lunes, 30 de abril de 2012

EN UN LUGAR DE ÁFRICA




No todos los episodios de la vida los borra el tiempo. Siempre quedan restos que se resisten a morir del todo. Y son pequeñas cosas dentro de un contexto importante, las que vienen con más claridad y frecuencia a la momería. Quizás sea por eso, que no se me olvidan hechos insignificantes de mi paso por la contienda bélica que habría de marcarme para toda la vida.

Son los recuerdos del día a día de un soldado perdido en una tierra que nunca sería suya. De un héroe anónimo, de esos que pasan desapercibidos, que ni siquiera los tiros de su fúsil suenan. De un mercenario en un ejército regular, pagado con tres pesetas por jornada. Con el deber de obedecer y morir y soñar cuanto quisiera. Y cantar o que te cantaran canciones patrióticas, a una caja envuelta en una bandera.

Son las cosas que pienso hoy,  impulsado por aquellos remotos recuerdos. Entonces mi vida era más simple, más insignificante, más monótona…Pero con muy escaso valor. Trascurría entre caminatas, trincheras, guardias y tiros; entre cantimploras sin agua y latas de sardinas; entre mosquitos y pulgas; entre partidas de cartas, borracheras y putas militarizadas. Y las misas de campaña y las confesiones tras una piedra ¡Son tantas las cosas que pasaron y que nunca se contaron! ¡Son tantas las que se dijeron y nunca ocurrieron! ¡Son las verdades de las guerras! ¡Las mentiras de los documentos oficiales! Datos para estudiosos e historiadores.

 Las guerras siempre se pierden. Esta se perdió, y también el lugar que ocupábamos en otro continente.

10 comentarios:

  1. En las guerras todos pierden, Diego.
    Yo creo que las guerras las montan quienes luego no van a ellas y pagan víctimas inocentes en cualquiera de los bandos. También parten la vida en dos de los soldados que, obligatoriamente alistados, van a luchar por unos ideales que no tienen nada que ver con él. Luego, además, vuelves (si es que vuelves), a tu tierra y con tu gente pero ya nada es igual. Vienes con vicios adquiridos, con ilusiones rotas, hecho un hombre pero también hecho una mierda.
    Por tanto, amigo Diego, no es de extrañar que siempre permanezca en tu recuerdo algo tan antinatural como es esa guerra y cualquier guerra.

    Espero tu participación en mis ONCE PALABRAS. Tú eres capaz de eso y de más.

    Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.

    ResponderEliminar
  2. Por supuesto que las guerra y batallas siempre se pierden. Detesto las batallas, las conquistas en donde unos se jactan sobre los cadáveres de inocentes siempre que estaban allí porque les habían enviado.
    No me extraña que se te hayan grabado en la memoria.
    Bss y buena semana

    ResponderEliminar
  3. Veterano que estuvo contigo en la guerra esa donde perdió el pie.30 de abril de 2012, 7:43

    Este ejército que ves
    vago al yelo y al calor,
    la república mejor
    y más política es
    del mundo, en que nadie espere
    que ser preferido pueda
    por la nobleza que hereda,
    sino por la que él adquiere;
    porque aquí a la sangre excede
    el lugar que uno se hace
    y sin mirar cómo nace
    se mira cómo procede.
    Aquí la necesidad
    no es infamia; y si es honrado,
    pobre y desnudo un soldado
    tiene mejor cualidad
    que el más galán y lucido;
    porque aquí a lo que sospecho
    no adorna el vestido el pecho,
    que el pecho adorna al vestido.
    Y así, de modestia llenos,
    a los más viejos verás
    tratando de ser lo más
    y de aparentar lo menos.
    Aquí la más principal
    hazaña es obedecer
    y el modo cómo ha de ser
    es ni pedir ni rehusar.
    Aquí, en fin, la cortesía,
    el buen trato, la verdad,
    la firmeza, la lealtad,
    el honor, la bizarría,
    el crédito, la opinión,
    la constancia, la paciencia,
    la humildad y la obediencia,
    fama, honor y vida son
    caudal de pobres soldados;
    que en buena o mala fortuna
    la milicia no es más que una
    religión de hombres honrados.

    Calderón de la Barca.

    A la atención de mi amigo Diego.

    ResponderEliminar
  4. las guerras son declaradas en escritorios,
    sangradas a muertes en los campos de batalla
    y sepultadas en los libros de historia
    que escriben los ganadores
    .
    las aborrezco
    saludos

    ResponderEliminar
  5. Las guerras son la muerte de muchos sueños y el negocio de unos pocos.

    Ya pasó, no te tortures.

    Mil Besos Disan.

    ResponderEliminar
  6. La guerra es el fracaso de la razón del ser humano, pero también es el gran negocio de algunos Estados y el de las grandes fortunas que se benefician de los muertos que obligatoriamete han de poner los pueblos. Y son malas, sea el que sea el contrario. Y a quienes participan, les queda un terrible recuerdo toda su vida, y que esa etapa fue un fracaso.
    Mos, un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Todo lo que se refiere a las guerras es malo, hasta la forma de calificarse los miembros de los ejércitos, de los propios se dice que son unos héroes, y los otros, unos asesinos. El enemigo siempre es el contrario. Y, la verdad, todos pueden tener el mismo comportamiento salvaje.
    Katy, un beso.

    ResponderEliminar
  8. Muy acorde la poesía de Calderón de la Barca con el tema publicado hoy en la entrada.
    La vida de la vejez son los recuerdos, y hay algunos que no podemos evitar tenerlos siempre presente, porque fueron traumáticos o porque se formaron al mismo tiempo que el carácter y la personalidad del individuo. Algo así creo que me ocurrió a mí.
    Veterano, un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Así es, la miseria, el sufrimiento y la sangre, la convierten los vencedores en heroicas hazañas.
    Y el historiador, como ser humano, nunca cuenta la verdad de la guerra con objetividad.
    Te doy las gracias más sinceras por tú visita.
    enletrasarte(Omar), un saludo.

    ResponderEliminar
  10. Sí, las guerras mueven mucho dinero, que es lo que les interesa a los fuertes, y ese y no otros es el motivo para que las defiendan y justifiquen. Siendo niño participé en una tan vergonzosa que hasta hoy se tapa como algo de lo que no podemos estar orgullosos.
    Sí, ya es pasado, pero ha dejado sus huellas.
    ion-laos, un abrazo.

    ResponderEliminar