El termómetro del parque marca 1 grado, y son las 8,30 horas de la mañana de un día de enero. A esa hora salgo cada día montado en mi descapotable. Y a pesar de lo temprano, la calle esta llena de niños cargados de mochilas y carritos. Unos silenciosos, otros medios dormidos, otros arrastrados, imagino, por los padres o abuelos. Son niños, pero la algarabía, a esa hora, es mínima. Reservándose todo el bullicio para la salida del colegio. A mi me produce una enorme alegría mezclarme con personas tan pequeñas. Marcho entre ellos, y como la cosa más natural, se apartan con respeto para cederme el paso. Algunos ya me conocen y me saludan como viejos amigos, aunque tan temprano no es el mejor momento para efusiones.
Esa mañana fui sorprendido por el ofrecimiento de ayuda de una niña de 6 ó 7 años. Se acercó a mí, separándose de otros niños, y me dijó: ”Señor, ¿quieres que te ayude?” Y miraba con sus ojos azules y la carita suplicante entre la timidez y la duda. Cuanta ilusión en aquella mirada. ¿Cómo negarme a aceptar el ofrecimiento más hermoso que me habían hecho en mi vida? Le dije: “sí, por favor, empuja un poquito” Y se esforzó en empujar los pocos metros que había hasta la puerta del colegio. Esto sólo fue el principio de la historias, pues todos los días me esperaba para empujar mi silla. Comprendí que para ella no era un juego, era la enorme solidaridad de un cuerpo pequeño y un corazón enorme. Empecé a ser puntual porque no quería hacer esperar a mi pequeña amiga.
Por traslado familiar deje de verla.
Emotiva historia, amigo. Me tocaste la fibra.
ResponderEliminarY ten por seguro que para esa niña eras importante. ¿Por qué? Porque a ella le hacías sentirse importante, mayor, responsable...
Esos recuerdos de la niñez nunca se olvidan, se guardan en el cofre de oro del alma y del pensamiento.
Besos, mi sensible amigo.
Conmovedor, Disancor, conmovedor...
ResponderEliminarHuele a nostalgia. Y la nostalgia siempre llena tanto aunque muchos digan que vacía...
Muchos cariños amigO!
Una pequeña historia, un pedacito de amor y nostalgia, mucha emoción.. en medio de tanta frivolidad, aquí y allá.
ResponderEliminarInolvidable para los protagonistas,, gracias por el obsequio.
Mi saludo desde Argentina.
Muy bella historia... lástima que dejaras de verla, era algo bonito para ambos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que tierno Disancor!!! me imagino a esa preciosidad solidaria empujando tu silla, y a ti, con tu bondad, permitiendo ser ayudado para que ella se sintiera bien, os imagino y me encanta la escena.
ResponderEliminarUn beso gigante
Que bonito! y que niña más encantadora!!! Seguro que ella también se acordará siempre de ti.
ResponderEliminarUn abrazo
Ut
Cuando estoy delante de un niño siempre me pregunto que pensará o como me verá, ¿qué impulsó a mi pequeña amiga a ofrecerme su ayuda?
ResponderEliminarOjala los niños pudieran llenar sus cabezas sólo con las cosas agradables de la vida.
Si, creo que para la niña fue un gesto importante
y para mi, no digamos.
Emibel, un beso.
Lo conmevedor fue el gesto de la niña. Pienso que eso será parte de la formación de recuerdos de la pequeña, para mi es uno de los más preciados. Hay cosas que sin ser importantes calan muy hondo en el alma.
ResponderEliminarSol, mi joven amiga, un beso.
La vida, a pesar de todo, esta llena de conmovedoras historias, y muchas protagonizadas por niños, la suerte es toparse y participar de ellas.
ResponderEliminarMe ha hecho mucha ilusión tú visita y el generoso comentario. Gracias,gracias.
Cecilia, desde España un cariñoso saludo.
Tenia un amigo de infancia que curioso lo recuerdo con malestar, me hizo la vida imposible, por aquel entonces como casi todas las niñas ibamos con trenzas largas menudos tirones de pelo me daba, intentaba quitarme el bocadillo, incluso empujarme, era un cenizo, menos mal que cambiamos de colegio y de vivienda pero me dejo un tiempo marcada.
ResponderEliminarCon cariño
Mari
Estoy seguro que la niña ya tiene una historia que contar a sus amigos, y yo también.
ResponderEliminarLa vida nos da muchas sorpresa, agradables y desagradables, nunca sabes por donde te puede llegar la ayuda, en mi caso, ya ves, en la solidaridad de una niña.
emilio, un abrazo.
No lo había pensado, pero si, la niña empujando la silla hubiera sido una bonita foto, digna de figurar en calendarios solidarios, hoy tan de mada. Ella se lo merecía por su gesto, y yo me emociono de pensarlo.
ResponderEliminarsilver¨smoon,un beso.
Ut, me alegro mucho que estes de nuevo por aquí.
ResponderEliminar¿Qué tal las vacaciones?
Ya ves las cosas que me pasan, no me quejo, tengo suerte, pues hasta los niños se prestan a ayudarme. La vida es muy generosa conmigo.
Un abrazo.
El niño que es travieso le hace la vida imposible a todo lo que este a su alrededor, y en el colegio son el terror de compañeros y profesores, y aunque de mayores cambian totalmente, no se puede evitar recordarlos con un poco de malestar. Recuerdos de la niñez, nostalgia de mayores.
ResponderEliminarMari, un beso.
Qué hermoso relato! Es de una infinita ternura. Agradezco que hayas pasado por mi casa porque así pude conocerte y disfrutar con tus letras. Pasaré seguido por aquí.
ResponderEliminarUn beso enorme disancor
Me he alegrado mucho con tú visita y tú amable comentario. Gracias.
ResponderEliminarComo ves, no escribo sobre nada importantes, lo hago de recuerdos y de pequeñas cosas que suceden en el día a día, cosas que impresionan, como el comportamiento de una niña.
Si eso te produce algún pensamiento agradable, pues, yo, feliz.
Carmen, un beso.
¡Ojala todos los adultos conservaran esta ternura y bondad en sus actos cuando son adultos! El mundo iría muchísimo mejor. Feliz fin de semana!
ResponderEliminarBueno, por fortuna, la mayoría de los adultos nos emocionamos con la inocencia de un niño. Por desgracia, también hay desaprensivos a los que hay que combatir con todas nuestras fuerzas.
ResponderEliminarLuna, te deseo un buen fin de semana.
Un beso.
¡Es una historia muy emotiva, Diego!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.