El matancero daba muerte al cochino de un tajo en el cuello con su afilado cuchillo, mientra los hombres lo sujetaban. El sacrificio se hacía de madrugada. Y hace años, muchos años, se hacía una gran lumbre de abulagas, en ocasiones, en mitad de la calle, y ahí se chamuscaba el cerdo. Hoy esto se hace con un soplete de butano, con lo que parece que le han perdido el respeto al ceremonial matancero. Limpio el animal de cerdas, comienzan a trabajar todos los asistentes. Descuartizan el cerdo, salan tocinos, sacan jamones, hacen chorizos, salchichones, morcillas…En fin, que no hay un trocito que no se aproveche. No faltaban mujeres viejecitas que trabajaban como mondongueras. Otras mujeres tenían muy buena mano para el aliño, y eran maestras en la mezcla de carne, sal, ajos, pimentón, y si era necesario, calabaza, arroz, patatas etc., para los chorizos.
Se podría hacer una crónica interminable, pero no es ese mi propósito. Más bien deseo tratar el tema como un recuerdo. La verdad que esto de las matanzas caseras se sigue haciendo en muchos pueblos de Extremadura, y, sin embargo, a la vista de su descenso, hay que verlo como historia. Como algo a lo que le quedan pocos años de vida. Lo tiene todo en contra. Las costumbres, los hábitos alimentarios, el tipo de vivienda, las dificultades que ponen las autoridades sanitarias, que los jóvenes no quieren aprender y pasan del tema, que los médicos prohíben todo lo que procede del cerdo. Y visto el panorama, y aceptando que son razones de peso, la matanza quedará como parte de la tradición de los pueblos, y solamente se podrá saber de ellas, por exhibiciones folklórica, de esas que organizan las personas más cercanas a la cultura.
El tiempo pasa barriendo costumbres y formas de vida. El progreso nos trae más comodidades y, dicen, vida más sana. No obstante, no podemos evitar hacerle un funeral a las pérdidas y a los cambios.
Nunca he estado en una matanza, reconozco que soy muy asquerosilla para eso, pero me gusta el cerdo, desde sus pezuñitas, hasta sus orejillas, es el culpable de que no sea vegetariana.
ResponderEliminarUn besote.
Lindo recuerdo. Aquí en algunos pueblos del interior se sigue haciendo entre varias familias la matanza del cerdo. Cualquier día, no hay momento especial para hacerlo, se reunen y entre todos realizan la faena.
ResponderEliminarMariarosa
La matanza del cerdo empezó como una fiesta gastronómica familiar o vecinal en la que, con la llegada de los primeros fríos, se celebraba la obtención de alimento para sobrevivir al invierno. Esta costumbre, generalizada desde antaño, iba precedida por tradiciones que se repetían durante los días previos y el mismo día de la matanza y que son uno de los exponentes socioculturales más representativos de los diferentes pueblos. Los cambios en la sociedad, pero sobre todo las cuestiones puramente sanitarias, han provocado que este acto se haya profesionalizado con la aplicación de más controles. Una de las razones más potentes para esta evolución ha sido la aparición de enfermedades como la triquinosis, vinculada tradicionalmente con el consumo de carne de cerdo.
ResponderEliminar¿qué son las abulagas?
ResponderEliminarMi abuela tenía una mano especialmente buena para hacer chorizo. Es una pena que nadie nos preocupamos de aprender. Da pena cuando se pierden esos pequeños secretos familiares.
¡Lo del butano suena fatal! Supongo que le quitará gran parte del encanto.
Besos
Tú lo has dicho, el tiempo y la tecnología lo barren todo, y la comodidad también.
ResponderEliminarLas enfermedades siempre están ahí, sólo hace falta el factor que las desencadene.
Besos Disan.
Claro, que lo he vivido, Diego. Soy de pueblo. En casa ha habido matanza hasta hace unos 8 años.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.
