Por aquí se les llamaba, de forma cariñosa y un poco de pitorreo, encargados a las personas que trabajaban fuera y en vacaciones visitaban sus pueblos. Cuando se les pregunta por el trabajo, todos decían ser encargados de algo. Ellos no lo creían, la gente tampoco, pero, todos felices. Y es que los pueblos se llenaban de visitantes parientes y amigos durante algún mes de verano para celebrar ferias veraniegas o fiestas navideñas. Reinaba la alegría, corría el dinero, se repartían abrazos, saludos y regalos, y se contaban asombrosas historias de la vida de otros países o de ciudades del nuestro. Eran días que los negocios se convertían de ruinosos a prósperos. Los bares acogían a los antiguos parroquianos rodeados de sus nuevos amigos, conocidos de siempre. Las madres se paseaban por la calle orgullosa del brazo de aquel hijo que trabajaba fuera, las esposas, los hijos...Todos pasaban días contentos.
Pasaron los años y las visitas se fueron espaciando en el tiempo. Los parientes más cercanos se fueron muriendo. Ya no se tenía el refugio de la casa de los padres, y los parientes ya no aguantaban incomodidades. Por otra parte, todos esos trabajadores habían montado sus vidas donde se encontraban, creando familias y contrayendo obligaciones. Y ya, unos desaparecidos, otros enfermos y viejos, dejaron de visitar sus pueblos, donde empezaron a sentirse forasteros y extraños, aunque siempre tendrán raíces donde nacieron, jugaron de niños y, quizás, donde tuvieron sus primeros amores, sin embargo, se puede pensar que las raíces si no se riegan, se secan.
Los pueblos empezaron a quedarse solos. Sus hijos dejaron de acudir a las fiestas patronales, y los que venían ya no tenían encuentros tan efusivos con los paisanos. Todos han cambiado, los de fuera y los de dentro. Quedaron los de siempre, la mayoría viejos y algunos jóvenes sin aspiraciones. Y hasta las autovías, ese signo de progreso, fue alejando de su camino pueblos con historia y belleza, situándolos como una mancha, perdidos allá en el paisaje.
Condenados a ser ignorados irán desapareciendo, mientras lejos, muy lejos habrá quien sueñe con el esplendor de otro tiempo.
Tienes en parte razón Disancor, pero solo en parte...
ResponderEliminarBuen fin de semana
Saludos
Con el tiempo y la evolución del mismo se está dando una especie de ley de la gravedad poblacional, la gente va a donde hay más gente. Aquellos lugares donde la población ha ido disminuyendo están condenados a su desaparición anónima.
ResponderEliminarPues si Disancor, tiene gran parte de razón, especialmente en lo que dices al final, y no sólo las autovias sino la RENFE, porque con tanto querer acelerar en sus viajes de tren, están olvidandose de los pueblos y de la gente humilde y muchos de esos trenes ya ni paran en los pueblos pequeños, Cardeñosa es un ejemplo de ello, parece que sólo tengan derecho a viajar la gente de las ciudades y pueblos grandes y luego el desempleo y las pocas ayudas al campo y la ganaderia también hacen lo suyo porque los jovenes se ven obligados a trabajar fuera, trasladarse a Salamanca, Madrid...y eso incluso ocurre con Avila que es una ciudad, pero con la tasa de paro que tiene... En fin...
ResponderEliminarDisancor, tienes un regalo en el blog Vivencias.
Abrazos
Que hermoso relato y que cierto.
ResponderEliminarAquí en mi barrio, he conocido a esos visitantes que regresaban a sus pueblos. Partían para España o Italia, que son nuestros mayores inmigrantes. Pero pasaron los años se fueron muriendo los padres y ya no viajan. La económia a cambiado, aquí y entre ustedes, ya no se los puede esperar como era antes.
Una historia que la he visto de cerca. Muy buena entrada.
feliz fin de semana.
mariarosa
...y los recuerdos traeran las vivencias de otros tiempos...
ResponderEliminarun beso
Una texto precioso! Es demasiado triste ver como pueblos que han estado tan poblados hace años y han tenido tanta vida, hoy estan deshabitados y viven en silencio viendo pasar el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo
UT
Entrañable tu texto, amigo.
ResponderEliminarTe cuento brevemente: con 6 años abandoné mi pueblo en la cuenca minera turolense. Hasta la fecha vivo en Zaragoza pero mis raíces son de Teruel y de allí me siento.
Besicos, guapetón.
Siempre queda esperanza. Poco a poco se ve un delgado fluir de la ciudad a los pueblos, un silencioso y pausado retorno. Algunos pueblos empiezan a regresar a la vida, de a poquito, pero de manera imparable.
