viernes, 11 de junio de 2010
ULTRAMARINOS
La memoria suele traernos recuerdos simpáticos y extraño. Cosas y sucesos en los que jamás hemos pensado, aunque durante muchos años hayan formado parte de la rutina de nuestras vidas.
Para mí, hoy, me he acordado de los ultramarinos. Sí, esas tiendas pequeñas y oscuras donde se podía encontrar de todo, especialmente, comestibles a granel y también envasados Para ello disponían de todas clases de medidas para la venta de líquidos, tales como los medidores de aceite, balanzas para pesar, molinillo de café, guillotina para vender porciones de bacalao…Por el suelo se podían ver los sacos de patatas, de garbanzos, de lentejas, de arroz, de sal…Y encima del mostrador,-en el ultramarinos que yo más recuerdo-, un gato grande y gordo, color ceniza, durmiendo encima del papel de estraza de envolver, entre un saco de azúcar y una pila de bacalao, y seguido, un queso y una cesta con huevo. Y al fondo, en las estanterías desvencijadas, había latas de conservas, colonias, jabones, artículos escolares, alguna muñeca o caballito de cartón. Y muchísimas más cosas colocadas de cualquier manera. Tampoco pasaban desapercibidos los chorizos y el tocino, que colgaban de una cuerda atada a un clavo pinchado en la pared. El interior de los ultramarinos despedían una mezcla de olores muy característico y peculiar
Tenían una clientela muy especial. Familias pobres, personas que comían lo justo para vivir. Siempre iban con una libreta donde el tendero apuntaba lo poquito que compraban fiado hasta final de mes o, en el peor de los casos, hasta que el marido encontrara trabajo. Y el tendero recordaba de cuando en cuando que la cuenta iba subiendo mucho, pero seguía ayudando a la gente, no dejando de darles fiado.
Estos comerciantes prestaron el más grande de los servicios a aquella gente con tan pocos recursos, que apenas tenían nada que comer cada día. Unos y otros llegaban a formar una gran familia.
Son recuerdos de finales de los años 50.
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Bueno,yo naci a principios de los 60 y aun recuerdo que en mi barrio habia un ultramarino(el nombre siempre me ha encantado)muy parecido al que tu tan bien has descrito.
ResponderEliminarYo tambien lo asocio con recuerdos felices de la infancia y me encantaba acompañar a mi madre para ir a comprar alli.
Hoy en dia son recuerdo,como tantas otras cosas,pero como bien dices un recuerdo feliz
Un abrazo
Si, yo también recuerdo los Ultramarinos, bueno de hecho no sé si es en realidad un Ultramarino pero si una tienda bastante parecida a eso en Avila cerca del Mercado Chico o Plaza del Ayuntamiento, se conoce como "La Blanquita"...y mi recuerdo es de cuando veniamos a Avila desde el pueblo, y me compraban allí un bizcochito parecido al tigretón pero se llamaba de otra manera, ¿podia ser Troskito ó algo así...? estaba muy bueno, claro era muy chica yo...
ResponderEliminarHoy decia mi madre, asi hablando de otras cosas, que habian cerrado el carrefour que hay por la zona en que vivimos, y la he dicho yo:"pues ha durado poco tiempo abierto eh!, claro que por mi no me importaria que se fueran al carajo todos los centros comerciales, porque son los que están fastidiando al pequeño comercio y son la representación más real del Capitalismo salvaje...así que por mi como si cierran el carrefour, el Corte Ingles, el Hipercor y todos los demás...", claro ahy mi madre ya se calla como diciendo: "bueno, ya empezó con lo de siempre...." jaja, pero es verdad que lo pienso eh, los Centros Comerciales solo sirven a los Intereses capitalistas, a las multinacionales de los transgénicos, al Lobby Sionista...generan más Problemas Sociales que Soluciones.
¡Vivan los Ultramarinos y las Tiendas de siempre, con productos locales ....
Un Abrazo
es tan bonito hacer un recuerdo de lo cotidiano.. porque se ve con otros ojos lo que se da por sentado.. apreciar esos detalles le da su toque especial a lo que somos.. buen fin de semana !
ResponderEliminarPues a mí me pareció muy triste lo que cuentas que la gente compraba lo justo para vivir y además fiado, (menos mal que los tenderos tenía buen corazón), que hoy en día en ningún supermercado te fían ni un euro. Yo así como describes no conocí ningún ultramarinos, pero me encantó el retrato que de ellos haces…, me resultó simpático lo del gato en el mostrador…
ResponderEliminarLos ultramarinos siempre fueron buenos para los residentes de ese lugar mas en la epoca que tu dices, ahora por desgracia no estan dejando sin los pequeños esos de todo la vida, donde tienen de todo y tan cerca de casa, algunos en tu propio edificio, porque los eliminaron porque las grandes superficies arrasan con todo, pero lo que no se dan cuenta que las personas se hacen mayores, la compra es necesaria en muchos casos poco pero al dia, suerte que esta abriendo personas emigrantes tiendas haciendolas un bazar al completo de comida y todo lo que una persona puede necesitar sin tener que usar el coche para ir a comprarlo..
ResponderEliminarTambien te deseo un feliz fin de semana
Con cariño
mari
Cuando era chiquita, me gustaba ir a la tienda del señor Paco, que estaba en la esquina de la calle donde vivía.. Era como la que describes, mi querido Dis.. Un día le dije a mi mamá:
ResponderEliminar- Mamá, algo se mueve en el tarro de las chuches..
Aún hoy, lo recuerdo, y todavía puedo oler aquel lugar, y todavía puedo ver al señor Paco con aquel delantal de color beige, y aquella libreta donde con un lápiz al que sacaba punta
todos los días, apuntaba las cuentas y los fiados..
