Si no hubiese quien hable de
sus recuerdos, no habría historia.
Cuando ya se es viejo, vives un
poco de recuerdos, aunque no estés anclado en el pasado. Pero la memoria rebosa
de cosas que has vivido, de situaciones que has padecido o has disfrutado. Y no
se puede evitar comparar los tiempos, y unas veces sale ganando el pasado y
otras el presente. Siempre con una pizca de nostalgia o temor a lo que se
avecina, ese miedo a lo desconocido. Y hay cosas que con la distancia del
tiempo quedan reducidas a simples anécdotas, o por el contrario, magnificadas.
Lo cierto es que nunca tendrán el mismo valor.
Hoy me viene a la memoria aquel
referéndum del 14 de diciembre de 1966, en el que se votaba de forma
obligatoria sobre la Ley Orgánica del Estado. Los
españoles con menos preparación en cuestiones franquistas, decíamos que votar
sí, era para que siguiera Franco, y votar no, era para que no se fuese. De
todas formas, fuese cual fuese el resultado, para los españoles pocas cosas
iban a cambiar.
Como imaginábamos, puede
comprobar que ni siquiera en los colegios electorales se tomaban muy en serio
aquello de las urnas. Hubo mucha participación, por lo menos de trabajadores.
Se decía que quien no presentase el certificado, suyo y de la familia, de haber
votado, es posible que las empresas no pagasen la paga extraordinaria de
Navidad.
Y allí estaba yo en la cola,
todo asustado, porque barruntaba que me iba a quedar sin la paga, al faltar el
certificado de mi mujer que estaba enferma. Pero, con la esperanza que me dejasen
votar también por ella, esperé mi turno con las dos papeletas en la mano. Mi
alegría fue grande cuando le oí decir a la persona que iba delante de mí, a los
componentes de la mesa electoral, que
iba a votar por su mujer, sus padres, las vecinas Felisa y tía Dolores…Y votó
muchas veces sin ningún problema. Y yo también deposité mi voto y el de mi
mujer, y a cambio me obsequiaron con los ansiados certificados que demostraban
que nosotros éramos de los españoles buenos que habían votado sin rechistar.
Claro que pensando en la paga extraordinaria, porque saber lo que se votaba,
pocos los sabíamos.
Por las cosas que vi. y que oí ,
no me extrañaría que hubieran votado más gente de la había en el censo. Y
además con un sí, que aunque no es importante, siempre esta mejor visto que un
no. Por otra parte, un no hubiera sido un desprestigio para los componentes de
los colegios y mesas electorales. Amigos incondicionales del sistema..
Por lo bajo se hacían
comentarios y chistes, auque ni siquiera por lo bajo nos atrevíamos a hablar de
políticas. Esas cosas se guardaban con la esperanzas de poder contarlas otro
día. Con el humor necesario para no se noten los restos de la rebeldía que
todavía contienen los recuerdos.
¡Las cosas que había que hacer
por una paga extraordinaria!
Y las que se van a tener que hacer.
ResponderEliminarYo acababa de pisar este hermoso país llamado España sin saber que iba a ser mi patria y residencia definitiva. Venía a estudiar de un lugar en dónde España era el ideal de país, menos para los que lo habitaban que estaban bastante descontentos. Para una joven de 18 años fue al menos chocante.
Me has removido mucho recuerdos haciendo memoria de aquel Octubre de 1966.
Bss
Que poco sé de la historia de mi país... que vergüenza. No me puedo imaginar el agobio que tuvisteis que pasar, sin libertad y con miedo en el cuerpo... ¡Que horror!
ResponderEliminarBesitos.
En diciembre de 1966 tú y yo éramos unos jóvenes de más de 25 años y por tanto se suponía que ya éramos mayores de edad a todos los efectos.
ResponderEliminarPero yo vivía ajeno a la política, te lo prometo. Lo que se trataba era someter a referéndum al régimen franquista.
"La Jefatura Nacional del Movimiento corresponde con carácter vitalicio a Francisco Franco, Caudillo de España. Al cumplirse las previsiones sucesorias, pasaría al Jefe del Estado y, por delegación de éste, al Presidente del Gobierno".