ResponderEliminarY el abandono de los pueblos es así como tú lo relatas, que es una realidad y como bien dices las raíces que no se riegan se secan, y en muchos casos esas raíces ya no existen.
ResponderEliminarTiene gracias lo de decir que eran encargados..., no es cosa de pueblos lo dicen en todas las partes, a mi me hace mucha gracia..., y nunca lo entendí, allá ellos.
Besitos.
Disancor!!!
ResponderEliminarVuelvo de vacaciones y leyendo los posts que me perdí me dejas un poco preocupada. Sobre todo leyendo el que se titula "no estoy triste"
Espero que ese bajoncillo esté superado, que tu viaje posterior en el que disfrutaste de las fiestas patronales te animaran un poco.
Me siento mal sintiéndote mal, así que no dejes que ese ánimo decaiga corazón. Desde aquí te mando un beso gigante lleno de cariño
Por aquí la emigración empezó en los años 60. En principio todo el que se iba volvía, luego las cosas cambiaron y los pueblos pequeños cada vez se han ido quedando más solos.
ResponderEliminarEurice, saludos.
Bueno, es lógico que la gente se vayan agrupando en poblaciones mayores, siquiera, porque es donde estan todos los servicios: Sanidad, educación, diversión, etc. . Aunque la tranquilidad se la dejan en sus pueblos.
ResponderEliminarUno,un saludo.
Sí, aunque las autovias sean signo de progreso, pero a los pueblos los ha ido alejando de la ruta por donde eran conocidos. Y para muchos, una carretera nacional, era una forma de supevivencia.
ResponderEliminarmariaje 15, un abrazo.
...y los hijos y nietos de los emigrantes, tampoco tienen interés en visitar un lugar desconocido, aunque sea el pueblo de sus padres y abuelos. Van algunos, alguna vez, y no vuelven.
ResponderEliminarmariarosa, un saludo.
Es verdad, y al final, sólo queda el rcuerdo de otro tiempo, y de aquellos que se rapartieron por el mundo buscando una mejor forma de vida.
ResponderEliminarMery Larrinua, un beso.
Sí, es triste ver como los pueblos se van quedando solos. Y eso que algunos Gobiermos Autonómicos los ayuda, pero eso es intentar que no se muera en enfermo. El final es inevitable.
ResponderEliminarUt, un abrazo.
Creo que casi todos hemos sido emigrantes, o nuestros padres o abuelos. Y llega un momento que se siente uno farastero en todos partes, y que nos da igual donde nos entierren. Es mi caso.
ResponderEliminarEmibel, besos.
Pero no nos engañemos. Es cierto que algunos pueblos especiales tienen visitantes casi todo el año, pero la mayoría estan solos siempre, y hasta con algún habitante menos de cuando en cuando.
ResponderEliminarAngel Cabrera, un saludo.
Y es que, al principio, añoramos nuestros lugares de nacimiento, pero acabamos sintiéndonos más agusto donde hemos hechos nuestras vidas, aunque aquí, alguna vez que otra, te llamen forastero, qué importa, también te lo llaman en tú pueblo.
ResponderEliminarLuna, un abrazo.
Es cierto, les llamaban encargados, de forma cariñosa, además es lo que decían todos que eran.
ResponderEliminarTodo ha cambiado, a los visitantes en aquellos tiempos se les recibía con mucha alegría, hoy, con total indiferencia.
campoazul, un beso.
Bienvenida a donde se te espera, ya sabes, con los brazos abiertos. Y deseo que hayas tenído unas fantásticas vacaciones donde quieras que hayas estado.
ResponderEliminarEstoy muy bien, no estoy triste, para que preocuparme, si mis preblamas no tienen solución. La vejez no tiene cura.
silver, gracias, gracias por todo, especialmenrte por tú presencia.
Muchos besos.
Me has dado ganas de regresat a Peñarroya (Córdoba), al lugar donde mi padre quiso regresar al jubilarse y ya no pudo ser...
ResponderEliminarBesos, con ese cariño que tu sabes.
por desgracia esa es la realidad, los pueblines se iran quedando vacios, pasa buen dia, besos
ResponderEliminarMuchas personas regresaron a sus pueblos cuando se jubiaron, pero para otras fue imposible, porque su familia y sus intereses estaban en los lugares donde habían vivido los últimos años.
ResponderEliminarAmelia, un abrazo.
Muy triste..pero esa es la realidad. La mayoria se muda a la gran ciudad, y poco a poco algunos de esos pueblitos se convierten en pueblos fantasmas.
ResponderEliminarY detrás tantos recuerdos.. Quizás desaparezcan, pero no los instantes vividos..
ResponderEliminarBss!