LOS RUMORES

Hay historias que empiezan como rumores y terminan como certezas. Se exagera lo que se inventa, y se deforma lo que se oye. Cada oído oye un poco más y cada boca lo va aumentando. La bola va subiendo de tamaño, y lo que empezó como una simple caída sin más consecuencias, terminó en funeral, con coronas y responsos incluidos.

A pedro le dio un vahído y se dejó caer al suelo, cuando intentaba levantarse alguien pasó por allí con prisa y comentó a unos amigos que a Pedro le había dado un infarto y se lo había llevado la ambulancia. Y el más cotilla de los amigos contó a una vecina que había visto a Pedro en el hospital tumbado en una cama lleno de tubos y cables. La vecina le contó al panadero que a Pedro lo habían operado a corazón abierto y estaba entre la vida y la muerte. El panadero se lo contó a algunas clientas, dando cada una la versión de sus hechos Para unas, ya había sido incinerado; para otras, que había sido enterrado en un nicho que tenía la familia; para otras, que estaba en una cámara frigorífica hasta que el forense le hiciera la autopsia. De todo se dijo y más se hubiera dicho si no lo entierran tan precipitadamente.

Y fue tan grande el rumor y tantos los comentarios, que el propio Pedro se enteró por la gente de su fallecimiento. Al principio no dio crédito a la noticia, después empezó a dudar, y a sentir miedo. Todo le parecía tan real que se dijo para sus adentro: “Por lo menos me podían haber avisado y, haciendo un sacrificio, no hubiese faltado a mi el entierro”

Como las costumbres pueden convertirse en leyes, los rumores se pueden convertir en deformadas, aparentes y dañinas verdades. Casi---