Ya apenas se oye contar historias de la mili. Quienes las sufrían y las contaban van envejeciendo o desapareciendo sin dejar sucesores de aquellas gloriosas hazañas. Y con ellos se habrá enterrado la mili definitivamente. Ahora hay soldados de un ejército profesional. Y eso puede parecer más serio, pero, desde luego, no es tan entrañable.
Quiero referirme a los viejos de hoy que fueron soldados allá en los tiempos de quintos, reclutas y campamentos en tiendas de campaña. De reclutas pelados al cero y castigados a pelar patatas. Huérfanos de derechos y con obligaciones hasta domesticas. Recaderos en casa de oficiales, niñeros de sus hijos y chacha para todo. Y, sin embargo, era de envidiar la suerte de un asistente. Libre de guardias y de cocina y de respirar todas los horas el aire de cuartel. Los que no disfrutaba de esas ventajas, habían de conformarse con aquellas dos horas de paseo a lo que era merecedora la tropa. Que después de pasar revista de vestuario, salían en tropel precipitado por delante de la guardia de puerta, y se desperdigaban por las calles en pequeños grupos y en todas las direcciones. Pisaban fuerte, haciendo sonar las herraduras y tachuelas de sus botas con polainas, sobre los adoquines de las calles, en un ensordecedor concierto de ecos que retumbaban hasta en los cristales de las ventanas. Unos haciendo planes con aquellas dos horas de paseo, otros los llevaban ya hechos, solo les quedaba cumplir la rutina diaria. Buscar en el parque su criada, cortejarla y comerse el bocadillo de los niños. Unos buscaban una taberna con vino baratos, mientra otros probaban suerte en amores o en las casas de putas. Y si era verano y había playa, los soldado se conocían en el agua y en la arena porque usaban de bañador los calzoncillos puestos de revés: la abertura de delante atrás.
Ya en sus vidas y pasado el tiempo, aquellos que un día fueron inocentes niños grandes vestidos de uniforme, convirtieron en entrañables historias sus recuerdos de la mili. Y ni siquiera se ocultan los malos momento, que se cuentan con nostalgia. Sería por la novedad o por las situaciones surrealistas que se creaban y se vivían, todo era importante para ser recordado y contado. No eran importantes batallas ni grandes aventuras, eran cosas pequeñas magnificadas por la imaginación, el cambio en sus vidas y resolver situaciones nuevas cambiando sus costumbres y hasta perdiendo la propia identidad.
¡Cómo no recordar cosas de la mili, si a muchos jóvenes la cosa más importante que les había pasado en sus vidas, fue en un cuartel! ¡Cómo no recordar a los muchos amigos que se hicieron, y a los muchos compañeros que no se volvieron a ver más!
Son recuerdos con más de cincuenta años. Después ha habido muchos más, pero aquellos de soldados forzosos, aquellos de reclutas de reemplazo, se les puso plazo de caducidad el día que el servicio militar dejó de ser obligatorio. Han dejado de ser historias de la mili, para convertirse en hazañas más serias y transcendentales.
El tiempo ha pasado trayendo cosas nuevas. Mejor o peor, la vida es distinta y ni el humor tiene ya tanta gracia.
Afortunadamente no la hice......nunca crei que me podria sentir tan bien al decirme alguien que era un "inutil total"
ResponderEliminarUn abrazo
Lo mejor de la mili:Los amigos que allí se hacían.
ResponderEliminarUn abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Solo quiero recordarte algunos párrafos de tu escrito de fecha 27 de febrero de 2011. Le titulaste LA MILI y decía así:
ResponderEliminar"No es que yo este a favor del servicio militar obligatorio, sin embargo, pienso que en los tiempos que hice la mili tenía mucho de positivo"....... "Aprendían a valerse por si mismos, el valor de la amistad y el compañerismo y la importancia del respeto y la disciplina"........ "Y otros, volvían a sus puntos de origen, como se decía, ya convertidos en hombres responsables"........"Y, no obstante, lo mal que dicen que se pasaba, a todos nos gusta contar historias de la mili"........."Mi paso por el ejército estuvo lleno de incidencias, y, sin embargo, conservo en la memoria muy buenos momentos".
Yo estoy de acuerdo en todo y tú lo sabes.
Como dice Mos, lo mejor, los amigos. Es increíble el lazo que creaba haber sido compañeros de mili.
ResponderEliminarClaro que, como es obvio, hablo de oídas.
Besos
Amigo disan, no sabes cuando se pone mi padre a contar historias y cuando veo sus fotos con los caballos (la hizo en caballería). Disfruta con que le escuche y recuerda muchos chascarrillos y hasta canta alguna canción de las que cantaba en el cuartel con los compañeros. Creo que fue excedente de cupo y lo licenciaron pronto pero yo de esas cosas entiendo poco.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Pues, es verdad, siempre me pregunté de que manera puntuaban en el ejército eso de "inútil total", porque lo sorprendente era que muchos soldados estaban deseando que les diesen esa inutilidad. Imagino que ya habrán cambiado las condiciones.
ResponderEliminarJuanjo, un abrazo,
Sí, se hacían amigos para toda la vida. Será que no hay nada que una más que compartir penas y dificultades, además de la protección y el compañerismo, y encontrarse en un lugar extraño y desconocido, sobre todo, para los que nunca se habían alejado de la familia.
