Para mi no era nada fácil hacer una fotografía, era la lucha de la voluntad contra la enfermedad, el saber como se hace y no poder, valerse de infinidad de trucos y filigranas para hacer lo mismo que otros hacían con un enfocar la cámara y disparar. A la gente no debe importarles como y con que trabajo se hacen las cosas, sino el resultado, siempre un buen resultado, y mi preocupación principal era que pasara desapercibido mi temblor, no fallar, no defraudar, y ser el mejor a costa de lo que fuera, y lo que fuera, suponía un esfuerzo sobrehumano, algo que no se puede imaginar, que nunca se supo y que, ya, nunca se sabrá. Sólo, a modo de ejemplo, diré que en una ocasión hice una foto en el aire, mientras caía al suelo, de mis inseguros pies. Cada una de mis fotos, buenas o malas, es la historia de un esfuerzo de superación, de lucha, impotencia, rabia, y hasta lágrimas, y todo ello en el mayor de los secretos. Hoy, valoro en mucho mi archivo fotográfico. Cada uno de los negativos tiene su propia historia, desde que fuera película virgen hasta convertirse en imagen sobre papel, para ser alabada o criticada. Y sólo yo participo de esas historias. Mis recuerdos, mi lucha en negativos. Mi trabajo continua, en mi afán de conservar mis recuerdos, escaneo, digitalizo y guardo en soporte informáticos los negativos, haciéndolos partícipes de las nuevas tecnologías, con la esperanza que me sobrevivan, aunque nunca dejarán al descubierto todos sus secretos.
He hablado de la toma de fotos en aquellos tiempos,¿pero, y el laboratorio? ¡Cuántas horas de laboratorio! Tratando de controlar el temblor, para enfocar la ampliadora, para manipular líquidos, para revelar, en fin, para todo lo que era el proceso para la obtención de copias fotográficas. No, para mí tampoco era fácil la cocina de la imagen. Al ser la parte menos conocida, no es valorada, aunque he de reconocer que los fallos se corrigen mejor, todo consiste en repetir y repetir hasta obtener el resultado deseado. Sin embargo, no siempre se puede arreglar una mala toma, a pesar de la cantidad de técnicas existentes.
El ordenador me permite seguir enganchado al mundo de las fotos, pero con las naturales limitaciones, mis limitaciones, las de siempre, ajenas totalmente a la informática. Tiemblo yo, y no la pantalla, ni la torre, ni el teclado, ni el ratón, ni el programa informático se va a poner nervioso. Creo que hoy no hubiera sido fotógrafo, con las cámaras digitales es fácil hacer fotos, además, técnicamente, perfectas. Es imposible hacer malas fotos, es que el ser humano ha puesto todo su saber en la fabricación de la cámara que lo hace todo. El fallo tan humano, ha pasado a mejor vida.
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