También yo fui niño, hace ya muchos años, muchísimos. Tantos, que me cuesta recordarlo. Lo que si recuerdo es a un viejo pastor que vivía en una majada cerca del pueblo. Su casa era un chozo hecho de juncos, sus compañeros dos perros mastines blancos y una perrita negra, chiquitina y ladradora, que es la que corría tras la manada de ovejas. Entre la blancura de los animales lanudo destacaban las cabras negras y coloradas que formaban la piara. De noche encerraba el ganado en un redil hecho de cuerdas y estacas de madera. Y por la tarde tomaba un cubo y ordeñaba las cabras. Esta buena la leche recién ordeñada, aquella que todas las tarde me daba el viejo pastor.
Era mi amigo, eso decía yo a quien me preguntaba. Cada tarde yo iba a la majada, y con curiosidad y en silencio, seguía atentamente todo lo que hacía el pastor. Como amasaba la comida de los perros, una especie de harina gorda y agua. Como hacia el queso, prensándolo con las manos en cinchos de madera de higuera.
Cuando terminaba la faena de la tarde se quedaba sentado en el tronco de encina, recostado al chozo. Pensativo un momento, luego se llevaba la mano al bolsillo del chaleco y sacaba una petaca y un librito de papel, y despacio, disfrutando el momento, liaba un cigarro. Se lo ponía en la boca, y de otro bolsillo del chaleco sacaba el eslabón, la piedra y la yesca, que empezaba a arder con las chispas que saltaban del eslabón y la piedra. Y de esa forma, mágica para mí, encendía el cigarro.
Y ahí lo dejaba mirando el cielo, esperando las estrellas, que le contarán algún secreto. Con la perrita negra a sus pies, único testigo de la soledad que bañaba sus pensamientos.
Mi amigo murió como había vivido, solo en el chozo.
Bonitos y nostalgicos recuerdos de la niñez.Piedra y yesca......¿seguira alguien encendiendose los cigarros asi?
ResponderEliminarUn abrazo
Solo no estaba, si tu eras su amigo.
ResponderEliminarBonita historia y muy bien narrada con nostalgia y como homenaje. Pena que la soledad habite entre personas que no la merecen o se adueñe de aquellos que no la desean.
ResponderEliminarHe olvidado un poema que decía algo así: "..Vida dura,vida oscura, es la vida del pastor, pero no tiene ambiciones, ni delirios ni emociones y por eso es la mejor".
Que tengas un buen día.
qué bonitos recuerdos.Y qué bien sabe la leche de cabra!. Me has recordado tanto los pastores de mi pueblo...
ResponderEliminarMi abuelo por parte de madre, era pastor. Y recuerdo que tallaba madera, y también hacían una especie de "cantimplora" con un cuerno de...pues no sé de qué animal sería. Pero era un cuerno bastante ancho y grande, lo vaciaban por dentro y de tapón usaban un corcho. Solían llenarlo de gazpacho bien fresco.
Un abrazo
Bonita y entrañable historia esta del viejo pastor. Hay personas que nos dejan tanta huella de niños que siguen con nosotros toda la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya! Qué pena de vida, no? siempre solo.....
ResponderEliminarMi abuelo en sus tiempos mozos también fué pastor, de ahí el mote de la familia: chivo ( sin quererlo ni beberlo me has dado una idea para mi siguiente entrada, gracias), yo me quedé con chivito.
Un abrazo
UT
Mi marido que de jovencito cuidó las ovejas de su familia, me cuenta muchas anecdotas. muy bonito texto.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bonita la historia, si no fuera por la muerte en soledad. Aunque a lo mejor el pastor así lo elegio, estar solo.
ResponderEliminarMe han invadido miles de recuerdos de mi infancia cuando iba en vacaciones con mis abuelos al monte. Es la misma historia, las mismas faenas del oredeño, el queso, la trilla,... Pero mi abuelo no fumaba y no leía, no sabía.
Que poco valorado a los cabrero, al pastor, al porquero, en una palabra, el trabajo en el campo es lo que menos valorado está. Y si no fuera por ellos, no podriamos comer. Los campos serian pasto de las llamas, ya que las ovejas y las cabras son el mejor cortafuego para quitar la broza.
