domingo, 31 de enero de 2010
RATONES
Aunque de ratones siempre se han contado muchas historias y cuentos, no por eso me resigno a silenciar el descaro de los hermanos Simpatía, dos simpáticos roedores amigos y guardianes de mi vivienda. Eran muy pequeñitos, brillantes, siempre arrastrando la cola y moviendo el hocico. Al principio de conocernos corrían huidizos, hasta que me fueron y cogiendo confianza, cuando ya llegaron a ese punto se paseaban por la habitación y mis cosas como Pedro por su casa. Inspeccionaban la cama, mi cara si estaba acostado, los papeles, los libros y todas mis cosas. Se me quedaban mirando con curiosidad y descaro, tal parecía que me pedían explicaciones si me conducta no era de su agrado. Tenían su domicilio en un agujerito en la pared a los pies de mi cama, y allí le ponía yo todos los días algo de comida. Y todo iba bien hasta que la dueña de la pensión los vio un día que limpiaba la habitación, y puso el grito en el cielo. Me amenazó con no volver a ordenar mi vivienda, y vaya si lo cumplió. A partir de ese día no pasaba ni por la puerta. Esta vivienda estaba situada en el patio de la casa, y constaba de dos habitaciones y una pequeña cocina. Para mí era el sitio ideal, pues gozaba de total tranquilidad e independencia. Aquí recibía a mis amigos, los más cobardicas y las féminas dejaron de acudir cuando se enteraron que había ratones. Llegué a tomarles cariño, y creo que ellos a mí.
Tuve que viajar al extranjero, y como no sabía cuanto tiempo permanecería fuera, me despedir de la pensión para no seguir pagando mientras estuviera ausente, además no estaba seguro si volvería. Pero volví y pregunté por mi antigua vivienda y, con mucha cautela, por sus moradores. La patrona me dijo algo enfadada que se encontraba libre desde que se corrió la voz que un viajante que la ocupó pasó la noche en el patio porque la habitación estaba llena de ratones. Y todo por dos ratoncitos de nada.
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Pero no hubiera sido mejor hacerte amigo de un gorrion, porque un raton ufff solo de pensar que me voy a topar con alguno seguro que se hace un milagro...salgo corriendo los cien metros lisos y mira sin muletas...ja ja ja
ResponderEliminarGracias por tu apoyo en estos dias de ausencia.
Con cariño
Mari
jajajaja, hombre, según lo cuentas los ratones caen simpáticos y no entiendes el enfado de la casera, porque al fin y al cabo, eran tus mascotas jajajaja.
ResponderEliminarAhora, que me pongo yo en el lugar del viajante, que se acuesta tranquilamente por la noche en su cama, apaga la luz y de pronto entorna los ojos y ve un ratón en su almohada y.... uffff.... creo que mi grito hubiera despertado a toda la vencidad. Que susto por diossss!!!!
Mil besos Disancor
Qué tierna entrada, amigo! Me encantó.
ResponderEliminarYo hubiera hecho lo mismo que tú, alimentarlos y mimarlos, son una monada, con sus orejitas tiesas y su rabito largo y como de goma. Seguro que te echarían de menos cuando te fuiste.
Te contaré una anecdota en mi trabajo: una de mis compañeras dijo que había visto un ratoncillo y rápido le pusieron pequeñas ratoneras para pillarlo. Sin que nadie me viera, las quitaba, yo les decía que ya había caído el ratoncillo y que lo había tirado a la basura.
No sé si me creerían porque decían "qué casualidad que siempre lo encuentres tú pillado en la trampa". Jjejjejeej ellos saben de mi amor a los animales, además de tener cámaras por todos los lados.
Nunca lo ví por lo que hice creer que mi compañera tenía alucinaciones.
Perdón por el rollo que te he metido.
Besotes gordos
Pues anda que a mi me ocurrió algo más grave, fíjate que me encontré
ResponderEliminarUN RATON EN MI NEVERA
Lucas es un ratón
que vive en una nevera
duerme en una lata
y cena queso y nata.
Su casa es muy blanca,
su casa es muy linda,
siempre muy limpia,
la escoba día a día.
Lucas tiene una tía,
ella se llama María,
siempre lo viene a buscar
a la hora de desayunar.
Lo acompaña siempre al colegio
por si los persigue Gatuno,
felino peludo y mal genio
que quiere comérselos, si,
uno a uno.
Un abrazo.
Me parecieron tan simpáticos que no pude evitar el impulso de hacerme amigos de ellos. Tan chiquitines, y parecían tan desválidos...A la patrona le dí un disgusto.
ResponderEliminarMari, me he alegrado mucho de tú presencia, pues es motivo de alegría que te encuentres entre nosotros con el ánimo a tope.
Un beso.
Bueno, el viajante era un cobardica, mira que asustarse de dos pobres ratones, y es que en aquellos tiempos no se tenían mascotas tan raras como ahora, que tener, por ejemplo, una serpiente es de lo más natural. Nosotros somos más de perro, ¿verdad? Son ´más fieles y asustan menos.
ResponderEliminarsilver¨smoon, un beso.
Ves, tú eres de las mias, toda una valiente. Yo les planto cara a toda clase de bichos, pero soy incapaz de matarlos, por eso, dice mi mujer, no me pican ni siquiera pulgas, ni mosquitos. A todos los dejo vivir haciéndome el sueco. Nunca he tenido mascota, porque no me veo capaz de cuidar animales, es mucha responsabilidad.
ResponderEliminarEmibel, un beso.
Me ha encantado tú "UN RATÓN EN MI NEVERA" Gracias.
ResponderEliminarReconozco que los ratones imponen un poco, no sé porqué, desde luego no será por su tamaño. Para las mujeres es el enemigo número uno. Ya ni siquiera el ratón y el gato son enemigos, más bien parecen colegas.
emilio, un abrazo.