La puerta automática del supermercado se abría
permitiendo entrar gente y dejando salir el ruido de música de villancicos y un
poco del calor del interior del local comercial. Calor que se perdía antes de
llegar al hombre de la mochilla y el cartón en el suelo, que con letras
torcidas decía: ESPAÑOL SIN TRABAJO PIDE UNA AYUDA. Una cajita de cartón con apenas
la calderilla de unos céntimos de moneda, en el suelo delante de la parte de la
acera donde estaba sentado. Adiviné que
bajo el chaquetón que lo cubría tiritaba de frío. Y con la vista humillada bajo la gorra que le cubría la cabeza, veía los pies de las
personas que andaban ligeras por la calle. Alguna se detenía buscaba alguna
moneda y la dejaba caer en la cajita, sin ni siquiera mirar a quien socorría.
En tanto, la mayoría de la gente pasaba sin ver hombre, mochilla, cartel ni
cajita.
Lo estuve observando
durante un rato. Me pregunté cual habría sido la vida de aquel hombre de apeas cuarenta
años. De su soledad, de su pobreza, de su negro futuro…La terrible realidad
repetida muchas, muchísimas veces, en un país donde tanto se presume de
derechos. No, no la vida no es justa, ¡unos tanto y otros tan pobres!
Quise expresarle mi
solidaridad deseándole feliz Navidad. Pero pensé que era inmoral y humillante
desearle feliz Navidad a aquel español con hambre, sin techo y tirado en la
calle.
Desde el fondo de mi
corazón le desee suerte, a él y a todos los que como él llenan las calles de
las ciudades gritándole a las conciencias la injusticia y la gran desigualdad social
existente entre los seres humanos de un
país paradisíaco para los ricos. Para ellos, seguro que serán felices las
fiestas.
…y a pesar de todo,
FELIZ NAVIDAD, amigos…
Me ha gustado yu escrito rebosante de humanidad.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo. Suerte
Esa sensación tuya ante el hombre que pedía, la hemos tenido muchos, Diego. Por eso la Navidad es un pelín triste para algunos que vemos las diferencias y nos remueve el corazón. Esa misma observación hizo que hace muchos años escribiera el relato colgado en mi blog del niño mendigo.
ResponderEliminarA pesar de todo hay que desearnos feliz navidad y hacerlo extensivo a todo el mundo.
Un abrazo de MOs desde la orilla de las palabras.
Creo que es hora de que se acaben esta injusticias y pensemos en colectivo para erradicar, en lo posible, situaciones de inclemencias y miserias.
ResponderEliminarHemos votado por una sociedad justa y, si no se cumple, deberíamos buscar responsables que estan ahí gracias a nosotros y a nuestra confianza en ellos.
Un abrazo.
Feliz navidad tambien para ti amigo
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Es terrible observar la escena que relatas. Lo curioso es que abundan tantos necesitados apostados en las calles que a veces pasamos al lado de ellos sin dirigirles siquiera una mirada de consuelo, no digamos unas monedas. Desgraciadamente nos estamos acostumbrando a verlos y parece que se nos ha endurecido el corazón. !Despertemos de una vez e impidamos esta injusticia!
ResponderEliminarEn una ocasión y de esto hace 55 años y también por navidad un pobre hombre, tirado sobre el bordillo de la acera pedía limosna. Era un hombre de unos treinta años y era un tullido al que le faltaba una pierna. Debía caminar con las muletas que yacían a su lado. Aquel hombre pedía limosna diciendo: "En la flor de la vida y sin poderlo ganar, hermano".
ResponderEliminarYo pasé a su lado y le pregunté si quería un trabajo. Como me dijo que sí, le di una tarjeta de la empresa en la que trabajaba. También le di una limosna y quedé con él, que le esperaba al otro día para hablar con el director y ofrecerle un modesto empleo.
Me prometió encontrarse conmigo, pero me advirtió que caminaba con muletas.
Le dije que seguramente un trabajo le encontraría yo adecuado a su situación.
Nunca apareció por las oficinas donde yo trabajaba como delineante, pero le volví a ver por otro barrio de Madrid y esta vez montado en un carrito presentando el mismo cuadro lastimero.
