lunes, 16 de enero de 2012

LOS NOMBRES

Aunque todos pensamos que somos guapos o feos independientemente del nombre que tengamos, no podemos negar que es mejor andar por la vida con un nombre del que no tengamos que avergonzarnos. Y acordarnos de nuestros padres, de nuestros padrinos, de la tía Sinforosa y del cura que nos bautizó y bendijo el horroroso nombre que se le puso a la indefensa criatura. Que, seguro, de haber sido consciente, se hubiera suicidado ahogándose en el agua de la pila bautismal. Quizás sea por esto, que aquellas victima no quisieron que su descendencia fuese conocida por los nombres feos de toda la vida, y buscaron otros más acorde con tiempos más modernos de aspiraciones y fantasía. Las casas se llenaron de nombres nuevos, inventados, de fuera o de leyenda. Unos de agradables sonidos, y otros con inconcretos significados y difícil de escribir. Los viejos habían dejado de ser herencia, y sólo algunos más tradicionales pueden tener la suerte de seguir en la familia, con sonido abreviado por la poda de sílabas. Hoy parece que son de otro tiempo los que se conocen con nombres de toda la vida. Y no son bonitos ni feos, son con los que siempre hemos convivido. Los hombres no tienen motivos para estar contentos sí se llaman Timoteo, Gumersindo o Celedonio, pero las mujeres no pueden estar alegres con nombres tan tristes como Amargura, Dolores, Angustia…Y no es que sean feos, es que son muy tristes. Y no es que las personas acaben pareciéndose a sus nombres. Sin embargo, por un por si acaso, es mejor no tentar la suerte, porque aunque tengas cara de bueno y seas persona pacifica, nadie lo va a creer si te llamas, por ejemplo, Armando Bronca Segura.

En aquellos tiempos de oscuros funcionarios de los registros civiles, no había quien les colase un nombre que no estuviese en el santoral. Eran tan escrupulosos y desconfiados, que no pocas veces había que llevar un libro o almanaque con el santoral para convencerlos que no los estabas engañando, y aún así, no pocas veces te obligaban a poner delante del que tú quería, uno de esos que decían cristiano. Y el niño se encontraba con un nombre compuesto, sin saber nunca de donde había salido el primero. Ahora, sólo hay que llevar una revista o un listado de nombres de famosos, de dioses, reyes o princesas, y desde ese momento quedas convertido en un señalado personaje.

Y si un día te cansas de tú identidad, pues, la cambias por seudónimos, alias, motes o apodos. Eso vale hasta para los nombres viejos y feos. Y si además cambias el orden de los apellidos, acaban no conociéndote ni en casa.

14 comentarios:

  1. Loado sea san Tadeo porque hoy se me ha abierto el enlace y te puedo responder a tu escrito.
    No sé qué tienes en la sesera que eres capaz de enfrascarte en una idea y te sale un libro.
    El tema de hoy es francamente interesantísimo y gracias a san Tadeo no hace falta que te ponga un correo para decirte que efectivamente todo lo que dices es cierto.
    Hay quien por el contrario pone a su hijo un nombre cursi si es un apasionado lector de las poesías de Gustavo Adolfo Becquer esperando que su hijo le salga poeta.
    Un abrazo.

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  2. Es cierto, hoy no se suele poner los nombres de los padres o de los abuelos, algunos desde luego son horribles,y si se tiene apellidos que hacen a la persona que tengan ganas de suicidarse como el ejemplo que has puesto Armando Bronca Segura, ya ni te cuento, pero hoy como todo van con las modas, algunos o son muy pijas o horteros hasta más no poder, lo ideal sería un termino medio, hay nombres preciosos.
    Me gusta tu entrada.
    Un saludo.

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  3. No se si funcionaria muy bien el santoral o es que yo no entiendo mucho de esas cosas, pero una de mis abuelas se llamaba Decorosa, y ni a ella le gustaba que no se lo puso a ninguna de sus hijas ¡¡Menos mal!! Jamás supo cuando era su santo porque no había Virgen ni Santa en este planeta que se llamara como ella... Por lo menos ella jamás la encontró.

    Besitos.

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  4. Mi abuela se llamaba Pascuala que no es de los más feos ni raros y ella decía que la llamaran Carmen. O como esas mujeres que se llaman Marciana, no me digas, es que es para darle un leñazo a los padres y al cura. Lo de cambiar el orden de los apellidos, bueno...una es la que pare y la que pasa los dolores, un detallito como ese...jajajaja.

    Besos Disan.

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  5. Mira Diego: Yo creo que los nombres tienen su importancia y pueden marcarte bastante. Al menos cuando eres pequeño. Lo digo porque a mí me pusieron Ceferino como a mi abuelo y claro, pues no me gusta.
    Ahora tampoco me gusta pero lo sobrellevo. Y eso que ya tengo 51 años. :):):):):)

    SI pudiera me llamaría Mos que ni es guapo ni feo. ¡Hala!

    Fíjate, ahora que lo pienso, mi padre se llamaba Juan Diego y van y me ponen Ceferino.

    Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.

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  6. Hola Disancor, me he reido mucho con esto de los nombres. Está muy bien relatado y con algunos toques muy graciosos.
    En mi familia hay muchos Angelitos repetidos.
    Saludos y un fuerte abrazo

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  7. Pues, es verdad, hay padres que le ponen al hijo el nombre de un sabio pensando que le saldrá, al menos, un genio, y, además, si puede ser, con un nombre bonito.
    Espero que San Tadeo te siga protegiendo. También hay que pedir milagros para que no nos haga una mala faena Internet.
    Veterano, un abrazo.

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  8. Pienso que se deberían de seguir poniendo los nombres de tradición familiar, pero, eso si, sólo los más normales, y olvidarse por completo de todos esos tan feos. Sin embargo, también yo opino que no hay que hacerle mucho caso a las modas.
    luisa maria cordoba, un saludo.

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  9. Lo del santoral me ocurrió a mi cuado quise registrar a uno de mis hijos con un nombre italiano, que tuve que demostrarle al funcionario que ese fue el nombre del tercer papa de la iglesia católica. Hace décadas era muy complicado ponerle a los niños nombres desconocidos para el funcionario del Registro Civil.
    campoazul, un beso.

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  10. Hay nombres que le pueden traumatizar a uno toda la vida. No debería de ser así, porque, al fin y al cabo, somos comos somos nos llamemos como nos llamemos. Sin embargo, se va mejor por la vida con un nombre bonito.
    ion-laos, un abrazo.

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  11. Con tantos nombres como hay, salió en la entrada el tuyo, que encima es normalito. Eso de los nombres bonitos o feos, es más bien cosa de la gente tonta de estos tiempos, y la pérdida de respeto a las tradiciones familiares. Estoy seguro que tú estas orgulloso del tuyo.
    Mos, un abrazo.

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  12. Bueno, todavía hay familias que lucen orgullos los nombres que han ido heredando durante mucho tiempo. Y esa costumbre dura hasta que llega algún hijo y la cambia. En eso de los nombres, los jóvenes son unos entendido, y, además les importan un carajo las tradiciones.
    Isa, un abrazo.

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  13. De os nombres hay mucho que hablar.

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  14. De los años 80 para acá han aparecido gran cantidad de nombres nuevos, que han desplazado a mucho de los viejos. Los feos no serán eliminados del todo, sin embargo, parece que se oyen menos que antes.
    María, un beso.

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