Un bonito homenaje a tu amigo.
Saludos y abrazos
Desde hoy te voy a bautizar, mi querido Dis, como mi "Pío Baroja" particular..
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo el texto, la descripción.. ¡Todo!
Te dejo mil besitos y :)´s dulces!
Te quiere,
Male.
Por cierto, que no he vuelto a ver el eslabón y la yesca. Ni siquiera sé como puedo acordarme de esas cosas. Muy importante tienen que ser las huellas que quedaron en mi.
ResponderEliminarjuanjo, un abrazo.
La vida de aquellos pastores era muy sacrificada y solitaria, encima por sueldos de miseria. Hoy, aunque dura, es otra cosa.
ResponderEliminarmariajesusparadela, un saludo.
Bueno, en aquellos tiempos lo mismo se pasaban meses sin ir a sus pueblos, y también los había que vivian con toda su familia en los chozos.
ResponderEliminarHa cambiado mucho la vida.
Loli Salvador, un abrazo.
A eso del cuerno por aquí lo llamaban liaros. Después de vaciarlos, en uno echaban el aceite y en el otro el vinagre para el gazpacho.
ResponderEliminarLos pastores eran muy mañosos, y hacian muchos utensilios para uso propio.
Nati, un abrazo.
De niño se magnifica todo, por lo que no es raro que para mi, aquel viejo pastor, fuese mi amigo y mi héroe. Los viejos y los niños siempre se han llevado bien.
ResponderEliminarMercedes, un abrazo.
Me alegro que el tema te haya sugerido una entrada. Es muy simpático, interesante y humano, y bien merecido tienen que nosotros, los que vivimos mejor de lo que ellos vivieron, les dediquemos un recuerdo.
ResponderEliminarUt, un abrazo.
Aunque aquella vida fuese muy dura para los que la vivieron, nos han dejado bonitos recurdos. Recordando se borran las cosas desagradables, y nos quedan las más simpáticas.
ResponderEliminarjosefina, un abrazo.
Para los niños es toda una aventura lo relacionado con las cosas del campo, y sobre todo, con los animales. La curiosidad de los niños no ha cambiado nada, aunque haya cambiado la vida y las costumbres.
ResponderEliminarisa, un abrazo.
Que más quiera yo, ni siquiera llego a aprendiz de Pío Baroja, pero si me quieres hacer importante, por mi, encantado.
ResponderEliminarMalena intenté dejar un comentario en tú blog y no supe como, tal vez me he equivocado en algo. Aconséjame.
Deseo que te encuentres bastante bien, y más animada que nunca.
Muchos besos, una flor y una sonrisa.
A todos, feliz fin de semana.
ResponderEliminarHasta el lunes.
Buenas Disancor.
ResponderEliminarHistorias de la infancia, que son las que mas marcan, las que se viven de una manera especial.
Preciosa... historia.
Yo que soy de campo como las amapolas, mal adaptada a la ciudad... la cabra tira al monte!!!!
Los niños que viven en los pueblos y aldeas saben lo que es el campo y acaban sabiendo lo que es la ciudad. Los de ciudad solo conocen eso, y piensan que los pollos, los huevos, las lechugas y demas vienen del supermercado.
Una pena!
Pasa un buen fin de semana!!!!
Seguimos esperando tus historias, tus vivencias...
Besos
Rosa
Un final a una vida... que a su forma, feliz, en la rutina, con su ganado, con sus perros y con tu compañía.
ResponderEliminarBella historia en lo que yo no llamaría triste.
Un abrazo.
Yo me crie en un pueblecito muy pequeño, es por lo que sé lo que es la vida dura de los trabajadores del campo. Y aunque las cosas han mejorado mucho, los productos del campo nos llegan bañados con el sudor de los campesinos y de los ganaderos.
ResponderEliminarLuna, un beso-
Puede que a mucha gente le gustara la vida solitaria y tranquila de los pastores, pero la mayoría lo hacía por necesidad y por una larga tradición familiar.
ResponderEliminarEmilio, un abrazo.