"En la flor de la vida y sin poderlo ganar, hermano". Sin querer trabajar, pensé yo.
Estuvimos juntos Diego y yo, allá en la guerra olvidada Ifni. Y Diego regresó con un grave problema pero se puso a trabajar y a luchar por la vida; y yo volví como aquel pobre hombre, tullido y con una pierna de menos debido a la explosión de una mina enemiga, pero me puse a trabajar y a luchar por la vida.
Muchos mendigos tendrían que contar sus vidas al completo para ver si se puede resolver su problema.
Muchos mendigos viven malamente de la caridad humana pero sin querer dar un palo al agua.
Hoy en día la situación es malísima pero para esas gentes hay comedores de CARITAS a donde se puede acudir y a donde se deben entregar todos los donativos posibles de alimentos y enseres.
Hay mucha picaresca, por desgracia, y creo que las ayudas deben llegar bien canalizadas a esas personas que de verdad la adversidad les golpea.
Felices Fiestas.
En una ocasión y de esto hace 55 años y también por navidad un pobre hombre, tirado sobre el bordillo de la acera pedía limosna. Era un hombre de unos treinta años y era un tullido al que le faltaba una pierna. Debía caminar con las muletas que yacían a su lado. Aquel hombre pedía limosna diciendo: "En la flor de la vida y sin poderlo ganar, hermano".
ResponderEliminarYo pasé a su lado y le pregunté si quería un trabajo. Como me dijo que sí, le di una tarjeta de la empresa en la que trabajaba. También le di una limosna y quedé con él, que le esperaba al otro día para hablar con el director y ofrecerle un modesto empleo.
Me prometió encontrarse conmigo, pero me advirtió que caminaba con muletas.
Le dije que seguramente un trabajo le encontraría yo adecuado a su situación.
Nunca apareció por las oficinas donde yo trabajaba como delineante, pero le volví a ver por otro barrio de Madrid y esta vez montado en un carrito presentando el mismo cuadro lastimero.
"En la flor de la vida y sin poderlo ganar, hermano". Sin querer trabajar, pensé yo.
Estuvimos juntos Diego y yo, allá en la guerra olvidada Ifni. Y Diego regresó con un grave problema pero se puso a trabajar y a luchar por la vida; y yo volví como aquel pobre hombre, tullido y con una pierna de menos debido a la explosión de una mina enemiga, pero me puse a trabajar y a luchar por la vida.
Muchos mendigos tendrían que contar sus vidas al completo para ver si se puede resolver su problema.
Muchos mendigos viven malamente de la caridad humana pero sin querer dar un palo al agua.
Hoy en día la situación es malísima pero para esas gentes hay comedores de CARITAS a donde se puede acudir y a donde se deben entregar todos los donativos posibles de alimentos y enseres.
Hay mucha picaresca, por desgracia, y creo que las ayudas deben llegar bien canalizadas a esas personas que de verdad la adversidad les golpea.
Felices Fiestas.
conmovedor,
ResponderEliminarno obstante tenga fe en el pueblo, ya dirá basta!!
y todo comenzará a cambiar,
si no cambiamos todo, no se cambia nada
.
mis mejores deseos para el próximo año
saludos desde Uruguay (ya la hemos pasado negras aquí)
Felices Fiestas Navideñas para ti y tu familia, querido amigo Disan.
ResponderEliminarY deseo que ese hombre y otros en la misma situación, puedan encontrar trabajo y un techo. És un derecho fundamental que todo ser humano tiene. És lo mínimo!
Para ellos, amigos nuestros hermanos, no puedo dejar de desear también una Feliz Navidad...apesar de todo.
Un beso y fuerte abrazo, querido amigo Diego.
Janita
Navidad es fecha de alegría, nostalgia y recuerdos, pero también de reflexiones sobre la fiesta de personas más desfavorecidas, enfermas o tristes. Y sin embargo, hemos de dar la impresión que somos felices.
ResponderEliminarAntorelo, un abrazo.
ResponderEliminarEl tuyo es un relato maravilloso. A mí de verdad que me pareció inmoral y ofensivo desearle una feliz Navidad al hombre que pedía en la calle. Lo más correcto era dejarle unas monedas y desearle suerte para que cambie su situación.
