Aunque llevo algunos años en silla de ruedas, no me acostumbro a ver en esa situación a otras personas. Y no es que me mueva ningún sentido de lástima, ni siquiera de sorpresa. Me mueve la rabia y la impotencia por lo insignificante que somos frente a la mala suerte. Una enfermedad, un accidente, un pequeño revés en la vida, y has de vivirla como jamás hubiese soñado. ¡Y es que somos tan frágiles! Y aunque nos creamos colosos no somos nada más que juguetes que puede romper el destino en cualquier momento.
Me costó reconocerla, o me negaba a admitir que fuese ella, sin embargo, reconocí aquella voz que me llamaba por mi nombre. Y vi. unos ojos suplicantes que se clavaban en los míos, y una sonrisa partida por un rictus de amargura. En principios, aún teniendo la certeza, dudé que fuese la chica alegre, hermosa y llena de vida que conocí en otro lugar y en otra época. Me alegré de su presencia, pero me entristeció no verla como yo la recordaba. Charlamos de cualquier cosa. Tímidamente le pregunté algo de su vida, y, también, con delicadeza, algo de sus penas. Levantó los brazos y pareció contestarme: ¡Qué puedo decirte que no se vea!
Y me dijo adiós con la mano, y luego la bajó para hacer avanzar su silla de ruedas.
Tienes tanta razón, que gran realidad y que ciegos estamos todos. Bs.
ResponderEliminarNo se si autobiográfico o un relato para hacernos caer en la cuenta de la suerte que tenemos de estar vivos. Porque aunque ocurran estas cosas ajenas a nuestra voluntad hay muchas formas de vivir. A veces son los recuerdos los que más daño hacen. En cualquier caso muy emotivas tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana
Que dura tu historia......y que jodidamente (con perdon) real.Tiene toda la razon emejota y tu tambien....juguetes fragiles del destino....no hay mas
ResponderEliminarUn abrazo
Como se suele decir, hoy estás aquí, y mañana allí. Así de sencillo en un tris-tras. Me ha emocionado tu narración.
ResponderEliminarBesos.
Diego, me ha encantado la forma de narrar esa situación un tanto embarazosa. me ha encantado porque apoya con un ejemplo vivo la reflexión que haces de que somos juguetes del destino. Es cierto. Se dan multitud de situaciones, de imprevistos, que nunca sospechas que puedan pasar pero a la vez sabes que pasan a diario. Quién no sabe de un conocido que , de repente, le cambia la vida por una enfermedad. O incluso le llega la muerte por ella casi sin avisar.
ResponderEliminarEs como una lotería pero en negativo.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Lo importante es conservar la vida y las ganas de vivir y hacerse fuerte frente a la adversidad, no es fácil ya lo sé, pero es que si no, te hundes, hay que aferrarse a algo.
ResponderEliminarBesos Disan.
Pues sí que sonó muy triste ese encuentro, la vida a veces se cobra unos intereses muy caros. Vosotros os veis dependientes de una silla y yo os veo unos héroes por saber vivir y defenderos desde ella y pienso que yo no tendría fuerzas para hacerlo... pero la vida tiene muchas sorpresas y no todas son buenas.
ResponderEliminarBesitos.
¡Juguetes vivos, Diego!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.
La vida es caprichosa Dis. Lo importante es vivirla lo más intensamente que podamos. Quizá la vida elija a los más fuertes y los más admirables porque os ve más capaces.
ResponderEliminarMe ha encantado volver a leer un haiku!!
Con respecto a la pesadilla, has pensado en una revisión por si acaso?? Seguro que fue una pesadilla y estás estupendo pero ese tipo de revisiones nunca vienen mal ;-)
Un beso grande grande con achuchón
El destino nos hace alguna vez muy malas jugadas, pero no hay que vivir con miedo, pues no todas las cosas que nos ocurren son culpa nuestra. y por mucho cuidado que pongamos, ocurren. Vivir tiene su riesgo
ResponderEliminaremejota, un beso.
Son pequeñas cosas que me han ido sucediendo a lo largo de la vida, y un día me viene el recuerdo y lo cuento con las palabras que en ese momento mi ánimo me dicta. No son relatos importantes, pero, al menos, confío que provoquen algún pensamiento en las personas que los leen.
ResponderEliminarKaty, un abrazo.
La verdad que no podemos hacer nada cuando nos vienen mal dadas. No es cosas de perder el tiempo en lamentaciones cuando lo necesitamos para ser felices, porque no sabemos en que momento eso ya no será posible. Vivir es ignorar el riesgo.
ResponderEliminarJuanjo, un abrazo.
Vivir encima de una silla de ruedas es muy jodido, pero cuando se es joven, es toda una tragedia, y lo sigue siendo hasta que aceptas que estas condenado a una vida diferente y con limitaciones. Quien lo asimila bien, y no en los casos más graves, puede ser feliz encima de una silla de ruedas. Al menos, yo lo soy.
ResponderEliminarTeresa, un beso.
Me alegro por ello disancor. Yo lo vivo de cerca, pues tengo una cuñada que nació con polio y ahora en el transcurrir de los años se mueve entre silla de rueda y muletas. Ella también tiene mucha alegría (ahora, porque hace unos años lo pasó fatal) a pesar de tener unas cuantas enfermedades añadidas.
EliminarBesos.
Son situaciones muy embarazosas y que hay que tratar con mucho tacto, porque las personas que sufrimos alguna discapacidad tenemos, casi siempre, los nervios a flor de piel, y eso nos hace imprevisibles. Todo lo que sucede es que tiene que suceder, pero siempre pensamos que las cosas les pasan a los demás. Quizás eso sea bueno, porque no cabe duda que para ser feliz, lo mejor es no pensar en el futuro.
ResponderEliminarMos, un abrazo.
Acostumbrarse a vivir encima de una silla de ruedas, no se acostumbra uno del todo, pero se acaba aceptando sin que eso suponga darse por vencido frente a la vida. Es una mala lotería la que nos toca, con castigo en lugar de premio.
ResponderEliminarion-laos, un abrazo.
Sí que es triste encontrarse después de algún tiempo con una persona a la que has conocido rebosando salud y alegría, en una silla de ruedas. Y todavía impresiona mucho más cuando se trata de una mujer joven y hermosa.
ResponderEliminarcampoazul, un beso.
Así es, no somos nada más que juguetes en manos de un destino caprichoso, y aún hemos de estar contentos, porque aunque jodidos, seguimos respirando y con la mente lúcida.
ResponderEliminarMiguel A., un abraso.
En este momento la vida es de una manera y un instante después es de otra muy diferente, sin embargo, nos la pasamos haciendo planes para el futuro, cuando la felicidad segura es la del presente. Hay que vivir el momento, porque el después es un misterio.
ResponderEliminarsilver, muchos besos.
El destino suele hacernos esas malas jugadas
ResponderEliminarMuy buen relato, para reflexionar
Un abrazo