ResponderEliminarMos, un abrazo.
No recordaba que ya había escrito algo sobre la mili, sin embargo, reconozco las opiniones que citas como mías, y al día de hoy sigo pensando lo mismo. Para aquellos tiempos, el servicio militar era positivo para muchos jóvenes, aunque para otros era un problema, porque cortaba estudios, planes de trabajo y hasta proyectos familiares.
ResponderEliminarJuan Nadie, un abrazo.
Pues, mira, la mujer es lo que le faltaba entonces a la mili. Estos tiempos son más justos en ese sentido. Tenemos un ejército más moderno, aunque quizás más frío, y no es fácil que las historias de hoy sean tan simpáticas como las de entonces.
ResponderEliminarMaría, un abrazo.
Algo bueno tendría la mili que después de tantos años se recuerda con cariño. Se disfruta contando historias y recordando compañeros y amigos que se hicieron en el cuartel. Estoy seguro que tú padre es feliz contando esas cosas.
ResponderEliminarMis respeto para él.
Loli Salvador, un abrazo.
Amigo mio.Tus escritos recordando los viejos tiempos del servicio militar
ResponderEliminarme hacen sentir nostalgias de aquellos tiempos,cuántos amigo que casi nos juramos amistad
eterna no lo volvimos a ver.
Hoy en mi senitud siento añoranza por aquellos tiempos,pero solo nis queda unos recuerdos
que poco a poco se van desvaneciendo.
Te agradezco tu entrada a mi blog.
Gracias por tú visita y amable comentario compartiendo entrañables recuerdos de la mili. Yo no opino si aquello era bueno o malo, pero disfrutamos contando historias de aquellos años.
ResponderEliminarJUAN FUENTES, un saludo.
Que bonito
ResponderEliminarYo la hice en el 89 con 20 años, así que no soy tan viejo.Me toco ser asistente personal de un teniente coronel, ni guardias ni nada.Tengo un recuerdo imborrable de la mili y de mi estancia en Valladolid
ResponderEliminaryo la hice en 1990,en rota,cadiz,una mili,maravillosa,ni un arresto,no tenia que usar armas,y con gente maravillosa,eso,cierto,que los mejores amigos que se tenían en la vida eran los de la mili,lo peor cuando te licenciabas y ya no los volvías a ver en tu vida,el dia que me licencie que mañana 7 de marzo,hara 23 años,fue el peor dia de mi vida,cuando tenia que despedirme de muchos compañeros,la mili,era como los trabajos,dependiendo de donde te tocara y con quien dieras,estabas bien o estabas mal,de todas formas no tenia que haber desaparecido,a los jóvenes de ahora los hubiera venido bien para que los diesen mucha caña.ahora que son tan salvajes y rebeldes,y supieran lo que era madrugar y hacer guardias de madrugada.
ResponderEliminarse me olvido decir,que los amigos de la mili,eran los mejores,habia mucho compañerismo,hacias amigos enseguida,yo que tuve muy buenos amigos en la mili,con los que iba a la disco,aprendi muchas cosas,lo peor,cuando te licenciabas,que no los volvías a ver,ahora por internet se pueden buscar,pero el compañerismo que había no lo tienes en ningún sitio,hoy vas a los sitios,trabajo,y no hay ese compañerismo ni haces amigos fácilmente como hacias en la mili.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con todos, lo mejor de la mili, el compañerismo y los amigos que se hacen para toda la vida. Compañerismo que yo no veo en la vida real en el trabajo, en la vida cotidiana. Solo los que hemos hecho la mili sabemos el verdadero significado de la palabra compañerismo. Yo fui IMECO, de Artillería de Campaña de la promoción de 1990 y las prácticas las hice en 1992. Es lo mejor que he hecho en mi vida hasta la fecha y tengo 49 años.
ResponderEliminarSaludos para todos,
Pedro Luis
Recuerdo, con añoranza, cuando alguna cuestión o algún tema le traía a la mente de mi padre alguna anécdota relacionada con su Servicio Militar Obligatorio.
ResponderEliminarTienes razón en tu relato de hoy: la mayoría de las personas que hablan de su mili lo hacen recordando todo lo bueno que en ella les aconteció; sobre todo recuerdan las grandes amistades que hicieron.
En ocasiones, mi padre saludaba con mucho afecto a algún señor y después me decía: "es que ese fue quinto mio".
Supongo que nada une más que el estar lejos de tu casa y de tus afectos; y, encima, recibiendo instrucción y órdenes que se me antojan que no siempre eran muy justas.
Recuerdo que debían pasar mucha necesidad con el "rancho" y que era una fiesta cuando a alguien le llegaba un paquete del pueblo.
Tiempos de penurias, pero también de solidaridad (como los que estamos viviendo hoy día)
También me contaba que siempre había algún egoísta que, por no querer compartir con sus compañeros de camareta alguna pequeña parte del paquete recibido, se quedaba hasta sin el último salchichón recibido.
Antes se decía que "el que a la mili burro iba
de la mili burro volvía", pero mi padre me comentaba que algunos burros volvieron caballos (todo depende de las ganas de aprender y de mejorar que se tengan incluso en las situaciones más adversas...)
I.R.M.