MÁS IMÁGENES Y MENOS FOTOS

Vivimos en los tiempos de la imagen, del sonido y de los efectos especiales. Se hace imposible dar un paso sin que quedemos archivados en alguna cámara, o en cualquier artilugio que, ya de entrada, nos parece sospechoso.

Las técnicas fotográficas, hoy son casi perfectas. Es imposible hacer una mala foto. Las modernas cámaras no lo permiten, pues lo corrigen todo antes que lo pensemos. Y el resultado es una obra de arte con cada disparo. Lástima que a muy pocas les dan vida sobre el papel. A la gente le basta con visualizarlas en la pantalla de la cámara o en la del ordenador. Y cundo se cansan, borran y hacen otras nuevas. De esta manera los recuerdos siempre son frescos, nunca quedaran recuerdos viejos. En proporción a la cantidad de veces que se dispara la cámara o el teléfono con esta prestación, apenas queda constancia impresa que en algún momento se hicieron fotos de esas que se guardan en la cartera, se ponen en un álbum, se meten en una caja de zapatos o le dan sentido a un portarretrato. Ahora hay prisa y nada se hace viejo. Nos empujan nuevos inventos de imágenes más perfectas, con la fría perfección de lo perfecto. Es el hombre quién se equivoca si la máquina falla. Y si todo eso no fuese suficiente, están los programas informáticos de retoque, que lo corrigen todo y convierten en bonito lo feo, enderezan lo torcido y le dan luz y color a lo negro. Hasta pueden sacar algo distinto a lo que se puso delante de la cámara.

¡Qué lejanos quedan aquellos tiempos que hacer fotos era hacer magia! Hasta hablar del cuarto oscuro, era hablar de misterios y apariciones bajo una lámpara roja ¡Qué lejos quedan aquellos retratistas del pajarito! ¡De dedos amarillos que se movían en los baños del laboratorio! ¡Videntes ciegos revelando negativos! Y el fotógrafo un día dejó de ser el brujo que hacía milagros mirando por el visor de su cámara. Y unos se integraron en la tecnología digital, y los más viejos se apartaron con respecto y sin comprender muy bien el avance de lo que para ellos era el milagro de la imagen, digital y llena de posibilidades. Maravillados, sorprendidos, pero sin comprender nada.

¡Cuánto ha cambiado le técnica de la imagen! Ya los aficionados no cortan cabezas, ni fotografían una torre y sacan una vaca, ni es preocupante hacer fotos sin carrete con el peligro que le de la luz y se vele, o se haga viejo en las entrañas de la máquina. Hoy todo es más sencillo, más inmediato, menos arriesgado y con mejores resultado.