sábado, 8 de agosto de 2009

NO HUBO BODA.

Vestido para oficiar la ceremonia, el cura recorría la sacristía a grandes zancadas, mirando constantemente el reloj con números romanos que colgaba de una de las paredes, y de cuando en cuando, se acercaba al altar mayor de la iglesia, y echaba un vistazo a la puerta de la entrada, donde, a contraluz, se recortaba la imagen de blanco de una novia, rodeada de numerosos invitados, tan pendientes, todos, del reloj, como el cura. A medida que pasaban los minutos, el nerviosismo era mayor. Había pasado casi una hora y el novio no aparecía. La novia miraba a todos lados impaciente y asustada, en tanto, con una mano sostenía el ramo y se mordía las uñas de la otra. El padrino, padre de la novia, sudaba y se metía y sacaba las manos de los bolsillos del pantalón, al tiempo que consultaba el reloj, los familiares se movían inquietos por delante de la puerta de la iglesia, ya empezaban a formarse corros, a hacerse comentarios, primero de preocupación, luego de incertidumbre, para terminar en veladas, al principio, amenazas, y abiertas al final, todo ello teniendo como protagonistas al novio y al reloj.
Los invitado habían empezado a impacientarse, y muchos de ellos, no tenían otra preocupación que el banquete, que, viendo el desarrollo de los acontecimientos, sería suspendido. Yo si estaba muy preocupado, porque, además de ser el fotógrafo, era amigo del novio. El cura apareció en la puerta y dirigiéndose a la novia y al padrino dijo que no podía esperar más. La novia comenzó a llorar, con suavidad le caían las lágrimas por la cara, abriendo surcos en el maquillaje, y hasta las flores del ramo se marchitaron, un hermano de la novia y algunos amigos gritaron; ¡Vamos a por ese sinverguenza! Uno de los amigos exhibió una navaja de grandes dimensiones y a por el novio se fueron. La calle quedó sola, no hubo novio, no hubo boda. No sé porqué yo, el fotógrafo, esperé un rato más en la puerta de la iglesia, hasta que una persona que pasaba me dijo que el novio había huido, con lo que se disiparon las últimas esperanzas de hacer aquel reportaje de boda.

1 comentario:

  1. ¡Por si las moscas, no te contrato como fotógrafo!!
    Tienes una historia muy interesante. ¡Sigue así!

    ResponderEliminar