con familia y seres que te quieren no es lo mismo que una minusvalía acompañada de la más inmensa soledad.
Y lo poco que entendemos a estas personas y como dice la reina del mambo nunca sabemos en qué estación será el fin de nuestro trayecto.
Besos disancor.
…ardiendo
ResponderEliminarotoños
de pasión.
TE SIGO :
Con todo
mi corazón
desde :
HORAS ROTAS
Y
AULA DE PAZ
prendidas
ahora
para compartir
ya contigo .
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
TE SIGO TU BLOG
CACHOS DE VIDA
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
AFECTUOSAMENTE
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.
José
Ramón...
Que historia más triste por su triste final, lo mismo nunca hablaba de su familia porque no tenía, y si lo confesaba se encontraba mas solo en el mundo, a veces las personas escondemos las penas más grandes para nosotros mismos.
ResponderEliminarBesos.
Triste y emotiva historia, Disancor. Terrible caso el de tu amigo el viajante. Su sordera limitaba mucho su trabajo y él era consciente de su dificultad. Tal vez debió buscar una salida o contar más con el apoyo de los amigos.
ResponderEliminarMuy bien narrado.
Un abrazo de Mos desde su orilla.
Una historia de la vida real, más triste que un novelón, pero lo dificil de asimilar es que tú lo has visto y vivido, es vida, un cacho de vida de alguien que debe haber sufrido y mucho.
ResponderEliminarmariarosa
Melancolica y a la vez bella historia.Muy conmovedora Disancor
ResponderEliminarUn abrazo
Otro ejemplo a seguir, como tú. Quizá por eso fuisteis buenos amigos. Aunque sea una historia triste por su final y por la soledad del protagonista, me quedo con la parte positiva, una historia de superación personal y valentía.
ResponderEliminarMil besos
En aquellos años de muchas penalidades se encontra uno muchas personas como mi amigo el viajante, solitario y sin familia, y el único calor de hogar que encoontraban era el de las pensiones, muchas veces, de mala muerte.
ResponderEliminarMercedes, un abrazo.
Sí, era una superación diaria, porque cada día tenía que enfrentarse a la gente como vendedor, y para una persona sorda y, entonces sin ayuda de la tecnología, tenía que ser un trabajo muy dificil.
ResponderEliminarEurice, un abrazo.
Eran tiempos de muchas penas, y había que sobrevivir como fuera. Había muchos valientes que hacían las cosas más insólitas.
ResponderEliminarAnto, un abrazo.
La vida nunca ha sido fácil, hay quien se la toma peor de lo que es en realidad, pero también hay quien le planta cara enchádole mucho coraje.
ResponderEliminarSí, sin embargo, son muchas las situaciones tristes.
la reina del mambo, un saludo.
No lo puedo remediar, los problemas de las personas que me rodean, me afectan mucho. Siempre he estado al lado de las complicaciones, la parte donde están mis amigos.
ResponderEliminarEscribir, lo hago como puedo, pero, eso sí, con el corazón.
Janita, un abrazo.
Así es la vida, y así era, siempre con la casa a cuesta de un lado para otro sin echar raices en ninguna parte. Es triste la de las personas que se la pasan en la soledad de los hoteles y pensiones.
ResponderEliminarMara, un saludo.
Es verdad, nunca sabremos cual será nuestra última estación, ni si acabaremos tirados en alguna. No pensemos en eso, lo que importa es cada minuto de la vida, y alargar esos minutos, con sus luces y sus sombras.
ResponderEliminarLoli Salvador, un abrazo.
Gracias por tú visita y por tu hermoso comentario en forma de poesía. Es un honor para mí recibirte en mi blog. Tus palabras me han encantado.
ResponderEliminarJosé Ramón, un saludo cordial.
Por mucho que lo intenté, nunca quiso hablarme de su familia. Puede que fuese más trágico lo que ignorábamos que lo que conociamos. De todas formas, su soledad era muy triste.
ResponderEliminarcampoazul, un beso.
Hola Disancor, una de tantas historias tristes que tiene la vida con sus habitantes.
ResponderEliminarUn gran hombre a quien ni siquiera la sordera fue capaz de aislarlo del mundo. Una persona más que a pesar de no poder escuchar no se aisló en la soledad. Esta persona tuvo la suerte de dar con un gran amigo, y tú le diste el apoyo que pudiste, pero muy respetuoso por no meterte en su vida. Y sólo recibir lo que él te quería contar, sin hurgar y hacer más onda la herida de la persona.
Saludos y un fuerte abrazo
Cuando yo le conocí, era ya un hombre viejo y con el problema de sordera ya no podía hacer otra cosa que dejarse arrastrar por la vida y manterse en la actividad que conocía. Tenía clientes desde hacía muchos años, y tenían consideranción con él.
ResponderEliminarMos, un abrazo.