Disancor, vengo a dejarte un recuerdo, ya que la matanza ahora mismo no me interesa por ser vegetariana (por salud, por ética y por respeto a los animales). Lo que si creo es que antes cuando se hacia la matanza en el pueblo no le hacian tanto sufrir al pobre cerdo, como ahora en las granjas industriales y mataderos...donde los tienen hacinados, en condiciones higienicas penosas, los engordan artificialmente con piensos compuestos transgénicos y encima les torturan antes de matarlos definitivamente. En fin, no digo más porque...me haría mala sangre, donde estén las verduritas, legumbres, cereales, semillas, frutas, que se quiten las grasas de la carne y lo intoxicados que están también los peces por los vertidos contaminantes.
ResponderEliminarBuena Semana Disancor
Un Abrazo
Debería hacerse un altar al cochino y todas las bondades que nos ofrece. Bs.
ResponderEliminarHola Disancor, muy buena la entrada como todas las que escribes. La foto genial.
ResponderEliminarYo recuerdo de niña haber estado en alguna que otra matanza que hacían mis abuelos. Para los críos era muy divertido, pues como críos jugábamos y no pensábamos en el trabajo que eso llevaba. A mí me gustaba mancharme las manos con la masa de los chorizos. Eso sí cuando ya fui más mayor y en el internado nos daban vacaciones, trabajaba como el que más. A mí me daban un embudo de metal y por ahí metía la carne de los chorizos en una enorme tripa que nunca se llenaba. También fui a lavar las tripas al arroyo. Ahora vienen ya preparadas y limpias. Las manos se quedaban congeladas, y era imposible de mover los dedos para manejar aquellas enormes culebras muertas llena de caca por dentro.
Recuerdo a media mañana el somarro asado en las ascuas de la lumbre, que rico estaba. Y las sopas de salmorejo para almorzar, que delicia. Y no teníamos colesterol, y hoy día ya estamos medicado porque el colesterol ha invadido nuestra sangre y venas.
Son bonitos recuerdos porque vecinos y familia arrimábamos el hombro, no como hoy que todos escurrimos el hombro a la hora de ayudar en las faenas del campo, o en cualquier tipo de faena en los pueblos.
Saludos y un fuerte abrazo
Bien, Disancor!!!! Exactamente así se hacía en las antiguas carneadas acá en casa, claro que no por motivo de la inmaculada concepcion, sino por la carneada en si, en algún día de invierno. Venían muchos parientes de papá. Lo que me acuerdo son los gritos del puerco mientras lo mataban, me resultaban una eternidad de sufrimiento. Lo subían arriba de la mesa y le hundían el cuchillo ahí, teniéndolo. Que impresión que me daba!!!! Claro, eso era antes de que creciera y me convirtiera en una maquina depredadora de cerditos, jejejeje. Abrazo, Disancor, te quiero.
ResponderEliminarDicen que del cerdo se come todo. Cosa con la que no parece que estén de acuerdo los médicos.
ResponderEliminarY esta, quizás sea una más de las razones por lo que las matanzas caseras han decaído mucho. Además, los jóvenes tienen poco interés en seguir esas costumbres.
ODRY, un beso.
Aquí el tiempo de hacer la matanza es cuando llega el frío, que es el que mejor cura los chorizos y demás embutidos. Los colgaban de los palos del techo de las casas y así se secaban. Hoy, ese proceso se hará de otra manera.
ResponderEliminarMaríarosa, un beso.
En los pueblos la matanza era un acontecimiento importante. Ese día aprovechaba la familia para pasar el día junta. Era un día de duro trabajo, pero también de fiesta. Se comía en exceso y se bebía buen vino casero. La matanza se vivía participando.
ResponderEliminarAnónimo, un saludo.
Las abulagas son unas especies de matas con muchos pinchos y que arden muy bien, y por eso eran buenas para quitarle las cerdas al cochino chamuscándolo. Ahora lo hacen con un soplete.
ResponderEliminarLa verdad que es una pena que muchos de los secretos familiares se vayan perdiendo.
María, un beso.
De lo casero, llegará un día que no quede nada, ni siquiera las viejas recetas de cocina. La gente prefiere la alimentación industrial, que da menos trabajo y tiene una presentación más bonita. Ya no hay tiempo para artesanía culinaria.
ResponderEliminarion-laos, un abrazo.
Siendo de pueblo, ya sabes como son las matanzas. Hace años todo un acontecimiento en la vida familiar y de amigos y vecinos más allegados. Era llenar la despensa para casi todo el año.
