sábado, 17 de abril de 2010
LA CARTA QUE NUNCA LLEGÓ A SU DESTINO
Pasé por delante del escaparate, y apenas con el rabillo del ojo me pareció ver una espectacular figura de mujer. Volví y sin pararme y de reojo la vi de nuevo, y me pareció todavía más hermosa. Repetí el pase, pero esta vez me paré y miré de frente. Me extraño que aquel cuerpo no se moviera, pero me pareció incorrecto mirar con tanto descaro e insistencia, así que muy a mi pesar continué mi camino por la acera, sin perder de vista los raíles del tranvía que iban por mitad de la calle. Este era el medio más seguro para no extraviarme. No creía que los raíles se acabarán antes de llegar al buzón de correos que me habían dicho se encontraba al final de la calle. Necesitaba enviar a mi familia la primera carta que escribía desde el cuartel. Donde contaba mis principios de recluta, y que aquella tarde salía a la calle por primera vez, además, uniformado. Caminé con la carta en la mano mirando para todos lados. Al fin vi en la acera de enfrente lo que me pareció un buzón. Crucé la calle y deposité mi carta. Respiré tranquilo después de calcular cuando la recibiría mi familia. Acto seguido, y sin perder los raíles de vista, regresé al cuartel.
Algunos días después hice el mismo recorrido, pero como en ese tiempo me había hecho más de ciudad y era menos de pueblo, supe que lo que me pareció una hermosa mujer, no era nada más que un maniquí muy bien hecho y vestido, y que donde yo había depositado mi carta no era un buzón de correos, era una papelera.
Así de espabilados éramos la gente de pueblo.
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Jajajajajaja. Perdón, perdón.
ResponderEliminarUn abrazo
Todos hemos de aprender.
ResponderEliminarJa,ja,ja,ja,ja.... Un texto muy simpático. Se ve que cuando llegaste a aquella cidad aún eras muy ingenuo. Qué pena que aprender vaya unico a perder la inocencia.
ResponderEliminarBonito post.
Un abrazo.
Vaya hombre, y yo que estaba ya pensando mal del Servicio de Correos a vista del titular, pensando que habían extraviado la carta...y resulta que la habías echado en una papelera en vez de un buzón, ¡ves tú, si es que no se pueden hacer juicios anticipados...!. En cuanto al Maniquí, bueno si era tan perfecto y parecido a una Mujer de verdad pues es comprensible que lo confundieras... En fin, desde luego es una Entrada Simpatica...
ResponderEliminarBuen Fin de Semana
Saludos
que bueno que bueno el sentido del humor!
ResponderEliminarme encanto
saludos
lidia-la escriba
Muy buen relato,con humor y me has sacado una sonrisa..
ResponderEliminareso no tiene precio.Gracias.
Después de leer tu post.., sólo puedo decir,
ResponderEliminarq..
TE RE_QUIERO!
Dulces Sueños y buen domingo!!!!
Y, una :), para esta semana q pronto comienza!
Male.
La vida con algo de humor es más llevadera. A mi me gusta poner una sonrisa en la boca en lugar de lágrimas en los ojos. A los jóvenes llegados de los pueblos a las ciudades nos pasaban esas cosas tan divertidas.
ResponderEliminarMontxu, un saludo cordial.
Buenísimo lo que has escrito, lleno de humor y optimismo, me encanta leerte así.
ResponderEliminarEso te pasa por mirar donde no debes, jejejjeje
Buen domingo, amigo. Besos.
A los jóvenes nos costaba adaptarnos a la vida de las ciudades, y en esa adaptación la "mili" tuvo un papel muy importante.
ResponderEliminarMariajesusparadela, un saludo.
Bueno, era muy ingenuo y muy niño, pues sólo tenía 16 años, y la ciudad era Sevilla. Mucha ciudad para tan pocos años y tan poco mundo, además los jóvenes de aquellos años no eran tan espabilados como los ahora.
ResponderEliminarmariaje 15, un saludo.
Cuando llegué a Sevilla se me vino el mundo encima, pues yo había salido de un pueblo de poco más de mil habitantes. El aturdimiento me duró poco, empecé a tomarle gusto a la ciudad y estaba tan contento como si hubiera caído en mitad de una feria.
ResponderEliminarMercedes, un abrazo.
No hay medicina mejor que el humor para ahogar las penas, y como todas las cosas tienen dos caras, a mi me gusta ver siempre la buena, la mala ya te la mostrará la vida.
ResponderEliminarlidia, un beso.
Me alegro que te haya hecho sonreír mi relato. Me gusta recordar acnédotas divirtidas y tontas que a todos nos han ocurrido alguna vez por muy listos que hayamos sido. Son recuerdos bonitos de la vida.
ResponderEliminarAnna Jorba Ricart, un beso.
Celebro que te haya alegrado un poquito la entrada. Como has podido ver, yo fuí un soldado niño, y hasta partipe en una guerra. He vivido cada día como si fuera el último y, fijate, he llegado a viejo. Nunca se sabe lo que nos depara la vida.
ResponderEliminarTú requiero es compartido y mi deseo que pronto estes bien.
Malena, un beso.
Por algo se empieza. Por los maniquís empezaron a gustarne las mujeres. No sé que fue más chistoso, si lo del escaparate o lo del buzón de correos con la carta que fue directamente a la papelera.
ResponderEliminarQue pases buen domingo y descanses y te diviertas mucho.
Emibel, besos.
Jajajajajj... muy bueno... oye y eso no es cosa de la gente de pueblo, es de cualquier despistado que se había quedando embelesado ante semejante mujer tan hermosa en el escaparate... jajajjaj.
ResponderEliminarUn abrazo.
...y es que hacían y hacen maniquis tan perfectos. Al de mi ralato sólo le faltaba hablar y que me hubiese tirado un beso.
ResponderEliminarEmilio, un abrazo-
Jajajajajaa que bueno Disancor!!! que tierno!! me ha encantado.
ResponderEliminarTe dejo mil besos
Jajaja... sería los nervios al pensar que estabas delante de una mujer bonita. A partir de ahí confundiste el buzon con una papelera...Ainnnsssss bendita juventud!!
ResponderEliminarUn abrazo
Ut
Jajajajajajaja, jajajajajajaja, bueno me has arrancado muchas risas y son las 1:38 de la madrugada jajajajaja.
ResponderEliminarTodos alguna vez la hemos pringado, y no es por ser de pueblo, es que te entusiasmaste con la dama del escaparte :-):-):-)
Qué bueno, esto puede servir para una obra de teatro.
Abrazos y besos por robarme la risa a estas horas de la noche.