Te quiero mucho mi querido amigo y te dejo muchos besitos, sonrisas y gotitas de alegría,
q siento cada vez q te visito..
Male.
Recibiste el mail, q te envié?
Si yo te contara cuánto le debo a la tienda de ultramarino que había al lado de mi casa. Ya lo creo que hacían un gran servicio.
ResponderEliminarBonito y merecido homenaje.
Un abrazo.
Yo nací en el 79, y recuerdo un ultramarinos al lado de casa de mi abuela. Una barriada pobre de casitas bajas y baratas. Recuerdo con cariño la tienda de la Anita, que era tal y como tú la describes. Allí vendían vino a granel, leche en bolsa, legumbres, embutido, lápices de colores... y en lugar de un gato, tenía un perro que se ponía a dormir entre los sacos de patatas.
ResponderEliminarTodo sabía tan bueno, verdad?
Un abrazo, buen fin de semana
Las historias cotidianas son las que más nos llegan por que las vivimos de cerca.
ResponderEliminarExcelente narrativa.
Gracias por visitar mi oscuro desván.
Saludos y buen fin de semana
Yo recuerdo también tiendas de este tipo, mi madre me daba la libretetita, me hacía anotar las cosas que había que traer y me decía: - que Isabel te apunte lo que te traes. Al terminar el mes mi padre siempre pasaba a pagarle la deuda.
ResponderEliminarLuego hubo otro tendero que recuerdo con mucho cariño, el hombre era bastante serio, pero nos ayudó en un momento muy díficil para nosotros, pienso que si no hubiera sido por él otro gallo nos hubiese cantado.
Feliz fin de semana. Saludos.
Sí, aunque eran tiempos de muchas penas, son recuerdos felices. Gracias a aquellas pequeñas tiendecitas mucha gente comía algo cada día.
ResponderEliminarjuanjo, un abrazo.
Las grandes superficies se las han comido casi todas.Y esos ultramarios prestaban un gran servicio, estaban con la gente, y en una necesidad te sacaban de apuro. El progreso lo ha trastocado todo. Ahora el dinero para las nultinacionales del sector.
ResponderEliminarmariaje 15, un abrazo.
Es bonito traer a la memorias esas pequeñas cosas de otros tiempos que constituyeron muestras vidas. Algunas veces los recuerdos duros de ayer nos hacen felices hoy.
ResponderEliminarGracias por tú visita.
Sakurandra, un saludo.
Hubo una época muy tiste y dura. La gente no tenía dinero, y comer había que comer cada día, aunque fuese poco. Se contraian deuda, pero para comer, y se pagaban como se podía.
ResponderEliminarAgradezco mucho tú visita y el comentario.
campoazul, un saludo cordiall.
Me ha encantado la estampa que has pintado de estas entrañables tiendas, donde el tendero era a veces un poco fenicio pero como bien has dicho, ayudaba a las familias humildes a que pudieran comer a diario. Yo conocí alguna de estas tiendas, aunque ya estaban en declive.
ResponderEliminarUn abrazo disancor.
La diferencia es que en aquellos ultramarinos te daban fiado, pero en estos bazares de inmigrantes puede que no fien. Y el caso que, como bien dices, muchas personas necesitamos la tienda cerca de casa.
ResponderEliminarmari, un beso.
Inolvidable la mezcla de olores que despedían aquellas tiendas. Y hasta los nombres de los tenderos eran peculiares, tal como el señor Paco de tus recuerdos.
ResponderEliminarMalena, estoy muy contento de tenerte aquí. Es la alegría y el deseo enorme de imaginar que el contratiempo en tú salud, lo vas superando.
Te envio mi cariño y un beso.
Creo que en justicia se merecen de nuestra parte, siquiera, el homenaje del recuerdo. Hasta los niños fueron beneficiarios de algún caramelo o galleta, que le daba el tendero.
ResponderEliminarMercedes, un abrazo.
Fíjate que hubiera dicho y hecho hoy sanidad en presencia de animales en las tiendas. Además entonces no caducaba nada, aunque tuviera mala pinta. Algunas veces las legumbres iban con la carne incluida.
ResponderEliminarNati, un abrazo.
Grandes recuerdos de pequeñas cosas, de esa rutina diaria que hemos vivido, y que son las que más nos emocionan.
ResponderEliminarMuy agradecido por tú visita y amable comentario.
Eurice, un saludo.
Toda la documentación que había sobre las deudas era una libreta que tenía el tendero y otra el cliente, y la firma, la palabra, y si no se podía pagar, pues al menos se daba la cara. La gente tenía honor.
ResponderEliminarEncarni, un saludo, y gracias por la visita.
Bueno, la que yo describo es de los años 50. Se conservaron sin sufrir muchos cambios hasta muchos años después, tiempos en que empezaron a llegar las grandes superficies. Quedan algunas de esas tiendas, pero muy pocas.
ResponderEliminarTorcuato, un saludo.
Hola, yo nací en el 52 por lo tanto recuerdo esas tiendas, en el pueblo de Jaén donde yo nací existía una así, mi madre lo recuerda muchas veces.
ResponderEliminarHe llegado a tu blog por medio de el de Olina, y me encanta leerte.Volveré por aquí si no tienes inconveniente.
Un saludo. Isabel.
No tengo inconveniente, por el contrario, siento mucha alegría por tú visita y tú amable comentario. Gracias, y también a Olina.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado la entrada de los ultramarinos. A los que lo vivimos nos traen muy buenos recuerdos, aunque los tiempos fueron dificiles.
Isabel, un saludo cordial.