ResponderEliminarMiguel A., un abrazo.
Yo, aunque no soy vegetariano, no consumo mucha carne ni grasas, pero reconozco que hay partes del cerdo que me encantan. Es un animal al que la gente mimaba durante todo el año, hasta se evitaba darle golpes porque decían que eso perjudica los jamones.
ResponderEliminarmariaje 15, un abrazo.
Pues sí, el cerdo se merece todo un homenaje, porque gracias a él había familias que tenían algo que comer buena parte del año. Hoy las necesidades y las costumbres son otras.
ResponderEliminaremejota, un beso.
Has hecho una excelente descripción de como era una matanza, apartando muchos detalles que a mi me han pasado desapercibido. Son hermosos recuerdos de otras formas de vida, otras necesidades y otras costumbres. Pero es una pena que tantas cosas que nos hicieron felices, tengan que desaparecer.
ResponderEliminarIsa, un abrazo.
Había costumbres muy parecidas en todas partes. Aquí también era la matanza día de celebración: de comer y beber con la familia y los amigos. Ya de esas cosas queda muy poco.
ResponderEliminarmarxus, un abrazo.
Para todos, mis mejores deseos de un feliz de semana.
ResponderEliminarSin duda las matanzas tenían perte de arte y parte de oficio, aunque no se cobrase dinero alguno. De pequeño asistí a alguna y con curiosidad observaba todo el bullucio y el reparto de tareas entre los asistentes.
ResponderEliminarSaludos
Había y hay muy buenos profesionales matanceros, y las mujeres, en esos menesteres, no tienen nada que envidiar a los hombres. Ya va quedando como parte de la cultura y la historia de los pueblos.
ResponderEliminarUno, un abrazo.
Buen finde Disan, muchos besos!
ResponderEliminarLástima que esos costumbres se hayan perdido, con lo bonito que resultaban esas labores, las recuerdo como si hubiese sido ayer.
ResponderEliminarno me he olvidado de todo lo que se hacía, chorizos, morcillas, salchichón, los lomos, que ricos. Han pasado cuarenta años que realicé esas labores, pero siguen estando en mi memoria.
Un abrazo paisano.
Qué fiesta era una matanza. Y qué rico todo lo que se saca de ella. Mejor dicho, del cerdo.
ResponderEliminarLos tiempos pasan, Diego. Queda el recuerdo suculento de cosas como ésta.
Un abrazo de Mos desde mi orilla.
Yo también tengo recuerdos de la matanza. Hay una cosita que se te ha olvidado mencionar y que supongo que también se hacía en tu pueblo. Lo primero, nada más matar al cerdo, era cortale la lengua para llevarla al veterinario, sin su autorización (confirmaba que no tenía triquina) no se podía empezar a hacer los chorizos y todo lo demás. Y por supuesto con pimentón de la Vera.
ResponderEliminarMe encanta que refresques mi memoria.
Un abrazo.
La vida ha cambiado mucho. Son otras las necesidades y aquellas costumbres se han quedado viejas. Y aunque no sea así, para los jóvenes es muy complicado seguir las tradiciones.
ResponderEliminarMaría, un beso.
La verdad que en una matanza se trabajaba mucho, pero valía la pena, porque se pasaba un buen día. Era un gran acontecimiento familiar y una buena ocasión para invitar a los amigos.
ResponderEliminarMos, un abrazo.
Que el veterinario reconociese la carne era una de las primeras cosas que había que hacer nada más empezar la matanza dándole muerte al cerdo. Entonces, aunque era un tema delicado, no se le ponían tantas pegas a la gente como se les ponen hoy. La matanza, como todo, ha ido evolucionando, y tal y como van las cosas, no tardará mucho en ser historia.
ResponderEliminarJARA, un abrazo.
Como tu dice ya solo está en el recuerdo.
ResponderEliminarCuando yo pequeña se hacia la matanza en casa, el cerdo era grande y bien gordo, a mi me gustaba ver el jaleo de mujeres limpiando tripas y picando las carnes para hacer los chorizos y morcillas, mi madre era la que aliñaba las carnes, tenia una mano muy buena y les salían riquísimos.No he vuelto a comer una chacina como aquella.
Saludos.