Mala suerte. Esta mañana me he caído de la silla y he pegado un porrazo de muerte. Al subir un bordillo he tomado impulso para subir las ruedas delanteras, y, a pesar de inclinarme para delante, la silla ha dado la vuelta, caído encima de mí, y yo de espalda, dándome en la cabeza, haciéndome una brecha, por la que empezó a salir bastante sangre. Inmediatamente estuve rodeado de gente, y con el nerviosismo que provoca la vista de la sangre, unos levantaron la silla, otros me subieron en ella, otros trataban de detener y limpiar la sangre, con lo que podían, otros llamaban a la policía, otros, la ambulancia... Fue una operación de socorro encadenada, limpia y rápida, la policía y la ambulancia, tardaron unos minutos, y unos minutos después me estaban curando en un Centro de Salud. Unos puntos, y como nuevo. Las caídas son inevitables, cada día que salgo a la calle cuento con ese riesgo, y en tanto no me rompa un brazo, la cosa no tiene mayor importancia. Miedo, cada día tengo un poco más, voy menos seguro, titubeo más para subir o bajar un bordillo, quisiera ser tan loco o inconsciente como he sido de aquí para atrás, tal vez, la edad me haya puesto más cuerdo.
Gracias, un millón de gracias a todas las personas que me ayudaron, policía, personal ambulancia y del Centro de Salud.
pues yo desde que me caí con la silla, volcando hacia atrás, tengo mucho más miedo que antes. Hasta ese día no me había pasado nada... francamente, no fue una experiencia muy agradable, los brazos volando, las piernas hacia arriba... y un dolor de cabeza!!
ResponderEliminarMe he puesto muy contento por saber de tí. Es cierto que cogemos miedo cuando nos caemos, pero hay que sobreponerse y seguir adelante. Yo me he caido de todas las maneras. Lo que más temos es romperme un brazo. En fin, Dolores, nuestros vehículos son así de inestables.
ResponderEliminarUn saludo,