Así lo establecía una disposición transitoria de la Ley Orgánica del Estado, aprobada en referéndum el día 14 de diciembre de 1966.
Bajo la apariencia de una constitución, supuso poco más que una actualización por escrito de los fundamentos del régimen franquista.
Como comentó entonces un catedrático de Derecho Político, la Ley Orgánica del Estado "ni es tan radical como algunos esperaban ni tan superficial como algunos creen".
En todo caso, aunque fuese poco más que una puesta sobre el papel de lo que ya había en la dictadura, hoy llama la atención ver en aquel contexto urnas y toda la parafernalia de la supuesta democracia.
Ante lo inhabitual de acudir a votar en aquellos años, los periódicos detallaban los pormenores del sistema de voto y aclaraba la más mínima duda: "Todos los ciudadanos españoles mayores de veintiún años, sin distinción de sexo, estado o profesión, tienen el derecho y la obligación de tomar parte en la votación del referéndum, emitiendo libremente el sufragio a favor o en contra del proyecto legislativo consultado".
Gracias amigo Diego por tu buena memoria. Yo he tenido que recurrir a Internet para recordar el asunto.
Tienes razón: si nadie compartiese este tipo de recuerdos, esos momentos tan concretos se perderían; y, con su pérdida, la Historia no estaría completa. Está muy bien contado, nos queda una imagen muy clara de lo que había.
ResponderEliminarBesos
Pues gracias a ti, Diego, nos hemos enterado en plan anecdótico cómo se votaba con Franco.
ResponderEliminarTodo fuera por la paga extraordinaria que falta hacía.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Perpleja me he quedado! Ni había nacido siquiera. Buffff...qué manera de controlar!
ResponderEliminarBesos Disan.
Nada puedo añadir al respecto. Yo tenía solamente 12 años... y ni siquiera recuerdo el suceso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Miguel-A.
Sea cual sea tú país, estoy seguro que es un hermoso país y que mientras vivas lo llevarás en el corazón. Su gente, como en todas partes, será buena, son los políticos que forman los gobiernos los que hacen la vida imposible a sus habitantes.
ResponderEliminarKaty, un beso.
A mi me gusta escuchar a los viejos contando historias que han vivido, porque al fin y al cabo, sin sus recuerdos los periodistas e historiadores tendría mucho menos que escribir.
ResponderEliminarcampoazul, un beso.
Lo que se ha vivido aguanta mucho en la memoria. Aunque, con claridad, ni entonces ni ahora estoy seguro de lo que suponía aquel referéndum. Entonces procurábamos alejarnos de todo lo que oliera a política, pero éramos muy obedientes con todo lo que fuese obligatorio.
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante tú comentario. Contigo siempre se aprende mucho.
Veterano, un abrazo.
Y pese a todo lo que se cuente de las cosas vividas, la historia depende mucho de las ideas de quien la escriba. Al mismo hecho se le dan infinitas versiones.
ResponderEliminarMaría, un beso.
Hasta de desear la paga extraordinaria teníamos miedo, porque podían pensar que desear cobrarla era hacer política. Y eso estaba prohibidísimo. También lo laboral estaba bajo sospecha.
ResponderEliminarMos, un abrazo.
Pues, mira las cosas que pasaban antes que tú nacieras. Por lo menos, de tarde en tarde, se practicaban eso de las urnas, aunque con los resultados ya previsto de antemano. No cabían sorpresas.
ResponderEliminarion-laos, un beso.
Después del referéndum del 66 hubo elecciones a procuradores en cortes por el tercio familiar, elecciones municipales y, creo que poco más. Las urnas nos hacen pensar en democracia, y de eso no había nada.
ResponderEliminarMiguel A., un abrazo.
Hola Disancor, me ha gustado leerte. Yo por esa epoca tenía seis añitos, así, que nada sé de esa epoca en donde había muchas darencias.
ResponderEliminarSaludos y un fuerte abrazo. Buen comienzo de semana
Perdón, quise decir carencias ;-)
ResponderEliminarOtro abrazo