lunes, 9 de noviembre de 2009
LA SEÑORA DOLORES
No se me olvidará mientras viva aquella señora que cada mañana me esperaba enfrente de la pensión con un vaso de leche en una mano y unas galletas en la otra, era el desayuno que cada mañana me traía la señora Dolores de su casa, y que yo tomaba de pie en la acera, en la calle. Entonces no podía evitar emocionarme y hoy que lo recuerdo me emociono mucho más. Oigo aquellos “Buenos días” dicho con suavidad, en la calidez de la mañana, acompañando sus palabras con la más acogedora y amigable de las sonrisas. Y así durante muchas mañanas, hasta que mi situación económica mejoró un poco y me pude pagar el desayuno. Señora Dolores, gracias, doy gracias al cielo por haberla conocido, doy gracias por haberme enseñado el valor del amor y la solidaridad.
Hablo de principio de los años 60, cuando la gente emigraban a cualquier parte para pagar los alimentos que le fiaba la tiendecita de la esquina, porque eran deudas de honor, eran las deudas del hambre y la necesidad. Cuando los trabajadores hacían muchos kilómetros en bicicletas para trabajar con pico y pala de sol a sol. Cuando las mujeres cosían, bordaban, administraban la mísera economía con maestría, y en sus carnet de identidad podía leerse eso de “sus labores” Cuando los hombres bebían vino en las tabernas y compartían una botella con un sólo vaso, y los niños jugaban alegres en las calles. La gente compartía. A la palabra SOLIDARIDAD, no había que hacerle ninguna campaña de publicidad, no había que convertirla en un espectáculo, era lo que era, valía lo que valía, pero, eso sí, por si sola. Lástima que hubiera tanta miseria y tan poca libertad.
Yo era emigrante en mi propia tierra.
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Tierna figura la de la Señora Dolores, sin duda un ejemplo a seguir. Lástima que hoy en día no se vean gestos así.
ResponderEliminarComo siempre, estoy de acuerdo contigo Disancor, antes había solidaridad, ahora nos tienen que enseñar el significado de la palabra. Mi abuela me contaba que si una vecina se ponía enferma, el resto de las vecinas la hacían caldos y se ocupaba de sus hijos hasta que mejoraba. Lo hacían porque sí, porque era lo menos que se podía hacer, porque un día por ti y otro por mi y ni siquiera se cuestionaban el valor humanitario de sus actos.
No sabes cuánto siento que eso se haya perdido, y la ignorancia que nos envuelve ahora que nos hace ciegos de lo que verdaderamente importa.
Un abrazo
Me conmovió mucho lo que contás. Trsitemente, son contadas con los dedos de la mano las personas que, como la señora Dolores, no dudan en ser solidarias con quien lo necesita. vivimos en los tiempos en que los egos son enormes y se chocan entre sí. En los que el que tiene hambre, el que tiene frío o el que está enfermo, pasan por alto. En tiempoes en que a estos egos nada los apabulla, es tan dificil...
ResponderEliminarMuchos cariños!
Que cambio en la forma en como se vive que valores tenemos, son tan distintos a los de antaño, mi madre siempre decia donde cabe 13 cabe otro mas, y siempre habia en la casa otro mas que compartia con nosotros lo que mi madre cocinaba. Si antes era diferente mas solidarios porque lo poco que tenian sabia compartirlo, porque sabian en propias carnes que podia haber epocas dificiles y ahi estaban vecinos, que ayudaban con lo que podian.
ResponderEliminarcon cariño
Mari
mi madre siempre comenta con emoción como compartía un trozo de pan con quien no tenía nada. Un trozo de pan!!! daba igual tener poco, fuera lo que fuera se repartía. Que generosidad más grande, y lo mejor de todo era que se hacía de pobre a pobre, quiero decir que la empatía por aquel entonces era aún mayor que la de ahora, quizás por obligación y no había nada más que ponerse en la piel del otro para conocer cual era su sufrimiento y entregarse al cien por cien.
ResponderEliminarP.D: "empatía obligada"
Un saludo
Ut
Felicidades por tu blog, me gusta tu forma de escribir así que seguiré entrando en tu casa si no te importa.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario en mi blog.
Es cierto que antes había más solidaridad aun teniendo menos bienes las personas. Ahora vamos más a nuestra bola, somos más egoístas.
Tengo que reconocer que mi solidaridad está volcada en el mundo animal.
Hasta pronto!
silver´smoon, sí, es una pena que los sentimientos hayan cambiado tanto. Es el precio que ha habído que pagar al progreso y la libertad. Somos más libres, más independiente, pero menos humanos, menos solidarios, así son las cosas. Hay que ser felices con lo que tenemos sin dejar de soñar.
ResponderEliminarUn abrazo,
Saludo tú comentario y tú presencia. Deseemos que queden algunas señoras Dolores por el mundo. El ser humano siempre necesitará dar y compartir.
ResponderEliminarSol_Imaginario Desesperación, un saludo muy cordial
estoy_viva, no hay cosa que una más que las penas y el hombre. Hoy en lo material se vive muy bien, pero no así en lo sentimental. Padecemos una grave crisis de valores y el sentimiento que más impera es el egoismo, el yo y siempre yo. No nos desanimemos, es lo que hay.
ResponderEliminarSaludos,
Ut, es cierto, en muchos casos se compartía el hombre, no había otra cosa que compartir. Pero se era solidario con el problema porque todos lo padecian. Hoy estamos todos más lejos unos de otros. Estoy de acuerdo en hacer uso de la empatía para ponernos en el lugar del otro y saber como se siente.
ResponderEliminarUn saludo,
Emibel, mi más calurosa bienvenida a mi blog, y que pongo a tu entera disposición. Gracias por tus reflexiones. Soy un mal escritor, pero a base de constancia puede que algún sea mejor.
ResponderEliminarDificil.
La vida ha cambiado mucho, no es mejor ni peor, diferente. Sin embargo, las personas mayores nos sentimmos extraños, con las costumbres y los sentimientos se rompió nuestro mundo.
Con afecto,