Mos, un abrazo.
ResponderEliminarEs descorazonador ver como va aumentando el número de personas que piden y viven en la calle, y más triste aún es ver que esas personas son cada vez más jóvenes. Y ya, después de la que tenemos encimas, es normal que pongamos en duda que la situación mejorará pronto.
Pedro Luis López Pérez, un abrazo.
ResponderEliminarYo también te deseo una FELIZ NAVIDAD.
Procuraremos animarnos, a pesar de la crisis y todos los problemas que se nos han venido encima. Y digamos eso de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy"
Juanjo, un abrazo.
ResponderEliminarNo es que se nos haya endurecido el corazón, es que la escena del hombre pidiendo en la calle es cada vez más habitual, y sentimos la impotencia de, aparte de darle unas monedas, no poder hacer nada para que mejore su situación. Esa es la triste realidad.
Anónimo, un saludo cordial.
Los españoles siempre hemos sido los primeros en picaresca. Sin embargo, esa era antes la regla, hacerse el inválido para pedir en la calle, y que fuese dinero y no trabajo, pero hoy es la excepción. En la calle hay historias muy tristes, y para muchas de esas personas es un auténtico calvario colocar el cartel y ponerse a pedir. Pero sea como sea, se dice que siempre pagan justos por pecadores.
ResponderEliminarFeliz Navidad-
Relatos y Desvarío, un abrazo.
ResponderEliminarLo malo es que la gente va perdiendo la esperanza y no confía mucho en que se pueda salir pronto de la penosa situación que padecemos, y mucho menos se piensa que volvamos a recuperar todos los derechos perdidos.
enletrasarte, un saludo cordial.
ResponderEliminarEs una pena que a esta altura de civilización y progreso haya tantos dramas sociales, de falta de techo, de paro y de hambre. Y a pesar de todo, hay que soñar que los derechos fundamentales de las personas serán una realidad algún día.
Janita, os deseo a tí y a tú familia, una hermosa y FELIZ NAVIDAD.
Un fuerte abrazo.
Es verdád, hay mucha miseria y a veces pasamos de ella y nos escudamos en que hay mucha mentira, pero siempre hay personas que engañan y otras que son engañados.
ResponderEliminarYo pienso que tenemos que ser solidarios y no acallar nuestras conciencias con suposiciones.
En Caritas también se aprovechan y los engañan y otros por verguenza no se atreven a pedir nada.
A todos les deseo una Feliz Navidad eentro de lo posible Un saludo
Lo mejor es, si uno lo siente y así lo desea, ser solidario con las personas que piden ayuda sin preguntarse si te engañan o no engañan. Al fin y al cabo, hasta en algunas Organizaciones importantes y prestigiosas, se hacen trampas. Para nosotros lo único que debe valer es nuestra conciencia solidaria con personas que están peor que nosotros.
ResponderEliminarFELIZ NAVIDAD.
Antonio, un saludo.
Maravillosa entrada,amigo Diego, con toda la sensibilidad que tú tienes. Por aquí todos vamos corriendo, empujando por las calles, colándose la gente en el autobús para ser los primeros, hasta a los niños los anuncian por la megafonía de los grandes almacenes porque se soltaron de la mano de sus padres y se han perdido. ¡qué horror! ¡qué locura! y mientras, siempre hay un pobre con un cartel que dice: "se acepta comida".
EliminarFeliz Navidad para ti y los tuyos. Un beso
Sí, es verdad, la gente estos días lo llena todo. Cada uno con sus agobios, sus prisas y sus problemas. El pobre del cartel es el detalle triste de la calle, que hasta pasa desapercibido para muchas personas. Es la realidad de la vida de estos tiempos. Todos andamos cargados de miedos y preocupaciones.
ResponderEliminarFELIZ NAVIDAD.
Loli Salvador, un abrazo.
Hola Disancor, una historia muy triste. Cada persona que pide en la calle tiene su historia. Historias desgarradorras. Es una pena que no podamos socorrer a todas las personas. Si les sonries ellos te sonrien porque así me ha sucedido a mí. La vida es muy injusta para muchas personas.
ResponderEliminarFElices fiestas
Saludos y besos