viernes, 9 de septiembre de 2011

SUSTO DE MUERTE

Carretera y paredes del cementerio donde ocurrieron los hechos. Es así como se encontraba en aquellos tiempos de hace casi cuatro décadas,

Hace años que ocurrió aquí un caso del que, si no fui testigo, estuve muy cerca de serlo. De ahí que la información para escribir este relato fue muy directa y, además, de distintas fuentes. Pues, pasado el apuro del momento, hasta para el protagonista tuvo mucha gracia. De verdad que la cosa no fue para menos, aunque sea una historia tan manida como la de muertos y cementerios. Ahora esos personajes y esos lugares no impresionan tanto como hace años. Quizás sea porque la sangre televisada, las guerras cercanas, los desastres naturales y las películas de tumbas, nos han inmunizado contra la superstición y el miedo.

El personaje del relato iba como acompañante de un entierro. Según aquellos tiempos, el cortejo fúnebre acompañaba andando al difunto hasta el cementerio. Mientras el cura echaba el agua bendita al féretro, rezaba la última oración con la participación de dolientes y personas presentes, y los albañiles procedían a tapar con ladrillos el hueco del nicho, la persona de nuestra historia se adentró entre las tumbas. Puede que con la intención de visitar algunos parientes muertos. Ensimismado en sus pensamientos, perdió la noción del tiempo, y cuando quiso darse cuenta, se había marchado el cortejo fúnebre, el cura, los albañiles y hasta el enterrador, que cerró la puerta del camposanto.

Imaginamos la impresión de primer momento. Hubo de buscar una solución urgente, ya que golpear la puerta no le dio resultado, y la noche no tardaría en echarse encima. En el mes de noviembre ya empezaba a anochecer muy pronto y las sombras del atardecer son muy duras y muy negras. No había más solución que escalar la pared que daba a una carretera, por la que muchos labradores montados en sus bestias entraban en el pueblo. La pared media algunos metros de altura. Corrió arriba y abajo entre las tumbas hasta encontrar un trozo de pared un poco más baja. Y ya arriba empezó a gritar y agitar los brazos…

¿Cómo acabarían de contar la historia los labradores que le vieron y que no le reconocieron? Unos se volvieron para atrás, otros, se salieron de la carretera, otros aligeraron el paso, otros salieron corriendo en cualquier dirección…¿Quién podía pensar que aquello que chillaba y agitaba los brazos encima de las tapias de un cementerio, no era un muerto? ¿Y cuál hubiera sido el final de la historia si una persona menos supersticiosa, más serena y valiente, no le hubiese reconocido?

12 comentarios:

  1. Si no llega a pasar esa persona más serena y con dos dedos de frente, le hubiera tocado pasar la peor noche de su vida enfrentándose a sus miedos, y al dia siguiente, soportar las carcajadas de todo bicho viviente, que esto seguro que lo tuvo que pasar. Mirándolo ahora, pues sí, te da la risa floja, pobre hombre...

    Buen finde Disan, besos.

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  2. ¡Que yuyu, ó mal fario como se prefiera, mira que quedarse cerrado en un cementerio... !, porque bueno si fuera en una iglesia aunque tambien da mal fario pero a menos te tumbas en un banco con lo primero que pilles a dormir ó en una tienda de colchones mejor aún...pero en un cementerio, me muero del susto si me pasa cosa semejante. Detesto los cementerios...mejor que la incineren a una y arrojen las cenizas al mar ó en un bosque. En fin, el susto me le he llevado yo porque pensé que el susto te le habias llevado tú mismo en alguna carretera.
    Un Abrazo y Feliz Fin de Semana, ¡A pensar en cosas más Alegres!

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  3. Que tormento para el estómago si le toca enfrentarse a una noche de horror entre los únicos cuerpos o almas que nunca podrían hacerle daño!! El único daño es el dolor que provoca su ausencia, que a veces cuesta soportar.
    Pero que me voy del tema, que era divertido y me he debido de quedar en el momento que el cura echaba agua bendita al féretro y todos lloraban.
    Besos, corazón.

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  4. Bueno, carcajadas hubo encuanto se supo lo que le había pasado. Gracias a la persona que lo reconoció, de lo contrario hubiera sido una noche terrible, en un lugar no apto para muchas alegrías.
    iom.laos, un beso.

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  5. A mí me hubiera impresionado más la iglesia que el cementerio. Porque no me digas que puede ser divertido pasar la noche en una iglesia rodeado de santos que te miran con caras de pena, algo así como si te hubieran condenado de antemanos. Aunque lo mejor es no verse en una situación tan especial.
    mariaje 15, un abrazo.

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  6. Sí, es verdad, no hay un lugar más tranquilo y seguro que un cementerio. Pero la sola idea de pasar la noche en uno, pone los pelos de punta. Es superstición más que miedo. Pero, de todas formas, la situación no es agradable.
    merche marín, un beso.

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  7. Jajaja esta no la sabía! Qué horror...me parece que yo también hubiese salido corriendo :D

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  8. Uffffffff, pobre hombre.
    Bueno, la verdad no es nada grato quedarse encerrado en el cementerio. Y si encima la noche anda acechando, mucho menos.
    Pero si no fuera porque tenemos mucho miedo, o respeto de los cementerios, es donde más a salvo estamos de las maldades de los vivos. Los muertos no hacen nada, los vivos pueden hacer que nos muramos.

    Al final me he reído un poco imaginando las caras de los que vieran el aspaviento con los brazos del pobre hombre.

    Y pies para que os quiero. Seguro hubo muchos pies que salieron corriendo sin auxiliar al pobre hombre.

    Disancor, me ha gustado mucho como lo has contado

    SAludos y un fuerte abrazo

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  9. ¡Qué horror! También el hombre tuvo ganas de darse un garbeo por el cementerio, hay sitios que es mejor estar quietecito. Menos mal que al final le quitarían...

    Besitos.

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  10. Desde luego, la visión a aquella hora de la tarde en la pared de un cementerio, no era como para pararse y preguntarle que le pasaba.
    Marina, un saludo.

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  11. Los muertos serán inofensivos, pero nos encontramos más a gusto cerca del peligro de los vivos. El hombre de la historia estaría asustado, pero, anda que los que le vieron moviendo los brazos encima de la pared del cementerio.
    Isa, un abrazo.

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  12. Bueno, el hombre estaría tan ensimismado viendo tumbas que no se doy cuenta que podía quedarse dentro de aquel recinto de paz y miedo supersticioso. Hay que suponer que desde ese día no volvió a despistarse.
    campoazul, un beso.

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