Siempre ha sido así. Los defectos y minusvalías no ha habido más remedios que ocultarlos. De boca somos muy tolerantes, pero a la hora de la verdad, ya es otra cosa. Los que los sufren, no pueden evitar el miedo a algún tipo de rechazo.
ResponderEliminarLuna, un abrazo.
La vida es un viaje…un duro viaje si se hace con la única compañía de las maletas…
ResponderEliminarUn triste capítulo de la vida…
Bsos
No siempre la ficción supera a la realidad. Hay tragedías que la mente de un escritor no podría imaginar, porque es la vida la que duele, la que pesa.Las lágrimas de lo otro se secan con facilidad.
ResponderEliminarmariarosa, un beso.
Que tristeza!
ResponderEliminarUn Besito Marino
En mis años joven conocí a multitud de personas como mi amigo el viajante. Las pensiones de estonces estaban llenas de toda clase personajes. Por lo general, solitarias buenas personas y pícaros simpáticos.
ResponderEliminarJuanjo, un abrazo.
Las dificultades unen mucho a las personas, y también la misería. Es más fácil compartir el pan cuando se tiene hambre que cuando no se tiene. La gente era mucho más solidaria, aún sin conocer la palabra.
ResponderEliminarsilver, deseo que te encuentres estupendamente.
Muchos besos.
Para mí ha sido sagrado el respetar la intimidad y el silencio de las personas, aún sospenchado una tragedia detrás del secreto. Pero, por lo menos, tenemos derecho a preservar nuestra vida. De mi amigo el viajante sospechaba muchas cosas sobre su vida, y, la verdad, no sabía nada.
ResponderEliminarisa, un arazo.
Para vivir es necsario el calor humano. No se puede andar por la vida sólo con maletas. La soledad es muy triste, es un paseo que no lleva a ninguna parte.
ResponderEliminarGracias por tú visita.
Ginebra, un beso.
Sí, debe de ser muy triste eso de no tener un hogar y una familia en la que refugiarse. Andar y andar sin que te esperen en ninguna parte.
ResponderEliminarTita la mas bonita, un beso.
Disancor siento haberte comentado tan tarde pero ayer fue un día complicado en general a pesar de ser Domingo y hoy ha ido por el mismo camino así que hasta las 20.30 de hoy no he encendido el ordenador. Un Relato Commovedor, por la historia de ese compañero y Amigo tuyo y su drama personal pero también por tu forma de contarlo y sobre todo de vivirlo...te digo una cosa, al menos tú sentiste compasión por él y seguro que te pusiste en su lugar e intentaste ayudarle en la medida de tus posibilidades, porque hay compañeras de piso (parecido a serlo de pensión) y yo las he conocido que te ven con una limitación seria de movimiento y ni siquiera te preguntan que te ocurre, eso si que hiere de veras...Pero tú Disancor, creo que eres una de las Mejores Personas que Conozco, del tiempo que te llevo conociendo.
ResponderEliminarUn Fuerte Abrazo
Que historia más triste,Disancor.
ResponderEliminarMI marido que nació ya con un 60% de sordera lo ha pasado muy mal en su vida.Su madre (tambien sorda) no le llevó jamás al médico por este problema y consiguió que su hijo se creara un complejo impresionante.
Fué a la mili porque no dijo nada de su problema y para más inri de corneta (resulta gracioso ¿verdad?).
Sacó el carnet de conducir y después se sacó el BTP para conducir un taxi.Estuvo muchos años sin utilizar nada de la tecnología para ayudarse y cuando yo le conocí sólo usaba un audífono.
Yo le dije que eso tenía que cambiar.Si yo necesito gafas para ver me las pongo;pues si él necesita audífonos para oir pues a comprarlos.¡¡¡¡Que caros son!!!Pero él ganó en calidad de vida.
¿te imaginas sin silla de ruedas para moverte? Pues sus audífonos para él son eso,una silla de ruedas.
Gracias a Dios (o no) la genética es muy caprichosa y a pesar de que en su familia,por parte de madre,son casi todos sordos y en todas las generaciones hay sordos,nuestra hija nació sin ningún tipo de problema y tiene un oido excelente (sabemos casi con seguridad que alguno de sus hijos,si los tuviera,serán sordos)
Termino con ese refrán tan sabio que dice "En todas las casas se cuecen habas y en la mía a calderadas".
Muchos besos
Muy grande tiene que ser el dolor y la rabia para que un hombre curtido en muchas batallas de la vida, llore como lo hacía mi amigo el viajante. Es la impotencia por no poder controlar su sordera y su soledad.
ResponderEliminarmariaje 15, un abrazo.
Tú marido fue un valiente, porque nunca hizo valer su problema para obtener alguna ventaja. Hoy, gracias a la tecnología, casi no existe el problema, pero antes si que era muy complicado para moverse en la vida.
ResponderEliminarSusy, un abrazo.
Espera pq ya me emocionó tu post como to2s los q escribes!!!!
ResponderEliminarEres increible!
Bss,
Male.