¡Cómo no recordar aquellas madrugadas de un verano del mes de agosto! Olvidarlo sería olvidar a aquella viejecita menuda dulce y triste que con el alba me vitaba cada mañana. Vestía de luto, y las canas de su cabeza las cubría con un pañuelo negro. Se acercaba con sus pasitos cortos y suaves cuando el cielo iba cambiando de tonalidad, pero que todavía se reflejaban las luces de Cádiz sobre el mar en calma, visto desde la muralla. Muralla donde se apoyaba con la vista fija allá en el horizonte, el punto donde el mar se confunde con el cielo. Y así en silencio permanecíamos mucho rato. En algún momento se agitaba, y después de un suspiro, señala allá a la lejanía del mar musitando que su hijo iba en aquel barco que, poco a poco, se iba alejando. Y levantaba el brazo en un gesto de despedida. Era el momento que sujetaba mí brazo, como para asegurarse que había alguien que participaba de su angustia. Con palabras sueltas me contaba que su hijo se iba a América en aquel barco que se alejaba. Yo ponía el corazón y los cinco sentidos por ver aquel barco, pero jamás lo vi. La anciana, sin embargo, musitaba hasta los más pequeños detalles.
Una joven venía a por la anciana. Siempre me decían algo en señar de despedida. Y yo seguía mi guardia en una puerta del Cuartel de Artillería de Costas. No podía evitar mirar al mar buscando el barco de mi amiga. Un día pregunté algo a la joven y me dijo que hacía treinta años un hijo de la señora había marchado a América, pero que murió antes de llegar a su destino. Y la madre llevaba todo ese tiempo diciéndole adiós desde la muralla.
Ay, que triste.
ResponderEliminarCuantos llegaron a estas tierras de America en busca de fortuna y no lograron regresar.
La madre recuerda ese último instante en que lo vio con vida, y su mente sigue allí.
Hermosa historia.
mariarosa
Seguro el adiós de esta dulce mamita, esta acompañado, por la brisa marina y el aroma costero acuna su adiós protector, y la luna confiada también le regala una sonrisa cómplice!
ResponderEliminarUn Besito Marino
Que hermosa historia y cuanta belleza encierra, el amor de madre que nunca olvida y allí en el mar yacia el alma de su amdo hijo, por eso siempre cada día le despedía.
ResponderEliminarPrecioso post!
Un abrazo
Preciosa entrada Disancor, aunque triste por esa madre que estaba todos los días despidiéndose de su hijo con la imágen del barco clavada en la retina...y su hijo ni siquiera había llegado; no puedo evitar pensar en otras madres que tengan ese mismo sentimiento y recuerdo cuando sus hijos se embarcan para una guerra ajena en Irak, Afganistán, Libano ó tal vez en la proxima con Irán y no vuelven a saber nada de sus hijos porque éstos se encontraron lo que no habían perdido (la muerte) en una guerra que no era suya ni les iba nada en ella realmente. Y no puedo evitar pensar en las madres de los hijos que ahora vienen de América hacia España ó desde Africa y no vuelven a verlos más porque naufraga la patera ó porque una vez aquí algún desgraciado Neonazi les arrebata la vida por puro Racismo...
ResponderEliminar¡Un Abrazo a todas esas Madres de los hijos que se van fuera en busca de un Futuro mejor que no encuentran en su propia tierra...!
Un Abrazo Disancor
Hola , bella historia y triste al mismo tiempo, seguro que esa misma historia paso muchas veces, feliz semana, besos
ResponderEliminarCaray, pobre mujer nunca asumió la muerte de su hijo, la verdad que debe de ser lo peor de esta vida, perder un cachito de uno mismo...
ResponderEliminarBella aunque triste historia.
Besos.
Ainsss Disancor,
ResponderEliminarQue me han entrada ganas de llorar, me he emocionado un poquitín... Muy bien escrito y una historia conmovedora.
Un abrazo
UT
Me parece tan hermoso, tan hermoso, repito, lo que has escrito....
ResponderEliminarEs bellísimo, tocaste mi fibra sensible, me emocionaste, me erizaste el vello...y tan sólo puedo decirte que me levanto y te aplaudo.
Un saquito lleno de cariños para tí.
Son pequeñas historias de la vida, por pequeñas emocionan más, y porque es una madre la protagonista. Por desgracía, habrá tantas historias parecidas!
ResponderEliminarmariarosa, un saludo cordial.
Son recuerdos imposibles de olvidar, no por grandes, sino por emocionantes. Una madre que veia el barco que se llevó a su hijo hacía treinta años.
ResponderEliminarMuy agradecido por tú comentario. Gracias.
Tita la mas bonita, un saludo.
Alguna vez me he preguntado cuando se detuvo el tiempo para aquella madre, si cuando dijo adiós al hijo o cuando supo de su muerte. Doloroso en ambos casos.
ResponderEliminarEurice,un abrazo.
...y seguro que murió la señora con la imagen de aquel barco que se llevaba a su hijo, en este caso, para siempre. A ella no le quedó otro consuelo que su adiós, tantas veces repetido.
ResponderEliminarmariaje 15, un abrazo.
Sí, son historias tiernas y tristes muy repetidas en la vida. Historias que por ser tan pequeñas pasan dsapercibidas.
ResponderEliminarOlina, un beso.
Tal vez, la pena la estuvo matando durante años, pero el recuerdo, sin embargo, la mantenía viva. El adiós de cada día a un hijo que se lo llevaba un barco imaginario. Real hacía treinta años.
ResponderEliminarcampoazul, un beso.
Creo que una madre llora la desaparición de un hijo mientras tiene vida, y hasta transforma la realidad para que sea más llevadera su pena.
ResponderEliminarUt, un abrazo.
Yo me siento contento si te ha gustado la historia real que hoy traigo, y, al mismo tiempo, lamento que te haya podido provocar algún pensamiento triste. La verdad, que no puedo describir los sentimientos que me producía aquella viejecita.
ResponderEliminarEmibel, besos.
Gotitas.., de aquellos veranos q nos refrescan y nos hacen sentir tantas cosas! Es un placer leerte, querido amigo, y es un privilegio poder hacerlo pq aunque te sonrojes la escritura en tus manos es magia auténtica..
ResponderEliminarHaces de momentos sencillos y de recuerdos, el eje de nuestras vidas.., pq se me antoja difícil por no decir imposible dejar de leerte!
Gracias, amigo mío.., por estos momentos,
Male.
Qué tristeza, queridísimo Disancor...
ResponderEliminarUna madre nunca debería sobrevivir a un hijo...es demasiado terrible...
Un beso enorme y cariñoso.
Malena, gracias, gracias, por tus generosas palabras, que me dan ánimo para seguir adelante. De cuando en cuando necesitamos un empunjocito. Es humano.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Tiene que ser muy doloroso para una madre la muerte de un hijo, y todavía más si las circunstancias no son normales.
ResponderEliminarAmelia, un beso.
Hola Disancor, muy bonita la historia a la vez que es muy triste. Pobre madre, cuanto sufren las madres por sus hijos que se van y no vuelven nunca más.
ResponderEliminarSAludos y un abrazo desde mi pueblo.
Yo desearía ese estado para que la despedida no fuera nunca definitiva...
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