miércoles, 3 de marzo de 2010

DESDE MI DESPACHO

Desde el ventanal de mi despacho puedo ver el parque que hay enfrente. Los niños correr con la alegría de sus juegos y la música de sus algarabías. Los jóvenes en animadas charlas, sin orden ni armonía. Las parejas de enamorados ajenos a lo que ocurre a su alrededor. Padres paseando niños en cochecitos. Ancianos sentados en algún banco. Pájaros que manchan el cielo saltando de árbol en árbol, avisando con los trinos de su presencia…Y muchas más cosas puedo ver, que no describo por miedo a estropear la escena, pues admito que soy mal retratista con palabras, además las sensaciones son para vivirlas, no para contarlas. Sin embargo, no quiero pasar por alto la sonora bienvenida que desde las árboles le dan los pájaros al nuevo día, son miles y miles, los mismo que al atardecer despiden la jornada piando todos a un tiempo, en un hermoso concierto ofrecido por la naturaleza.
No me quejo, no puedo quejarme, a poco que me asome a la ventana tengo la vida y la naturaleza dentro de mí despacho.
Parece como si el destino quisiera compensarme por mí escasa movilidad, y me animara a seguir disfrutando de las pequeñas cosas del día a día.

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