Después de mucho
tiempo en el infierno pidió la revisión de su proceso. Siempre había sido un
hombre bueno y temeroso de todo lo sagrado. En su conciencia no había sombras
de pecado. Vivió libre de malos pensamientos y fue penitente de un por si
acaso. Y es por lo que con todos estos antecedentes, no le cabía dudas que su
condena se debía a un error divino. Y eso hubiera creído por los siglos de los
siglos, si no se entera un día que la hostia que tomó en la última comunión
estaba caducada.
Mi querido amigo, como cuento está muy bueno, pero ten la seguridad que las hostias no caducan...jiji
ResponderEliminarmariarosa
Me quedo con la moraleja, me parece muy buena.
ResponderEliminarUn besote.
Pues parece una bofetada¡¡, muy bueno. besos.
ResponderEliminarAy que bueno! ! Es que es un peligro comulgar, de la manera que anda la Iglesia todo puede pasar.. .
ResponderEliminarBesitos.
La iglesia lleva caduca hace ya mucho tiempo, pero se resisten a creerlo.
ResponderEliminarBesos Disan.
La verdad que se escriben muchas tonterías. Esto no es nada más que un pequeño relato sin ningún elemento para ser creído. Siento mucho respeto por las personas, sus creencias religiosas e ideas políticas.
ResponderEliminarMaría Rosa Giovanazzi, un beso.
Bueno, la moraleja es no tomarse en serio el tema del microrrelato. Es un poco de humor, aún a costa de las cosas menos alegres. A la imaginación no se le pueden poner frenos, hay que dejarla producir hasta lo más insólito.
ResponderEliminarODRY, un beso.
ResponderEliminarHubo un tiempo que las autoridades sanitarias dijeron que la hostia que se le administraba a los fieles en la comunión tenía plazo de caducidad como cualquier otro alimento. La lógica de estas declaraciones me inspiró el microrrelato.
Amapola Azzul, un beso.
…y después de mucha reflexión me entró una gran preocupación cuando me pregunté si una hostia caducada haría efecto, y si no lo hacía, habría que olvidarse de ir al cielo ¡Qué preocupaciones más tontas!
ResponderEliminar.campozul, un beso.
ResponderEliminarSeguro, seguro que mi microrrelato no influirá en ninguno de los cambios que tanto necesita la iglesia. Solamente he querido poner una nota de humor al misterio y a esas cosas tan serias, sin que haya estado en mi ánimo ser irreverente. Además de la caducidad de las hostias, ya se habló en su momento. Y de la cuestión del infierno, es mejor no tener prisa por comprobar lo que hay de cierto.
ion-laos, un beso.
Gracias por tu visita a mi blog.
ResponderEliminarMe gusta el tuyo, si te apetece podemos seguirnos.
Besos
Hola Disancor, retribuyendo tu visita a mi blog, quise conocer el tuyo. Muy interesante por cierto, leí varios post, me gustaron tus micros relatos dejan un agradable sabor con ganas de leer más.
ResponderEliminarSabes, nunca entendí si las hostias quitan el pecado del mundo, como es que hay tantos pecadores, no será que estan dando hostias caducadas y no se dieron cuenta.
Dejé mi huela en seguidores para no olvidar el camino de regreso y seguirte leyendo.
Un gran saludo.
Para mí es un placer tenerte entre mis comentaristas y amigos, lo que hacer agradable esta pequeña charla ampliando el tema de las entradas. Confío que el blog sea de tu gusto.
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario.
Inma_Luna, un beso.
Bueno, los consumidores de hostias caducadas andarán todos por el infierno.
ResponderEliminarNosotros, los pecadores y no pecadores, lo mejor que podemos hacer es echarle humor el misterio de nuestro destino y procurar no recibir muchas ostias de la vida.
Te agradezco muy sinceramente la visita y amable comentario. Gracias.
roberto, un saludo cordial.
Este micro tiene su aquel, Diego. Y más ahora que viene nuevo Papa.
ResponderEliminarEstá claro que hay que tener con las hostias que recibimos y las que nos den.:):):):)
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Estamos en unos tiempos que hay que desconfiar de todo, aunque, más o menos, la suerte esta echada y el destino escrito. Pero, por si acaso, hemos de tener cuidado con la fecha de caducidad de lo que tomamos.
ResponderEliminarMos, un abrazo.
Jajajaja, vaya, pobre que él que sabía si la ostia estaba caducada ajajaja.
ResponderEliminarDeberían de ir al infierno aquellos que no miraron la caducidad, y no el pobre hombre que se la metieron en la boca sin saber si estaba caducada.
Bueno he visto que los tiros van por otro lado.
Hay que cuidarse de que te nos den más palos de los que ya hemos recibido.
Saludos y un abrazo