MOTOS

Ayer domingo, estuve viendo una concentración de motos. Toda una exhibición de potentes máquinas y de rugientes motores, relucientes y cuidados hasta en sus más mínimos detalles. Impresionantes motos con impresionante alarde de equipamiento de comodidad, potencia y seguridad sobre dos ruedas. Esa es la impresión que saqué a primera vista, sin acordarme de esas estadísticas que hablan de muchos motoristas muertos en las carreteras. Pero ese es el riesgo de un deporte que parece hecho para personas temerarias, según la imagen que vemos, de un ejército uniformado de cuero negro, de botas para pies fuertes, de cascos para poderosas cabezas…Hasta las leyendas que llevan escritas en sus indumentarias producen admiración al héroe o miedo a la caracterización motera. Y todo en colores que recuerdan la sangre y la muerte. Es imposible que el hombre y la máquina no impresionen, es imposible, a pesar del riesgo, no desear ser motero. Y sentir la velocidad, el aire en la cara y hasta el miedo.

También había motos más modestas, que para romper con eso de las clases, se codeaban con las de marcas de más solera. Ocupando parecido espacio y consumiendo parecido menú de gasolineras. Al precio que esta el combustible, no parece que este sea el mejor deporte para tiempos de crisis, o, tal vez, el deporte de velocidad sea bueno para huir de la mala situación económica. Si al menos le quitarán metros al kilómetro, tendríamos la ilusión que es menor el consumo. Es cuestión de proponérselo al gobierno.

Sólo me queda decir que cambio descapotable por moto.